Hábitat. Una imagen del fondo marino tomada en la zona del vertido por Oceana, que advierte que el título de Reserva podría peligrar - Archivo

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Menorca corre el riesgo de ser amonestada por la UNESCO debido al dragado del puerto de Maó -cuyos trabajos está previsto que comiencen este mes de marzo-, si el organismo internacional toma en consideración la denuncia formulada por Oceana. La entidad ecologista remitió ayer una denuncia a la sede de la organización de Naciones Unidas en París contra el proyecto de verter al mar los fangos que serán extraídos de la rada mahonesa, según lo previsto por Autoridad Portuaria de Balears (APB).

Oceana emitió ayer un comunicado en el que anunció su decisión de acudir directamente a la UNESCO, desde donde se emitió el reconocimiento de Reserva de Biosfera en 1993, e insistió en que el material a dragar contiene altos niveles de elementos contaminantes como mercurio, plomo y cobre. Por todo ello la organización mundial de defensa de los ecosistemas marinos cree que el proyecto debe paralizarse hasta que no exista un plan de descontaminación de dichos fangos.

"Menorca ondea fuerte la bandera de la Reserva de Biosfera, es una etiqueta muy importante para la Isla, que ya está promocionando el XX aniversario de esta figura, y ésta es una actividad agresiva que pone en peligro ese título", declaró ayer a 'Es Diari' la científica marina de Oceana, Silvia García, sobre el vertido.

"Es chocante y contradictorio que Autoridad Portuaria advirtiera que echaban los fangos al mar porque en tierra haría falta mucha extensión para depositarlos y un recinto hermético", añadió, "si no contaminan ¿por qué entonces era eso necesario?", se preguntó la representante de Oceana. García afirmó que el proyecto se plantea con una "visión antigua del mar, como si éste pudiera absorberlo todo, y eso no es así, y menos con las leyes actuales", recalcó, convencida de que la UNESCO intervendrá e incluso podría enviar una comisión a la Isla, como hace en los casos de denuncias sobre conservación del patrimonio.

Aunque los ecologistas no tienen constancia de la retirada del título de Reserva de Biosfera a ningún territorio español, sí que se conocen casos en los que dicho estatus ha estado en peligro por incumplir las exigencias de la UNESCO. Lanzarote estuvo bajo el punto de mira del Comité Man and Biosphere (MAB) por la destrucción de territorio y por las infracciones urbanísticas cometidas por algunos grupos hoteleros; la degradación de las Tablas de Daimiel, incluida en la Reserva Mancha Húmeda, y la sobreexplotación de acuíferos a punto estuvo de costarle dicho título; y los ecologistas del GOB recuerdan que el primer proyecto del dique de Ciutadella, que incluía el brazo exterior, un puerto deportivo y una urbanización con oferta de golf, también provocó las advertencias del Comité MaB.

"La declaración es un compromiso ético, no es una ley, pero podría existir una recomendación de la UNESCO a raíz de esta denuncia de Oceana", aseguró Miquel Camps, coordinador de Política Territorial del Grup Balear de Defensa de la Naturalesa en Menorca. "Acudir a este organismo ahora es una opción mejor que la imagen que podría ofrecer Menorca a todo el mundo con un barco tirando los fangos del vertido al mar", añadió.

Esa misma reflexión es la que la entidad ecologista menorquina ha realizado en una carta que ha dirigido al presidente del Consell, Santiago Tadeo, para pedirle que tenga en cuenta los informes emitidos sobre los fangos, incluidos los del Instituto Español de Oceanografía, y que reflexione sobre si el mejor destino del material dragado es el mar.

De hecho, Camps afirmó que confían más en una reacción de las instituciones locales, Consell y ayuntamientos, que de Autoridad Portuaria, ya que el ente "tiene un campo de visión muy reducido, su competencia solo es el puerto de Maó". El portavoz del GOB insistió en reconocer que el dragado es necesario, pero rechazó la opción de devolver al mar unos fangos que incluirán los vertidos realizados en los años 1970 procedentes de la industria bisutera. Su alternativa es que se descontaminen en tierra y apuntan hacia el vertedero de Milà.