Alumnos del IES Pasqual Calbó, la semana pasada trabajando en la reconstrucción de un muro en la zona del Canal Salat de Ciutadella | C.B.

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Apunta Carles Bonet que los oficios artesanos son los primeros que se tumban frente a la tecnología. El comentario de este profesor viene al hilo de la situación que vive actualmente en la Isla los trabajadores de la pared seca. Con el propósito de intentar que ese oficio no se derrumbe, se le ocurrió la idea de acercar la actividad a los más jóvenes y allanar el camino al relevo generacional. Llamó a la puerta de la Societat Històrico Arqueològica Martí i Bella, conocida por su trabajo de divulgación y recuperación a través del proyecto Gibet, y acudió al Consell buscando apoyo. Y ello se ha traducido en un curso incluido en el programa Salut Jove.

Una llamada abierta a todos los institutos de la Isla y a la que solo ha respondido el Pasqual Calbó, que lo ha incluido en las actividades del curso Obres d'interior, decoració i rehabilitació. Un taller teórico y práctico que se culminó con la reparación de una pared seca en la zona del Canal Salat de Ciutadella con el apoyo de la ‘Martí i Bella’, a través de su presidenta, Carmela Sánchez, y su antecesor en el cargo, Ángel Roca, y con la supervisión de uno de los pocos paredadores tradicionales que queda en la Isla, Nenso Fedelich.

El testimonio de este último sirve para hacer una radiografía del sector. «Somos pocos y no hacemos ruido», lamenta respecto a la situación que se está viviendo. «Es un trabajo duro y está claro que nos tenemos que hacer respetar de alguna manera, cobrando un sueldo digno». Fedelich critica que los políticos «se cuelgan medallas» cuando el arte de la piedra en seco se declara patrimonio cultural inmaterial de la Unesco, «pero luego a nosotros ni nos miran, por decirlo de alguna manera».

Lo que está claro es que el oficio vive horas bajas, aunque la demanda existe. Si alguien llama a Fedelich para levantar un muro de piedra en seco, tendrá que ponerse a la cola y esperar un año. Y eso es porque se calcula que tan solo hay cerca de  una docena de empresas que se dediquen a ello actualmente.

Él, de 44 años y 21 de experiencia, empezó aprendiendo de un amigo que a su vez se había formado con su padre. El oficio sobrevive «a la antigua  usanza», pero cree que ha llegado el momento de que se apueste por una formación en ese campo, como ya hacen desde hace tiempo en Mallorca, «donde están a años luz», advierte.

Iniciativas como la de Salut Jove están bien, continúa Fedelich, pero no dejan de ser «un parche». Desde la Martí i Bella no son mucho más optimistas. «Nosotros lo vemos un poco negro», reconoce Sánchez, quien rememora que cuando surgió toda la polémica con la instalación de un parque fotovoltaico en Punta Nati, en algún momento se dieron los primeros pasos para crear un módulo de pared seca en Formación Profesional, pero la iniciativa funcionó tan solo un año. La presidenta de la Martí i Bella, no obstante, cree que hay futuro para ese oficio, «y no solo rehabilitando paredes, sino también haciendo otras construcciones», concluye.

El apunte

«La pared seca bien hecha, dura; ahí están los muros de Punta Nati»

«Creemos que es un elemento muy personal de la Isla, muy ligado a nuestra cultura y que no debería perderse. Prueba de ello es que las fincas se siguen cerrando con pared seca, a pesar de que muchas veces está desvirtuada y no se hace como toca», explica Sánchez, que más allá de la formación ve otro problema de fondo para la supervivencia del oficio: «Tampoco los precios de licitación son los que tocan. Todas las paredes al lado de la carretera general se licitaron a unos precios que ya nos indicaban    que no se podía hacer en condiciones», advierte. «La    pared seca si se hace bien dura muchos años, y ahí están los muros de Punta Nati para demostrarlo», defiende.