Joaquim Coello Brufau (Salamanca), es ingeniero naval, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Navales y Oceánicos, consejero de varias empresas y hoy desempeña la presidencia de la Asociación Estatal de Empresas Operadoras Portuarias.
Numerario de la Real Academia de Ingeniería, también es patrón de la Fundación Pasqual Maragall, del Palau de la Música Catalana, de FemCat y la Fundación Carulla. En 1978 culminó la travesía del Atlántico en solitario, año en que fue nombrado «Mejor Deportista Náutico».
Sabe navegar en el mar y en tierra, donde combina el manejo de una eficaz y extensa agenda con el trato amable de la relación social y un humanismo filosófico.
¿Ha de aspirar Menorca a obtener fondos del plan Next Generation UE?
—Sin duda, es una oportunidad que no puede desperdiciar.
¿Por qué constituyen una oportunidad para Menorca?
—El objetivo de estos fondos consiste en hacer más eficiente la economía europea a través de una transformación profunda basada en el medio ambiente y la digitalización. Estos dos principios encajan bien en Menorca. El medio ambiente supone preservación y esta es la línea estratégica del desarrollo menorquín. Con la digitalización se puede atraer talento que vendrá y vivirá en la Isla por su atractivo y las excelentes condiciones de vida, y podrá trabajar de manera global e integral. La digitalización facilita compatibilizar el entorno local con el marco global.
¿El hecho de ser Menorca Reserva de Biosfera facilitará la obtención de estos recursos?
—Debería. Hay que traducir un concepto, Reserva de Biosfera de Menorca, en políticas concretas aplicadas y practicadas. Aquí hay camino a recorrer, es decir, no es una reiteración, es un camino aún no recorrido.
¿A qué se refiere cuando afirma que la gestión de la economía menorquina se debe hacer a partir del balance y no de la cuenta de resultados?
—El balance preserva el activo, forma parte sustancial del mismo. La cuenta de resultados no, solo mide el beneficio como diferencia de ventas y la suma de costes de las ventas, material y trabajo, y costes fijos, lo necesario para realizar la actividad. El activo no está presente. Si Menorca malbarata su activo, impide el desarrollo futuro porque la generación de recursos está basada en su singular y especial valor.
¿Cuál es su valoración de los proyectos menorquines que aspiran a los fondos europeos?
—Hay unos diez, puede haber más, y considero que su dimensión es acorde con la Isla y entroncados de manera armónica en su economía y entorno social.
¿A quién corresponde defender estos proyectos?
—Hasta ahora a los promotores. Una vez planteados y demostrada su viabilidad económica, corresponde a las administraciones darles apoyo y cobertura económica y, si es el caso, legal.
¿Es optimista en cuanto a que consigan prosperar?
—Sí porque generan beneficio para todos, gobierno local y central, y la sociedad menorquina en general y, lógicamente, para sus promotores, que los crean y arriesgan su dinero en llevarlos a cabo.
¿Cómo valora el papel del Cercle d'Economia de Menorca al impulsar estos proyectos?
—Como catalizador y promotor. Y siempre hay nombres propios, Francisco Tutzó, Guillem López Casasnovas, Joan Sánchez Tuomala, Rafael Suñol, Enric Picanyol.
¿Hay que ejercer de ‘lobby' para los proyectos locales?
—Sí. Ya se está haciendo, diría que hasta ahora con éxito.
¿Cómo se está haciendo y desarrollando esta función?
—Se ha hecho lo que había que hacer: plantear los proyectos, planificarlos, costearlos, definir los recursos, etc. Ahora el Gobierno central debe hacer su parte. Si realiza con éxito esta función, ganará las próximas elecciones legislativas dentro de dos años, si fracasa, por la razón que sea, las perderá. La oportunidad si se hace bien, y el riesgo, si no se hace bien, ambos, son inmensos. Para España históricos, porque tardarán años en repetirse.
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