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"Que le pillen a uno pintando en plena calle tiene su punto"

FICHAMe llamo FRÁGIL y soy de Cornellà. Nací en 1980, ahora tengo 27 años. La primera vez que visité Menorca fue a través del proyecto "Mur-Murs", un encuentro muy familiar en el que coincidí con varios artistas conocidos de la Península. Siempre que he venido aquí ha sido por trabajo, así que apenas he tenido tiempo ni de disfrutar, ni de descubrir la Isla. La próxima vez prometo que vendré por placer. En los últimos días he estado gestando en Maó mi nueva exposición en el espacio La Fábrica. Actualmente resido en Bilbao. Me interesa la política y me siento vinculado a los movimientos sociales. Colaboro cuanto puedo con las asociaciones vecinales. Lo hago por empatía con la gente que tengo a mi alrededor.

RAQUEL MARQUÉS
Maó
Defina arte urbano.
Para mi de alguna forma es subvertir todo lo que es el mundo del arte, que históricamente siempre ha tenido un fin y un lugar, la galería o el museo. Primero ha sido un objeto de lujo y luego de culto. Con el street art se convierte en un objeto cotidiano y al alcance de todos, el arte sale a la calle.
¿Qué diferencia al grafiti del street art?
"Ensucia" más el grafiti (ríe). De hecho solemos tener algunos conflictos con los grafiteros. El street art no es grafiti, pero se nutre del mismo, de sus técnicas e iconografías. En el grafiti el sujeto se apropia de la ciudad, esa es su filosofía, algo que desde mi punto de vista es una contradicción, con el concepto de dominio se pierde esa pose de rebeldía. En mi caso me parece interesante abrir un diálogo con la obra, me gusta que sea efímera y que cumpla con su ciclo de vida donde otros puedan interaccionar pintando sobre la misma o lanzando sus mensajes a un lado hasta que la creación desaparece...
¿Cómo romper con la imagen de vandalismo callejero?
Por una parte se tilda de acto vandálico, pero sin embargo, por otra, las grandes figuras del street art ya han entrado en el Tate Modern, como Banksy, uno de los mejores. Es un movimiento ya consolidado, en cambio mientras Barcelona fue hace 3 años la capital de esta corriente, ahora con la "Llei Cívica" se nos persigue. Probablemente, el street art siempre esté prohibido y no sea comprendido por el público en general, pero por el contrario, cuando entra en los circuitos comerciales pasa a formar parte del engranaje cultural e, incluso, se llega a adquirir con dinero público.
¿Crítica pues la comercialización del arte?
No es su estado ideal. Entiendo como algo lógico que la gente se busque la vida, pero no me gusta que una obra sea considerada por el valor que le de un galerista y mucho menos que se acabe convirtiendo en una moneda de cambio. Hoy en el arte hay mucha especulación y por ello mismo hay muchos artistas buenos que no son reconocidos. En este sentido, el street art es muy democrático, todos estamos aquí para ser ignorados o contemplados. No hay nombre, ni cara. Los artistas hacemos un regalo a la ciudad. Composiciones que otros enmarcan y luego venden. La única diferencia entre unos y otros es el dinero que se pueda sacar a cambio.
Cuando a uno le pillan in fraganti ¿las sanciones son elevadas?
Hay multas de hasta 3.000 euros. Una vez me condenaron a tres fines de semana de cárcel por pintar en la puerta de un colegio público. Finalmente, tras recurrir, pagué una sanción de 300 euros.
Sus paredes más internacionales...
Portugal, Italia, Francia...
¿Hay alguna ciudad más permisiva que otra?
Lisboa, pero no por las leyes sino por el número de efectivos policiales que, en comparación con Barcelona, son muchísimos menos que en otros lugares.
Que le puedan pillar a uno en plena acción ¿potencia la adrenalina?
Tiene su punto porque sabes que te la estás jugando. En Bilbao, por ejemplo, cada vez hay que buscar sitios más escondidos... pero eres consciente de que no vas hacer la obra de tu vida en esas circunstancias. Ultimamente procuro encontrar lugares donde pueda relajarme e inspirarme mientras dibujo. Me llevo mi música y mi té y me pongo a crear...
¿Cuál es la superfície más extraña en la que ha pintado?
En un puente, con la ayuda de dos extensores para pintar, uno de ellos de 6 metros. Dejé un mensaje claro: "Dame paz".
¿Por qué decide comunicar en plena calle?
Tras cursar mis estudios de Bellas Artes en Barcelona, Bilbao y Lisboa, siempre me ha interesado el espacio urbano como contenedor para hacer instalaciones. Al principio comencé en la línea de Obey con la intención de crear un icono y de empapelar la ciudad. Adopté el nombre de Frágil de las etiquetas de las cajas de cartón que utilizaba. La urbe es mi espacio experimental, donde coloco mi producción y me relaciono directamente con el público.
¿De qué se compone un equipo?, ¿son muy costosos los aerosoles?
Los aerosoles son caros, pero también utilizo tiza, papeles reciclados, botes de cola e, incluso, los plastidecor de toda la vida.
Defiende una filosofía de denuncia social contra algunos mecanismos impuestos del sistema, sin embargo ¿qué me dice de los aerosoles?
Es verdad, los esmaltes son muy contaminantes y nada ecológicos. Es algo con lo que no estoy de acuerdo y que se contradice con mis principios.
Contemplo su obra en el flickr y no me resisto a preguntarle: ¿de dónde le viene su obsesión por las lenguas?
¿Lenguas? (ríe). ¡Ah, sí!, ¿quieres decir en alguno de mis personajes?
Bueno, he visto decenas de ellas...
Sí, vale, puede que no sea muy consciente de ello a la hora de pintar. Tengo una iconografía muy personal con un amplio abanico de seres que van desde el naïf hasta monstruos imposibles de la fantasía onírica e infantil, pasando por iconos denuncia con un mensaje directo. Me interesa que los elementos dialoguen entre ellos. En cuanto a lo de las lenguas, la primera de ellas surgió por casualidad durante un proyecto en Lisboa. En época electoral se me ocurrió boicotear toda la campaña colgando mi propia cara, con un gesto de burla (sacando la lengua), por toda la ciudad.
Se refiere constantemente a su "trabajo" pero sin embargo no vive de ello...
Sí, aunque me encantaría poder llegar a vivir de esto, la verdad es que hasta la fecha el tener que trabajar aquí y allá de lo que sea me da una cierta independencia. Lo mío es una especie de vicio con el que pierdo dinero. Pero cuando llegas a casa después de considerar que has aportado algo positivo a la ciudad y, a cambio, te confiscan el material, ¡te da un bajón! que es casi imposible que no te replantees tu trabajo. Pero en contrapartida también te llegan buenas energías de la gente a la que le gusta y que valora tu arte. Ya lo dijo Naomi Klein: "No es lo mismo la libertad de expresión que el derecho a ser escuchado".

Reino en ruinas. Hasta el 10 de octubre en La Fábrica de Maó. Josep Maria Quadrado, 63.
www.fabricafotos.com