La inspiración se busca y se encuentra, no hay excusas. No viene dada a través de la nada, sino que requiere valentía para poder sacarla de su escondite y manipularla a nuestro antojo. Cierto es que la inspiración es algo tan efímero como la magia, pues sin saber muy bien porqué, nos sorprende y nos hace alcanzar una dimensión desconocida de nuestro ser. La inspiración es intangible y únicamente solemos saborearla por un tiempo a través de las emociones que experimentamos, resultado de las acciones que nos empuja a acometer.
Piensen sino, cómo se han sentido cuando se han topado con la inspiración. Recordarán una sensación efímera, delicada pero a la vez arrolladora, que vence cualquier estado y embriaga la percepción de su persona con el mejor de los licores, haciéndoles sentir bien, superiores, atrevidos, excelentes. Únicos.
Quizá creerán que como los vinos más selectos, la inspiración solo está al alcance de unos cuantos. Sin embargo, les diré que no sólo se inspiran aquéllos a los que llamamos artistas, también nosotros, la gente trabajadora, de a pie, a quienes de repente, rebuscando en nuestro interior, no sabiendo muy bien cómo, somos capaces de iluminarnos brillantemente con alguna idea innovadora y reveladora que logre darle la vuelta a nuestra vida. Por norma general, cuando pensamos en la inspiración, cometemos el error de atribuir esa gracia a un cúmulo de circunstancias externas, que sin saber muy bien cómo nos cambian la perspectiva del mundo de tal manera que conseguimos por un momento, dar brillantemente con el enigma del conflicto. Sin embargo, les invito a pensar que dicha iluminación no depende únicamente de una suma de coincidencias, sino que se vincula a nuestra capacitación y a nuestro esfuerzo, siendo un fenómeno provocado por nosotros mismos de dentro a afuera y no de fuera a adentro.
Así pues, todos, incluso los que no somos ni pintores, ni escultores, ni escritores, podemos hacer uso de la inspiración para alcanzar pequeños y grandes retos a lo largo de nuestros días, para hacer mejor nuestra vida, para pintarla, esculpirla o reescribirla a nuestro modo.
Acostúmbrense a estar inspirados. Tomen la inspiración como una herramienta cotidiana, encuéntrenla en alguna parte de su ser, oblíguenla a que les ilumine y rompan juntos esas barreras que les impiden ver más allá de lo normativo. La inspiración está precisamente para eso, para preservar esa parte inocente, precipitada e imprudente de su persona, que el raciocinio se empeña siempre en mantener a raya. Sean originales, descubran, prueben, inventen, imaginen y no dejen de soñar.
Un catedrático inspirador me dijo un día: "¿Tu cuántos años tienes?". "Veintitrés", contesté yo mirando al pasado. "¡No!" exclamó él decepcionado. "Veintitrés, ya los has vivido, "Ahora ¿Cuántos te quedan por vivir?".
Inspírense, queridos Lectores, rompan los moldes de la normalidad y llenen de momentos mágicos sus años venideros.
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