A la espera. Mañana serán muchos menos los coches que pasarán a apenas un metro de la puerta de esta casa - Gemma Andreu

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Una de las vecinas de una de las casas ubicadas a poco más de un metro de la carretera general a su paso por Ferreries barría ayer por la mañana la entrada de la vivienda. Hay que quitar el polvo negro que, poco a poco, el paso de los vehículos hace entrar, de manera imperceptible, en la casa. A partir de hoy, las tareas de limpieza serán más fáciles, puesto que serán muchos menos los coches que pasen zumbando por delante de la puerta de su casa. Más allá de la anécdota, hoy, al mediodía, habrán acabado más de 30 años de reivindicaciones en Ferreries con la inauguración del anhelado desvío.

Algunos cuentan que a principios de los años 70, quien entonces se encargaba de las carreteras había colocado unas estacas en los terrenos por los que ahora, más o menos, discurre el desvío. Era el primer síntoma de que algo se movía, de que había quien pensaba que ése era un proyecto necesario. Incluso algunos hicieron una excursión por ese recorrido, que acababa en el Pla Verd, e incluso cambiaron algunas estacas para hacer un recorrido mejor. Entonces no podían pensar que lo que aquellas estacas esbozaban no sería realidad hasta casi cuarenta años después.

No obstante, si hay que fijar alguna fecha en la que la reclamación del desvío empieza a gestarse, quizás podría señalarse el año 1978. Por esas fechas, uno de los vecinos que quería comprar una casa situada en la carretera general, un poco antes de Ses Delícies, presentó una instancia en el Ayuntamiento de Ferreries, preguntando cómo estaba lo del desvío. Según cuenta, le contestaron que en un par de años el proyecto sería realidad, lo que le empujó a adquirir la casa. Desde entonces, lleva 34 años esperando a que el sueño se haga realidad. Hasta hoy.

En los años 80, las peticiones del desvío fueron poco ruidosas. Algunas pintadas en la carretera primero y en las paredes después. Aún no se había acuñado aquella frase que haría historia, la de "Desviament Ja". Eso fue cosa de la Associació de Veïns S'Enclusa, que a principios de los años 90 se sumó a la reclamación y le dio fuerza. Se promovió una recogida de firmas, a la que se sumaron 1.310 personas, y una primera manifestación en septiembre de 1995 reunió ya a un buen número de manifestantes a pesar de la lluvia, y aprovecharon para entregar las rúbricas al entonces alcalde de Ferreries, Nofre Janer. La reclamación contaba también con cartas en los periódicos, algunas pintadas en las que ya se podía leer el famoso "Desviament ja", sobre todo en ese muro blanco del Revolt des Cabrer. Hubo también protestas en la calle y en la carretera, que supusieron alguna multa por parte de Tráfico, por haber cortado la circulación.

Al ver que sus demandas no eran atendidas, la reclamación perdió fuelle, pero nunca desapareció del todo. En cambio, sí se fueron algunos vecinos históricos, como una señora centenaria y su hija cuya ilusión era, explican los vecinos, poder ver el desvío construido.

Al comenzar el siglo XXI, de nuevo se hablaba del proyecto en los círculos políticos, y las esperanzas de aquellos que pedían el desvío volvían a alimentarse. El pueblo tuvo que decidirse por una de las cuatro opciones que ofrecía el Govern, y el debate fue intenso, con posturas a veces encontradas. Había miedo a que el desvío perjudicara la economía del pueblo, temor a que si la carretera pasaba muy lejos del pueblo, éste desapareciera de los itinerarios de los turistas. Finalmente, se escogió un proyecto, pero éste tardaba y tardaba. Tanto era así, que la asociación de vecinos decidió, en enero de 2006, que si los políticos no comenzaban las obras, lo harían ellos, y colocaron una primera piedra simbólica de las obras.

Finalmente, en 2009 el tema se desencalló de forma definitiva. Fomento aportaba el dinero necesario, y un año después, en mayo, los ciudadanos de Ferreries ya podían ver, con grandes reproducciones tridimensionales, cómo quedaría el desvío. Comenzaron las obras en agosto de ese año, y hasta hoy. Los históricos de esta reclamación respiran aliviados, cansados de tanto reclamar pero satisfechos de que su petición finalmente se haya hecho realidad. Convencidos, además, de que los hipotéticos efectos negativos sobre la economía de Ferreries no serán tan graves como algunos los pintan, y haciendo un llamamiento al esfuerzo conjunto para hacer todo lo posible para que así sea.

La señora que barría ayer por la mañana su casa también respira aliviada. Ya no tendrá que esperar, como pasó alguna vez, 14 minutos para poder cruzar la calle, o mejor dicho, la carretera.