Se cuadruplican los casos de acoso escolar: «Dar un móvil a un menor de 16 años es como entregarle una pistola cargada»

El crecimiento de estos casos escapa a la prevención de los centros educativos

El mal uso de los dispositivos, un problema que no acota la prevención. | Josep Bagur Gomila

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Un total de 186 sesiones formativas realizaron los 13 agentes    locales que ejercieron como    policía tutor en los ocho municipios de la Isla el curso anterior, solo cuatro de ellos con dedicación exclusiva. A estas sesiones se suman las organizadas por los propios centros y las charlas de cuerpos y fuerzas de seguridad del estado sobre acoso escolar, violencia de género, tecnologías de información y comunicación y drogas.

Tamaño despliegue puede interpretarse como insuficiente si lo cotejamos con el hecho que los casos de acoso escolar grave casi se cuadruplicaron hasta llegar a 45, en relación a los 12 del ejercicio anterior. Ese aumento, por tanto, escapa a la prevención    tanto en los centros como en muchas familias, desconocedoras del peligro que supone, por ejemplo, poner un móvil en manos de un menor de 16 años. «Es como darle una pistola cargada y esperar que no se haga daño», indica Maribel Portella, policía tutor de Maó, quien considera que el incremento también puede obedecer al mayor atrevimiento para denunciar las conductas de acoso gracias a la información de que disponen.

Esos 45 casos graves están relacionados en su mayoría, también con el ciberacoso «porque si se da en el patio, el aula o el entorno escolar, también se da en las redes sociales», señala Suso Pieres, policía tutor de Ferreries, en lo que coinciden fuentes de la Conselleria de Presidencia del Govern, responsable del programa.

Suplantación de identidad, grupos de WhatsApp con miembros desconocidos en los que se comparten imágenes de mal gusto y mal uso de los dispositivos que brindan algunos institutos son ejemplos de casos ocurridos en Menorca, adscritos al terreno del acoso.

Un macrogrupo de WhatsApp fue el más generalizado, el año pasado, puesto que abarcó alumnos y alumnas de distintas edades y municipios. Nació con un buen propósito comunicativo pero degeneró por la inclusión de pornografía hasta que los agentes locales abrieron diligencias y tuvo que intervenir la Policía Nacional, admiten dos policías tutores. Muchos de los miembros habían sido incluidos sin su consentimiento.

Otro ejemplo que ilustra el peligro latente del uso de las nuevas tecnologías se dio en un instituto en el que alumnos tomaron fotos de profesores con la tablet que se pone a su disposición para después, mediante inteligencia artificial, crear escenas en las que se besaban y así reírse entre ellos, aunque no llegaron a subirlas a la red. Otros acabaron siendo identificados tras insultos y amenazas a otro alumno ocultando su identidad real, la práctica más extendida.

La creación de perfiles falsos para comunicar con profesores y así obtener información y acceder a redes internas del centro fue otro episodio sucedido en un instituto hace poco tiempo.

«Hoy a los 14 años están espabiladísimos, entienden los mensajes de prevención pero no les llega, falta más responsabilidad de los padres en el uso de los dispositivos, hacerles conscientes de esa responsabilidad, y que realicen un seguimiento del uso que hacen sus hijos», señala Fernando Serrano, que fue diez años policía tutor de Sant Lluís.

Maribel Portella indica, sin embargo, que «los padres hacen lo que pueden aunque la mayoría no sabe suficiente sobre el peligro que tienen». Subraya que los controles parentales «no son suficientes porque hoy en día saben cómo saltárselos». Admite la policía tutor de Maó que la prevención puede no funcionar «pero atañe a todos, padres, centros, policías y la sociedad en general, aunque yo me lo tomo como una motivación para seguir trabajando por ellos, hacer más no debe cansarnos».

El apunte

«Existe una falsa sensación de control en muchas familias»

«El mejor control parental es estar encima de ellos e insistir en la educación», explica Gerard Vila, policía tutor de Ciutadella. Incide, como sus compañeros, en que la sociedad no es consciente del problema porque «existe una falsa sensación de control en muchas familias, que no es real».

El aumento de casos de acoso obedece a que ha ido bajando la edad en la que el menor tiene acceso al móvil, «hay niños y niñas en cuarto de Primaria que ya se pasean con el móvil», por lo que el problema se adelanta y se amplía, indica el agente.

Suso Pieres, además jefe de la Policía Local de Ferreries, subraya que en la actualidad el acoso escolar se magnifica porque se produce en el centro y continúa en las redes. Carlos Veloso, agente de Es Castell, recuerda que en la pandemia «sí hubo más casos de acoso porque pasaban muchas horas en casa y los padres no podían controlar siempre qué hacían ante la pantalla».