Raúl Álvarez nos invita a la reflexión con el documental "Land awakening" (2011), un viaje a través de la agricultura con el que explora la relación del hombre con la tierra, la comunicación entre ambos, y reivindica la urgencia de un cambio para asegurar el futuro: "En lugar de explotarla, hay que verla como una fuente de vida", señala al respecto. Su aspiración en los tiempos que vivimos se antoja casi un sueño pero para este realizador canadiense, de origen mexicano, no hay nada imposible.
Con un discurso rebosante de positivismo, Álvarez, que ayer por la tarde presentó su película en un acto organizado en la sede del Consell por Maó en Transició, exhibe una fe casi ciega en la capacidad de creación y movilización de los ciudadanos para revertir la situación y recuperar la olvidada conexión con la naturaleza. "Tenemos que cambiar el concepto de utopía porque en realidad sí que es alcanzable; la utopía se está construyendo día a día, estamos haciendo el cambio, lo estamos viviendo", asegura con una convicción contagiosa.
Y ejemplos para confiar en ello no le faltan. El problema, añade, es la escasa visibilidad que se les confiere. Ante esto, reivindica un cambio en los medios de comunicación y les urge a que aborden los temas "con honestidad y con responsabilidad". "La gente quiere saber y el aprendizaje es necesario para propiciar y afrontar el cambio", razona. Se podría decir, pues, que "Land awakening", aparte del inicio de una profunda transformación en su vida, es su granito de arena para dar voz a esta nueva realidad.
En la película, producida por él mismo, se pueden ver diferentes experiencias relacionadas con la agricultura ecológica, la permacultura, la agricultura natural y la recuperación y revalorización de las plantas silvestres que nos empujan a creer, de nuevo, en el valor de la comunidad como vía para construir una sociedad más justa e igualitaria, a partir de una organización horizontal. "No es necesario recurrir a instancias superiores para vivir bien", esgrime.
Aparentemente este nuevo orden resulta imposible de alcanzar con la actual deriva económica y política, algo que el cineasta canadiense-mexicano niega con rotundidad. De hecho, después de recordar que los tiempos de crisis "siempre son tiempos de oportunidades", asegura que este movimiento ya ha empezado a caminar –"se están produciendo cambios de manera silenciosa", apunta a este respecto- y aventura que se consolidará con el definitivo colapso del capitalismo y de su manifestación más reciente y agresiva, el neoliberalismo. A este respecto, utiliza un dicho de su país natal que a la postre resulta muy gráfico: "El neoliberalismo es la patada de ahogado del capitalismo".
No hay en su discurso lugar para el desánimo. "Nos hacen ser pasivos, creer que lo somos, que no podemos hacer nada, pero el potencial que tenemos es increíble", sostiene. Las experiencias personales y colectivas recogidas en "Land awakening", corroboran esta convicción. Para hacer realidad este documental, Álvarez recorrió a lo largo de seis meses parajes de Catalunya, Francia, Italia y Grecia y recopiló numerosas experiencias de agricultores, cooperativistas y botánicos para acabar haciendo el que hasta la fecha es su proyecto más personal y ambicioso.
Reconoce, sin embargo, que ya trabaja en un nuevo documental centrado en la educación.
A su entender, ésta debe ser rescatada, al igual que la política y la democracia. "Quiero cuestionar el paradigma de la educación tal y como la conocemos hasta ahora, es decir, concebida de arriba a abajo e impartida en cajas; la educación también debe abrirse a la comunidad", señala. Pese a que se encuentra en un estadio muy embrionario, ya tiene en mente un posible título: "Living learning", frase que "recoge la esencia de la que debería ser la educación que sueño, una educación en la que te cuestiones permanentemente lo que haces, lo que aprendes, alejada del modelo actual con el que nos enajenan, nos limitan y nos amoldan con la finalidad de crear ciudadanos obedientes".
El encuentro con este comprometido y entusiasta director de cine y televisión termina con la misma convicción con la que había empezado: "Nos han dado una buena sacudida, pero tenemos la oportunidad de ser mejores con nuestro planeta y con nosotros mismos ¿A qué esperamos?".
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