Coches, público, caballos y playa en una estampa que muestra el paso del tiempo. | JOSÉ TEIXIDOR/FOTOS RADIO

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«Cala en Porter, la urbanización más extensa de Menorca, un pueblo compuesto por más de setecientas casas y una comunidad veraniega de unas tres mil personas permanentemente y unas doscientas casas abiertas el resto del año, va a celebrar por primera vez y con proyectos de continuidad unas solemnes fiestas mayores al estilo de las que se celebran en el resto de poblaciones isleñas». Así daba a conocer «Es Diari» en 1974 la pionera iniciativa de celebrar unas fiestas en Cala en Porter. Y seguramente nadie se imaginaba en ese momento que medio siglo después se habrían convertido en una cita obligada y consolidada del calendario veraniego anual.

Bartomeu Pons Sintes, más conocido como Mevis Pinxa, fue -junto a Miquel Triay, Joan Coll y Joan Pons, entre otros-, el alma mater de esa iniciativa, un personaje que luchó para que la urbanización creciera y mejorara en servicios. No solo impulsó las fiestas sino que también luchó para que llegara la línea telefónica a este enclave. Era el director del hotel Playa Azul y tal como cuenta su amigo Joaquín Ferrer, «supo ganarse la confianza y la colaboración de los empleados para poder impulsar estas fiestas con caballos».

Imagen del primer jaleo celebrado en 1974 en Cala en Porter en el que participó «L’amo de Son Bou».

En ese primer año participaron unos quince jinetes. Y según cuentan los residentes, se ofrecieron paseos en burro que fueron todo un éxito, así como una tómbola, concurso de dardos, derribo de latas de cerveza y una exhibición de Majorettes. Miguel Triay Olives, concejal del Ayuntamiento, aseguraba ese 1974 que «la comunidad inglesa, junto a la menorquina, han querido, unidas, dar fe de existencia y efectuar unas jornadas de convivencia. ¿Y qué mejor modo de expresar su fraternal compenetración que celebrar unas fiestas en común?».

Mevis Pinxa buscaba financiación entre los empresarios de la zona y de Menorca para poder cubrir los gastos que suponía la organización de las fiestas. No era una tarea fácil.

A modo de anécdota, hay que recordar que en el año 1982 las fiestas incluyeron un encierro de una vaquilla. Se celebró en la playa. Aunque fue el único año en celebrarse. Las autoridades lo prohibieron.
Desde entonces, las fiestas de Cala en Porter han tenido identidad propia. Llega por mar el Rey Neptuno que agasaja a los más pequeños de la urbanización con caramelos y sorpresas. También se ha convertido en cita obligada el partido de fútbol España-Inglaterra, además del torneo de petanca, así como la competición de castillos de arena. Aunque, sin duda alguna, la celebración de un jaleo a los pies del mar es uno de los principales atractivos de este evento que año tras año crece y suma adeptos.

Actualmente, Cala en Porter cuenta con algo más de un millar de residentes, 1.140 para ser exactos. En el 2000 había unos 600. El núcleo alberga 624 piscinas, según datos del IDE Menorca.

El apunte

Bartomeu Pons, en Mevis Pinxa, un vecino que luchó por poner Cala en Porter en el mapa

Bartomeu Pons Sintes nació en Alaior el 24 de enero de 1917. Siempre tuvo interés por el mundo intelectual, cultural y político. Tal como narraba Alfonso Ramírez en el programa de fiestas de 2014, Pons Sintes trabajó de aprendiz en una fábrica de embalajes para luego aprender el oficio de zapatero. Militó en las Juventudes Libertarias y en la CNT. Sus intereses políticos le llevaron a ser regidor de la Junta Administrativa de Alaior y luego fue destinado a la batería de Llucalari como miembro del ejército. Tras la Guerra Civil, su implicación anarquista fue duramente castigada, siendo condenado a la pena de muerte. Tras 30 años encarcelado, fue indultado. Se trasladó después a Mallorca donde empezó a ganar experiencia en el mundo de la hostelería que luego aplicó en negocios de Cala en Porter, como fue el caso del hotel Playa Azul. Fue miembro de la Obra Cultural Balear, propuso la reapertura de la Biblioteca Pública de Maó e impulsó la creación de la Enciclopèdia de Menorca. Joaquín Ferrer recuerda que delante del edificio que albergaba el Hotel Aquarium estaba diseñada la construcción de una marina. Y Mevis Pinxa viajó a Madrid para informarse sobre este proyecto. En el Ministerio le dijeron que nunca se haría porque tenían datos que indicaban que cada tres décadas la zona sufriría una riada que se lo llevaría todo por delante. Estaban en lo cierto.