En el hábitat presidencial. Susana Mora, en su despacho, el pasado martes, fecha de la entrevista, antes de que, como muchos, se tome en estas fechas unos días de asuete antes de encarar el último tramo del mandato, que concluirá en las elecciones de mayo. | Gemma Andreu

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Acostumbrada a decisiones de impacto sobre Menorca, acaba de dar una noticia personal, su próxima y tercera maternidad, que no es óbice para seguir al pie del cañón y analizar la actualidad política. Susana Mora afronta el último tramo de su segundo mandato como presidenta del Consell de Menorca con fuerza de ánimo y claridad de ideas a cinco meses de pasar otra vez la reválida de las urnas.

Si he calculado bien, la constitución de la próxima corporación le va a pillar de parto, ¿se va a tomar la baja reglamentaria de 16 semanas?

-Ya veremos, hay seis semanas de recuperación que, en teoría, son irrenunciables. En los dos anteriores he hecho ese tiempo.

¿Cómo está Menorca al finalizar 2022?

-Está fuerte y con esperanza, muy bien posicionada dentro de este mundo global. A nadie se le escapa que hemos vivido unos años de muchas adversidades, primero la covid con una incertidumbre no conocida por las generaciones acuales y después a nivel económico y hemos sido capaces de superarlo con nota, creo.

Pero eso está pasado.

-Ahora vivimos una situación difícil otra vez por la inflación derivada de una guerra en Europa y, pese a ello, Menorca está sólida, luchando por cómo mejorar un modelo económico que ha sido discutido durante muchos años por los propios menorquines, siempre inconformistas, como debemos serlo, pero que se ha demostrado válido.

¿Cuál es el reto para 2023?

-De entrada, aprovechar este buen posicionamiento para que la situación de estabilidad, que puede parecer coyuntural, se convierta en estructural.

¿A qué se refiere?

-A que tenemos una buena base. Durante años se ha trabajado por un modelo económico de sostenibilidad, crecimiento ligado a calidad y diversificación y ahora hemos de ser capaces de que lo que en otros territorios está siendo una moda no lo sea sino aprovechar esta «moda» para consolidar el modelo en el que llevamos años trabajando.

¿Podemos concretar esos retos?

-Son muchos, el reto de aprobar el PTI de manera definitiva, el de abordar la gestión del turismo de una manera más transversal desde esta buena posición estructural y coyuntural para conseguir superar esa dicotomía eterna de los menorquines entre queremos o no queremos, queremos, sí, pero un turismo sostenible durante todo el año. Abordemos ese reto durante 2023. Y, a medio plazo, el reto de la vivienda.

Ese parece el reto eternamente pendiente.

-Hemos estado centrados en retos mayúsculos como la gestión del cambio climático, la descarbonización o la gestión de nuestro modelo territorial, el de la vivienda nos ha ocupado pero es tan sumamente poliédrico que necesita ser abordado de una vez por todas por las administraciones. Es un reto para el próximo mandato.

A parte de embarazada, ¿cómo va a llegar a unas elecciones tan cercanas ya?

-Muy ilusionada y con mucha fuerza. Y ahora también con una perspectiva que antes no tenía, serán mis terceras elecciones.

¿Cuáles han sido las más difíciles?

-Las del 15, sin duda. Llegabas con mucha ilusión pero el desconocimiento y la inexperiencia eran notables. Ahora la experiencia te da tranquilidad para saber cómo abordar esos retos.

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¿Va a mover el banquillo, habrá renovación en su lista?

-Es pronto para saberlo, estamos abordando los cierres de listas, trabajamos en ello para proponer a la sociedad menorquina un equipo competente, con ilusión, con fuerza y que cumpla esas variables que conoces de cuotas territoriales.

¿Renovación al 50 por ciento?

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-Te mentiría si te diera un porcentaje, no lo sé.

Los que repiten alegan que les han quedado cosas por hacer, ¿ocho años no son suficientes?

-Hemos hecho muchas cosas, pero siempre quedan y quedarán otras. Cuando un político o una persona en cualquier propósito en su vida cree que ya lo tiene todo hecho es el momento de retirarse de allí donde esté.

