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Estimados Lectores,

Dicen que el papel es lo único que todo lo aguanta en esta vida. Pues bien, démosle ahora la oportunidad de soportar al Goliat de los corazones, el supuesto "Amor".

Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos envueltos en la manta del amor, sin embargo, y pese al Master que cursamos en esta especialidad durante nuestra infancia, gracias al, sin duda experto en materia, Walter Elias Disney, finalizamos nuestra existencia sin comprender absolutamente nada del mismo. Y es que seguro que se habrán preguntado en numerosas ocasiones, ¿qué es el amor?

Si indagáramos en la opinión de personas de distintas edades y culturas, se darían cuenta que dicho concepto puede obtener significados de lo más variopinto. Sin embargo, probablemente si se tratara de una cuestión que requiriera una respuesta dicotómica, valorando únicamente si el amor es positivo o si no lo es, un elevado porcentaje de la muestra encuestada, contestaría sin dudarlo, un sí rotundo. Y es que conceptualmente la palabra "amor" riega nuestro cerebro con agua milagrosa, haciendo brotar en él enjambres de pensamientos que nos hacen alcanzar el punto álgido de la felicidad. Pero como sabrán, todo lo que sube baja. Así que, muchos se sorprenderán al saber que el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) no tiene una visión tan optimista sobre el concepto del amor, ya que lo define como un sentimiento intenso del ser humano que parte de su propia insuficiencia, precisando de la unión con otro ser, para satisfacer sus propias carencias.

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Visto así, es curioso darse cuenta de que el amor ideal, aquél que debería dotarnos de cualidades para ser naranjas enteras y no medias naranjas, nos somete ni más ni menos a la mediocridad necesaria para poder encontrarnos con él y posteriormente, creer ser felices y comer perdices.

¿Será posible entonces que no comprendamos el significado del amor?

Me atrevo a decirles que el concepto de amor, sin duda ha hecho mella en nuestra sociedad, siendo un término del todo subjetivo, cambiante en el tiempo y dotado de sentido a medida que pasa la vida. El amor es por naturaleza bipolar, nos avasalla elevándonos unas veces a lo más alto y otras tantas dejándonos caer. Pero el amor o el desamor, en realidad, es un gran maestro. Nos vapulea en numerosas ocasiones, para mostrarnos la sencillez de la vida, que no es ni más ni menos, que la aceptación incondicional de nuestro prójimo.

Les invito a que venzan al concepto antes de que sea demasiado tarde, a que pinten a su príncipe azul de otros colores y a que "desencorseten" a sus princesas. Les invito a que busquen a su otra naranja entera y a que dediquen un tiempo a conocerla, y pese que al principio no despierte en ustedes ese sentimiento intenso del que habla la RAE, si luchan contra el Goliat de sus corazones, les aseguro que cuando hayan conseguido vencerlo, habrán encontrado el amor verdadero, ese, que llega sin arrasar, con prudencia y sigilo, ése que cala profundamente sin que se den cuenta, ése del que curiosamente, nunca se habla.