Dos jóvenes pasan la noche al raso en un muelle del puerto de Maó la semana pasada. | D.C.

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Dormir al raso no supone una práctica novedosa, más al contrario, la juventud, principalmente, la ha utilizado desde siempre porque ninguna normativa administrativa municipal o supramunicipal lo prohíbe mientras que no se confunda con una acampada en la que se utilizan tiendas o elementos de sujeción similares, restringidos a lugares habilitados por los municipios para hacerla.

Desde el placer que supone contemplar el cielo estrellado durante una noche de verano en buena compañía, no obstante, se está pasando al denominado vivac, es decir, dormir a la intemperie, ya sea con o sin talego, bolsa o saco de dormir, como recurso juvenil para «menorquear», o lo que es lo mismo, disfrutar de la Isla a coste cero en lo que a la pernoctación se refiere durante su estancia.

A la redacción de este diario llegan este verano más que en los anteriores, fotografías captadas por ciudadanos que muestran un creciente uso de la vía pública para pernoctar, como puede apreciarse en los ejemplos tomados para este artículo. Hamacas instaladas en la Plaça des Pins, de Ciutadella, dos jóvenes en un muelle del puerto de Maó u otro durmiendo en la parte trasera de su furgoneta no son comportamientos aislados para evitar el coste de la pernoctación en alojamientos turísticos.

Un joven manipula una hamaca situada entre un árbol y una farola en la plaza des Pins, de Ciutadella, a primera hora de la mañana del miércoles, mientras otro duerme en la hamaca inferior, en la vía pública.

Pasar la noche al raso se suma, inevitablemente, a la explosión de las autocaravanas, fácilmente comprobable en aparcamientos y carreteras de la Isla, aumentada desde la pandemia de la covid.
«Si la persona duerme en un banco o en la playa, sin acampar no comete ninguna ilegalidad y más con este calor», apunta Francesc Pons, jefe de la Policía Local de Alaior. Sí lo hacen si instalan hamacas entre árboles farolas u otros soportes metálicos, como el reciente ejemplo de Ciutadella o años atrás, el de un grupo de jóvenes que las colocó en el parking del aeropuerto. Se trata, en todo caso, de una infracción de carácter leve, con una multa de 100 a 750 euros, que normalmente no llega a ponerse. «Los jóvenes eran escoltas y cuando los agentes les indicaron que estaba prohibido, lo entendieron, recogieron y se marcharon», narra el jefe de la Policía de Ciutadella, Diego Pastrana. Cualquier otro uso de elementos que ocupen la vía pública, también para pasar la noche, precisarían una licencia municipal que no se concede. Se trata de aplicar el sentido común aunque a algunos les cueste más entenderlo.

En cuanto a las personas que pasan una o varias noches en la playa, hay una mayor flexibilidad en la normativa. Joaquín Salvador, oficial coordinador de playas de Ciutadella, recuerda que sí se puede dormir bajo un pequeño toldo o paravientos siempre que no tengan sistemas de cierre y queden abiertos para protegerse de la humedad, «y la verdad es que la gente es respetuosa cuando se les advierte», indica el agente.

Un hombre dormita en la parte trasera de su vehículo, en Fornells. Foto: J.M.

Duchas

La pernoctación a la intemperie, en contacto con la naturaleza, choca este año con el cierre de la mayoría de duchas en las playas debido a las necesarias restricciones que estos veraneantes de bajo coste utilizaban para su aseo general. «Ahora se buscan la vida como pueden, las hay en el albergue de Es Pinaret, o en algunos chiringuitos donde por un euro se ducha cuatro, como en el de Macarella», explica otro policía.

El apunte

Los escoltas informan a los ayuntamientos antes del viaje

Los numerosos grupos de jóvenes escoltas, tanto mallorquines como catalanes, que se desplazan a Menorca en verano conocen y respetan la normativa de acampada.Tanto es así que comunican por escrito con anterioridad a los municipios su calendario de pernoctaciones en las playas de cada municipio, compartido con la estancia en campings o albergues. «Tienen un buen comportamiento y cuando nos informen tomamos notas y les advertimos de la normativa municipal», explica el jefe de la Policía Local de Ferreries, Jesús Pieres, cuyo testimonio coincide con los de Alaior y Ciutadella.