¿Cómo explica que el tramo de la carretera Maó-Alaior siga ochos años después prácticamente como la encontró?

-No es un problema de este equipo y los últimos ocho años. Ha pasado por varios equipos de gestión, entre ellos el mandato de 2011 a 2015, donde se hubiera podido hacer más carretera, había proyectos en la mesa que decidieron desdibujar también por ideas políticas. Pero sí, queda por hacer, no se puede negar la evidencia, sería irresponsable.

¿Ha faltado decisión?

-Hemos hecho el tramo Ferreries-Ciutadella, la entrada a Alaior, no me cansaré de decir que si en el mandato del PP se hubiera empezado por ese nudo en vez de los que comenzaron no habríamos tenido este problema.

Eso no excusa los ocho años de líneas amarillas en varios kilómetros.

-Es el tramo en discordia y la ciudadanía está agotada, lo sé. Está así por una cuestión de coherencia, en 2015 nos presentamos como equipo de gobierno de diferentes fuerzas políticas con un acuerdo que realmente cerramos con la ciudadanía menorquina, que era la que instaba contra este modelo de carretera, no queremos esos puentes. Entonces comprometimos nuestra gestión intentando llegar hasta el final para que el modelo que encontramos no fuera una realidad.

¿Dónde estamos ahora?

-El enlace de L'Argentina no tiene alternativas por motivos técnicos y de seguridad y tiramos adelante. El de Rafal Rubí es el que aún mantenemos la esperanza de poder cumplir aquella promesa y llegaremos hasta el final.

¿Hay decisión o todavía no?

-Se está redactando el proyecto vinculado a los criterios paisajístico, que van ligados al PTI y nuestra intención es que ese puente no se lleve a cabo. Se está trabajando con esos criterios.

¿Tampoco han bastado ocho años para la Menorca Talayótica?

-Esto realmente ha sido mala suerte, sí que han bastado, tenemos un expediente muy sólido, no es que lo diga yo como presidenta sino los técnicos y quienes entienden de la materia. Estamos ahí y hubiera sido una realidad en 2022 sin la guerra en Ucrania.

¿Ha pasado Milà de solución a problema?

-No, siempre es solución. De hecho es uno de los buques insignia de Menorca en muchos aspectos, lo es en cuanto a planta de residuos y lo es en cuanto a parque eólico, es el único de la Islas. Por mucho que se llenen otros la boca de energías renovables, Menorca fue pionera y lo va a seguir siendo cuando salga adelante el proyecto de repotenciación, trabajamos ya en la licitación y saldrá estos días.

¿Y los residuos?

-Tenemos una planta, que también es pionera en cuanto a modelo, pero que ha generado la problemática ya conocida y ha de ser abordada con la importancia que tiene y discernir lo que ha sucedido al tiempo que requiere avanzar en los pasos marcados como es la planta de biogás. Estaba planificada para 2024 y requiere ser acelarada, es una necesidad.

¿Son necesarios más de 600 funcionarios en el Consell?

-Entiendo los comentarios que la cifra provoca entre la población, soy abogada laboralista. Es un mantra, pero el Consell es la administración de toda la Isla, trabaja para 90.000 personas, es la principal empresa después del IB-Salut. En segundo lugar, si somos pocos o muchos, creo que después de todo lo que hemos vivido, se ha puesto de manifiesto la necesidad de tener una administración fuerte, es imperativo en una socialdemocracia que quiere avanzar en prosperidad de sus ciudadanos. Son trabajadores que desarrollan servicios para esa sociedad.

¿Cómo acabar entonces con ese mantra?

-Viendo la ciudadanía el retorno de ese trabajo. Somos imprescindibles en bienestar social, por ejemplo, en ordenación del territorio, en medio ambiente, en cultura, necesitamos mano de obra para dar un mejor servicio. Lo que hay que exigir a la administración no es que sea grande o pequeña, sino que sea fuerte y dé el servicio que la sociedad se merece.