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«La gente no se imagina lo que es esto, la televisión no da una idea real de la catástrofe que hay, es como un territorio destruido por una guerra pero sin tiros». Es el testimonio de Nasi Moll, uno de los bomberos del Consell que permanece en la zona de la DANA desde hace una semana, y ahí seguirá hasta el sábado junto a otros tres compañeros después de que el lunes regresarán los otros cuatro a la Isla.

El contingente balear, del que forma parte el ciutadellenc, trabaja en la población de Sedaví, a 8 kilómetros de Valencia, donde tienen su propio puesto de mando en una zona del Polígono. Alojados en un hotel de Gandía, tanto los bomberos como técnicos de la Dirección General de Emergencias, Ibanat y Protección Civil, a 65 kilómetros de su destino, cada día precisan una hora de ida y una de vuelta para desplazarse a la zona de trabajo asignada.

«Cuando estamos a medio camino cada mañana ya cambia el paisaje y se ve la catástrofe, coches apiñados, montañas de fango, calles colapsadas, porquería por todo, polígonos industriales arrasados, olor a humedad y putrefacción... si no lo ves no te puedes imaginar lo que hay», relata el bombero ciutadellenc.

Fango con aguas fecales

Llama la atención en el pueblo, de unos 10.000 habitantes, «que haya casas con un boquete de entrada y otro de salida por la fuerza del agua que entró por un sitio y salió por otro, todo está lleno de barro».

El cometido en el que se emplean a diario está en inspeccionar y vaciar los garajes de la población, «pero nos encontramos entre 30 y 50 centímetros de fango, sin luz, mezclado con aguas fecales, es muy difícil poder operar para mover los coches». Sería necesario tirar toneladas de agua para licuar el barrizal «pero eso sería aún más trabajoso, y también lo es usar bombas de aspiración».

El equipo se ve obligado a hacer paradas «por los gases de los motores de explosión, hay que parar y ventilar, no es solo entrar y sacar coches, es trabajar rodeados de mierda», explica, mientras pequeños vehículos con pala retiran todo lo que pueden de esa viscosidad acumulada. Las estructuras están saturadas y la humedad es absoluta.

Ayuda con maquinaria de la UME

En esas condiciones mover 17 coches sin conocer qué hay abajo es toda una aventura. Los bomberos trabajan con herramientas ligeras para cometidos manuales mientras que la UME aporta la maquinaria pesada para retirar todo lo que sea posible.

El grupo de bomberos menorquines que trabaja en Sedaví.

En medio del panorama devastador a Nasi Coll le llama especialmente la atención la actitud de los valencianos, «la gente parece que se ha ido resignando y acostumbrando a lo que ha de ver cada día, son muy fuerte los valencianos porque viendo todo lo que les ha pasado y lo que han perdido aún ponen buena cara y alguna sonrisa».

Como ejemplo, explica que el domingo estaban desatascando un desagüe y un hombre limpiaba los bajos con una máquina kärcher, «como vio que no podíamos, vino y nos ofreció su máquina, y aunque le dijimos que no, insistió para que pudiéramos seguir nosotros porque dijo que era más importante que lo suyo».

El futuro lo adivina harto complicado en función de las consecuencias de la DANA. «Estos pueblos no volverán a tener un mínimo de normalidad hasta dentro de muchos meses, ni uno, ni dos, ni tres», aventura el bombero menorquín.

El apunte

Trabajo de sol a sol, ropa de recambio y ayuda de los vecinos

Los bomberos se levantan a las 6 de la mañana cada día y regresan al hotel de Gandía pasadas las 20.30 horas. El avituallamiento está gestionado por el puesto de mando del Govern en Sedaví, «pero la gente nos brinda de todo, hasta entrar en sus casas para acudir al baño durante la jornada», comenta Nasi Moll. Los bomberos de las tres islas utilizan los EPI, botas de agua, mascarillas, con prendas de recambio suficientes, por lo general, debido a la suciedad diaria por las condiciones del trabajo.