Teresa y Lorenzo muestran su maleta, sin ningún daño | Javier Coll

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Puede que en su menú de estas Navidades incluyan el jamón ibérico, pero no será el que compraron en su reciente visita a Salamanca, porque ése lo perdieron de vista cuando facturaron su maleta en Madrid y cogieron el avión de regreso a casa.

Teresa Alemany y Lorenzo Pons, un matrimonio de jubilados que realizó un viaje con el club de mayores de Es Castell, han querido hacer público su caso porque creen que no son los únicos que han sido víctimas de la sustracción de objetos del interior de su equipaje, y «no nos queremos callar», afirma Teresa, quien espera así alertar a otros viajeros para que controlen lo que guardan y facturan en sus maletas, confiados de que llegará a su destino.

La pareja pasó unas vacaciones en Madrid y desde la capital realizó una excursión a Salamanca, donde entre otros regalos, compraron los embutidos típicos de la ciudad y tres piezas de jamón que costaron 150 euros cada una.

Ya en el hotel, repartieron sus pertenencias en las dos maletas de que disponían, una con la ropa y objetos personales y otra con los manjares que esperaban degustar a su regreso a Menorca.

La sorpresa llegó cuando, ya en su casa de Son Vilar y sin que se hubieran percatado de nada anormal o de la rotura de la maleta, descubrieron que los jamones se habían quedado en tierra, o al menos, no habían finalizado el viaje con sus propietarios.

A pesar de que la maleta tiene un candado y de que no fue forzada, los preciados souvenirs gastronómicos, valorados en un total de 450 euros, habían desaparecido.

Teresa cree que fueron víctimas de un método del que incluso existen tutoriales en internet: con un bolígrafo los cacos abren la cremallera limpiamente y la cierran después sin romperla. Y apunta al aeropuerto de Madrid como el lugar del presunto hurto, ya que pasaron allí casi dos horas de espera con el equipaje ya facturado, mientras que en Maó las maletas salieron rápidamente por la cinta.