Juanmi Llompart, con el puerto de Ciutadella al fondo.  | Josep Bagur Gomila

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Joan Miquel Llompart fue elegido, el 5 de abril, presidente del Club Nàutic Ciutadella. Fue en unas elecciones en la que participaron casi la mitad de sus 809 socios. Una convocatoria que sorprendió a todos por esta gran participación y que sirvió no solo para pasar página a los últimos tiempos con ciertas discrepancias internas, sino también, precisamente, para demostrar que la entidad está bien viva, con una importante masa social.

¿Esperaba tanta participación?

—Ni nosotros, ni nadie. Fue histórico, no había ocurrido nunca. Tampoco ha habido tantas elecciones, se solía pasar de una junta a otra sin demasiadas complicaciones. Hubo mucha participación y fue un día bonito, aparecieron socios que hacía tiempo que no venían. Entre casi cuatrocientas personas, había familiares, niños, fue bonito, creo que nunca había visto a tanta gente en el club.

Es un buen indicativo.

—Sí, sí, de que el club está vivo.

Usted ha estado en las dos últimas directivas, ¿la presidencia es una evolución natural?

—Creo que conozco bien el club, en todos los sentidos. A nivel deportivo hago pesca submarina de toda la vida, y pesca. Mis hijos son piragüistas, mi padre ha venido siempre por el club. No participo, pero me gusta ver las regatas, me gusta ir a Palma a ver la Copa del Rey. Conozco bien las secciones y, a nivel interno, sé como funciona, los problemas y la operativa que tiene.

¿Qué le animó a presentarse?

—Lo que acabó de decidirme fue el gran equipo que tenemos y las ganas que hay de trabajar y de que vaya bien. En la junta hay gente con experiencia, que ha estado en anteriores directivas, y otros que no habían estado.

La última junta empezó bien, reformó la sede, pero se torció.

—Las anteriores directivas fueron ahorrando y la última decidió impulsar la reforma del edificio. Hacía falta y ha quedado bien. Luego, por varios motivos, uno por trabajo, otro, por poca disponibilidad, lo fueron dejando, pero hay que mirar adelante y volver a la calma.

¿Cómo valora la gestión de Gonçal Moll?

—Se trabajó mucho y creo que muy bien. Quizá fallaron las formas, haber consultado un poco más con la asamblea, pero aparte de eso, poco se puede decir del trabajo hecho, tanto del cambio de imagen, el logo, el edificio, la reordenación de amarres. Se hizo bien y hay que continuarlo.

¿Qué es lo primero que ha hecho la nueva directiva?

—La primera semana ha sido de toma de contacto, recuperar todo lo que se ha hecho en tema de informática, haciendo los papeleos en las consellerias y ya preparamos lo que dijimos que haríamos, las auditorías contable y de amarres, porque queremos presentarlo en la primera asamblea, dentro de un mes y medio. También el ascensor, porque habría que ejecutar las obras después de la temporada.

Se ha digitalizado el club.

—Estamos en ello. Se han puesto las bases, que creo que se podrá aprovechar bien, pero queda trabajo por hacer. Hay mucho empezado y poco terminado.

¿Cuál es su principal reto?

—Lograr el bienestar social, que los socios se sientan como en su casa. En lo deportivo, mejorar y reforzar las secciones, apoyar a los deportistas. Queremos volver a lo de antes, recuperar las salidas sociales, las reuniones, las competiciones, las salidas a la mar, que vuelvan las fritadas, las comidas de socios, el sonido de guitarras.

¿Y a nivel de gestión?

—Luchar por la gestión de Cala en Busquets. Es una pieza clave para Es Nàutic. Tenemos una concesión temporal corta, acaba pronto y queremos renovarla por el mayor tiempo que podamos.

¿Están en juego muchos amarres?

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—Cien. Para el club representa buena parte de sus ingresos.

¿Cómo está el tema de la regularización de los amarres?

