El alquiler de habitaciones es la alternativa cada vez menos barata ante la escalada de precios de los pisos. | Gemma Andreu

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El mercado del alquiler está inmerso en plena escalada de precios y no da síntomas de haber tocado techo. El enorme desequilibrio entre la oferta y la demanda se ha convertido en un círculo vicioso para los residentes que se desesperan por encontrar una vivienda, pero claramente virtuoso para los propietarios que buscan sacarle el máximo rendimiento a sus inversiones. En ese contexto ha aterrizado en la Isla un modelo extendido en grandes ciudades que consiste en comprar un gran piso, reformarlo para sacar el mayor número de habitaciones posible y alquilar los llamados «estudios» a precios llamativos.

«Bienvenidos a este espacio coliving urbano en el corazón de Maó». Con ese eufemístico anglicismo que da una pátina de modernidad al asunto arranca el anuncio de las cinco habitaciones que se alquilan por 850 euros al mes cada una en un edificio reformado del centro de Maó. El propietario pretende embolsarse más de 4.000 euros mensuales con un modelo de negocio que sortea la Ley de Arrendamientos Urbanos ofreciendo estancias de al menos seis meses y no contratos de cinco años como marca la normativa en materia de alquiler de vivienda habitual.

Otro anuncio. Siete habitaciones en un piso de 250 metros reformado en las cercanías de la calle Fort de l’Eau a precios que se mueven entre los 600 y los 750 euros al mes, y a los que se aplican recargos a consultar en el caso de que lo alquilen parejas. El reclamo es el mismo, el llamado coliving, cuya traducción en castellano, piso compartido, sin duda pierde glamur. Los gastos de luz, agua, internet, aire acondicionado y calefacción están incluidos en este caso hasta un máximo de 75 euros al mes, pasando factura si se excede esa cantidad

El fomento de un espacio de interconexión entre los inquilinos es el reclamo habitual de unos anuncios que dejan claro que la cocina y el salón son espacios compartidos y que incluso llegan a ofrecer zonas de juegos, dando un enfoque juvenil al producto que contrasta con la admisión de personas de entre 23 y 60 años capaces de demostrar solvencia para hacer frente al pago de la renta. En la mayoría de los casos se veta la presencia de adultos con hijos, siempre amparados ante posibles abusos inmobiliarios por la normativa de protección de menores, según explican voces del sector.

Compradores

Esta realidad se veía venir desde hace meses, cuando inversores de alto poder adquisitivo tanteaban el mercado en busca de grandes pisos en el centro urbano de la ciudad de Llevant, de difícil salida por su necesidad de costosas reformas, de la mano de técnicos que exploraban las posibilidades de subdivisión de la propiedad en estancias privadas, algunas de hasta 40 metros cuadrados, con la vista puesta en lo que ya está ocurriendo.

El apunte

Un modelo que sortea las imposiciones de la ley que regula los arrendamientos

El alquiler de un piso por habitaciones es legal, pero no se rige por la Ley de Arrendamientos Urbanos, ni está afectada por la nueva Ley de Vivienda, sino por el Código Civil, siempre y cuando sea cierto que se trata de estancias temporales. De ese modo no es necesario firmar un contrato a cinco años. En el caso de las renovaciones del contrato –si lo hay– a un inquilino se estaría pisando el terreno de lo que se considera un alquiler de vivienda habitual.