Tras ser proclamado alcalde, así lo ordena aritmética al sumar once más que diez, Llorenç Ferrer Monjo asió por primera vez el supremo símbolo del poder del primer munícipe y lo colocó a su vera. Todo sin alharacas ni ruidos.
Visto y no visto. Aquel momento crucial sucedió con gran rapidez. Así se consumó, este viernesw, en el ambiente canicular, tenso y denso del Salón Gótico de Ciutadella, el traspaso de poderes. No está previsto ningún encuentro entre la alcaldesa saliente y el alcalde entrante.
Llorenç Ferrer se reunirá el lunes con la secretaria, Catalina Barceló Martí, y andará con pies de plomo. Será parco y sobrio en palabras y declaraciones. Este viernes pronunció la intervención más breve, pero también la más política.
Sabe que gran parte de la población, también numerosos votantes de las formaciones de izquierda, no entienden este relevo tan precipitado, después del fracaso protagonizado por PSOE, PSM y Ciutadella Endavant que en junio de 2023 no supieron ponerse de acuerdo.
Frente a la ‘infamia', ‘lo chupiguay', la ‘vergüenza' y las ‘razones de poder, silla y sueldos' que esgrimen el PP y la concejal de Vox Maite de Medrano, la izquierda invoca que ‘representa la mayoría', proclama que ‘lo ordena la democracia' y que se trata de ‘restablecer la normalidad institucional'.
En las intervenciones de Sandra Moll, Maria Jesús Bagur y Carla Gener subyace el mismo mensaje tras un examen de conciencia que se ha prolongado durante trece meses y se ha cobrado las dimisiones de Carol Cerdá y Pedro Capó: arrepentimiento y propósito de enmienda. Corregir el error cometido hace un año, cuando las desconfianzas mutuas frustraron un nuevo pacto tripartito.
Sostiene Ferrer que el pasado es pasado y no hay que mirar atrás. Sito debe averiguar por qué, siendo el número tres de la lista del PSOE, un día se convirtió en alcaldable, y este viernes, en el sucesor de Pons Torres. Qué ha sucedido para que empuñe hoy la vara de mando. Hoy es el ‘día D' para el nuevo alcalde al empezar su mandato.