Dos usuarios sobre una moto de alquiler. | Katerina Pu

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«No sé conducir motos pero aprendo rápido», esgrime un joven en el mostrador de una empresa local de alquiler con sede en Maó para que el empleado de turno le entregue el scooter. Así define uno de sus responsables la temeraria actitud de algunos clientes, decididos a tomar el vehículo de dos ruedas, a un bajo precio, como sea.

Esa es la consecuencia, en parte, de la entrada en este sector de los grandes rent a car el año pasado, cuando no podían adquirir coches porque no había suministro. Su presencia en el mercado ha bajado los precios y atraído a más clientela disparando la demanda. Las empresas consultadas admiten haber aumentado y cuadruplicado, incluso en algunos casos, su flota de motos para expander el negocio desde que lo iniciaron pese a esta nueva competencia.

Una moto por 70 euros a la semana

Hoy, sin embargo, «se puede alquilar una scooter una semana por 70 euros», indica un veterano empresario local, pero luego hay letra pequeña por extras y seguros «porque para las grandes empresas el negocio no está en el alquiler sino en todo lo demás».

Las casas con años en el sector se muestran contundentes al asegurar que realizan todos los filtros que establece la ley a la hora de alquilar un scooter a un cliente. «Nosotros pedimos al menos un año de experiencia», asegura Marcelo, de Balear Alquiler motos, con varias sedes en la Isla. Los titulares de firmas similares indican que comprobar los conocimientos es muy sencillo, «basta esperar a que se suba por primera vez a la moto para ver si ha conducido antes o no». Por eso, explica Fran Juliano, de Ride On Scooter,  hace una semana «retiré siete motos que estaban rerservadas y pagadas porque cuando las fuimos a entregar vimos que no tenían la más mínima experiencia y suponían un peligro».

Estos filtros, señalan las mismas fuentes, no siempre se cumplen en las grandes multinacionales, «aunque yo no creo que se mantengan mucho tiempo», señala el mismo empresario. «No es un negocio rentable para ellas a la hora de alquilar y posteriormente vender los scooters como sí lo son los coches». De todas formas, indica Marcelo, «no hay tanta rentabilidad este año, la gente busca lo más barato de lo barato y hay que competir con los precios tan bajos».

Juliano, que empezó con 25 motos y ya tiene una flota de 900, fundamentalmente por las compras que ha hecho los tres últimos años, explica que «este no es un negocio sencillo, las motos requieren mantenimiento diario que genera gastos y hay que estar encima de ellas, lo que no sucede con las grandes multinacionales».