—Bastante bien, aunque hay que acabarlo. No significa que antes se hubiera hecho mal, eran otros tiempos y las cosas se hacían de otra manera. Hoy en día, el club ha crecido mucho y todo había quedado algo desfasado. Pero lo que somos hoy, es gracias a los que estuvieron antes, que nos dieron estas instalaciones, la gasolinera, Cala en Busquets. Nosotros tenemos que conservarlo y mejorarlo.

¿Cuántos amarres gestionan? Aún hay mucha lista de espera.

—Los cien de Cala en Busquets, otro centenar de base [en la pasarela] y los de tránsito, de los que también andamos cortos. Este año abrimos las reservas on line a las 12 y a los dos minutos se habían agotado. Algunos nos escribieron a las 12.05 y tuvimos que decirles que no quedaban amarres. No se lo creían. Hay mucha demanda.

¿Es el principal ingreso?

—Sí. Queremos que las cuotas de los socios sigan siendo simbólicas. Pagamos 100 euros al año, no tiene nada que ver con lo que se paga en otros clubes. En lo deportivo, también son cuotas simbólicas, un piragüista, un submarinista, paga muy poquito, 10 euros al mes, para entrar en las instalaciones y disfrutar del club. El dinero viene del tránsito y de la gasolinera.

¿Fue un acierto asumir la gestión de la gasolinera?

—Sí. Primero, no la junta anterior, ni la otra, sino la de antes, pudo incorporar la gasolinera dentro de la concesión. Con el negocio asegurado para todos los años de concesión, la última junta lo estudió y se decidió la gestión directa. Y ha sido un éxito, de momento seguiremos así.

¿Qué queda por hacer en cuanto a instalaciones?

—Quedan cosillas. Lo más gordo está hecho, con la rehabilitación del edificio. Para completar el proyecto de actividades, queda poner un ascensor. Hay un proyecto hecho que recuperaremos y poco más. A nivel de inversión queremos revisar la pasarela, tenemos que ver si es cuestión de hacer un mantenimiento y sanear lo que hay, o sustituirla. Estudiaremos diferentes propuestas, pero está muy verde, hay que hacer números y presentarlo a la asamblea. También hay mantenimientos por hacer, y queremos estudiar si reordenamos la zona de fingers o si los quitamos.

¿Y en Cala en Busquets?

—Si logramos alargar la concesión haremos mejoras, poner luz, agua. Con contratos tan cortos es difícil hacerlas.

¿Concluyó la revisión de la lista sexta?

—Los estatutos y el reglamento del club dice que no puede haber lista sexta en los amarres de base, en los de tránsito no hay problema. En amarres de base, se acabó, no hay ninguna barca de lista sexta.

Durante la campaña hablaron de lo importante que visibilizar la masa social del club para prorrogar las concesiones, en un contexto en el cual los clubes náuticos las están perdiendo y, con ello, su labor social y deportiva.

—Parece que la tendencia [de la administración] es privatizar o licitar las instalaciones. ¿Qué ocurre? Que los clubes náuticos no son los que más dinero tienen, hay empresas privadas que evidentemente tienen mucho más capital.

¿Qué necesidades tiene hoy el puerto de Ciutadella?

—¡Amarres! Nosotros tenemos una lista de espera de 400 y Ports, otra igual. Decían de hacer una marina seca, que saldría a concurso, pero está todo muy verde y con el cambio de Govern hay que ver qué idea tienen. Quizá así la lista avanzaría un poco, pero no lo tengo tan claro, se ha de estudiar, pero es complicado. Lo primero será llamar a la puerta de Govern y reunirnos con ellos.

¿Cómo ve las secciones del club?

—Hay que mejorarlas. Haremos un estudio de todas ellas, con los vocales, los directores técnicos y los coordinadores deportivos, para ver qué necesidades tienen e impulsarlas a tope, apoyando a los deportistas.

¿Qué pasará con el nuevo logo?

—Está pendiente de aprobar por asamblea y presentarlo ante la conselleria. Es obligatorio y no se ha hecho. Seguramente lo hablaremos en la próxima asamblea, yo creo que gusta a la mayoría, pero si se decide volver al anterior, se hará. Yo votaré quedarnos con el nuevo, pero también me gusta el anterior, es el de toda la vida, con el que he ido a todos lados, aunque tampoco está registrado.