La ciencia sedujo a Sonia Fernández-Vidal cuando aún era una niña y sus novelas intentan transmitir esa pasión al público más joven, que a menudo se aparta de los números y las fórmulas matemáticas antes de comprender que forman parte indisoluble de su vida cotidiana. Esta científica, experta en física cuántica y que trabajó en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), participó ayer en las jornadas Innovem, que Joves Empresaris celebra en Es Mercadal, para hablar de la aplicación de la metodología científica en el mundo empresarial.
Fernández Vidal es autora de los libros "La puerta de los tres cerrojos" y "Quantic love".
¿Qué herramientas del mundo científico se pueden trasladar al de la empresa?
Yo vengo del campo de la investigación, pero cuando mi pareja montó una empresa de marketing on line, nos dimos cuenta de que la metodología de los laboratorios puede ayudar a las empresas a crecer. En la empresa todo son cifras, números, métricas. También comprobamos que hay ciertos prejuicios a la hora de contratar gente para el área de marketing, cuando sin embargo todo son ratios. Por eso nuestras campañas las hacen doctores en matemáticas. ¿Quién mejor que ellos para realizar un control analítico? Además, los investigadores llevan consigo el espíritu de la innovación y pueden ser también buenos comunicadores.
Ese espíritu consiste para usted en saber cuestionarse, en ser certero en las preguntas.
La innovación es el principio que guía la ciencia y sí, es mejor formular la pregunta correcta que no seguir respondiendo las mismas antiguas preguntas, porque nuestra tendencia es a realizarlas dentro del marco de referencia al que estamos acostumbrados. Hay que hacerlas como un niño de cinco años, cambiando el enfoque. El problema es que los adultos desmoralizamos a los niños desde pequeños, les descorazonamos a la hora de hacer preguntas, y se pierde ese espíritu.
Permítame entonces una pregunta simple sobre un tema complejo. ¿Qué es la física cuántica?
Es un conjunto de leyes que explican cómo se comportan partículas muy pequeñas, subatómicas, y las teorías vigentes nos dicen que se comportan de una manera extraordinaria, casi mágica, pueden estar en dos sitios al mismo tiempo y tienen unas conexiones misteriosas; desafían la experiencia cotidiana, y a principios del siglo XX los científicos entraron en crisis por este funcionamiento caótico del universo
Caos pero ¿dentro de un orden o una inteligencia universal?
Sí, pero es un orden universal un poco extraño. La física cuántica nos describe un mundo que rompe la idea común del cosmos como una gran máquina, nos abre a cosas antintuitivas.
Se dice que dentro de ese orden universal las casualidades no existen. ¿Es la física cuántica una conexión entre la ciencia y la espiritualidad?
Implica unas connotaciones filosóficas, rompe la idea del determinismo y vuelve a abrir el debate entre humanistas y científicos, una unión que se ha perdido y que antes existía.
¿Por qué se ha puesto ese campo de la ciencia de moda?
Porque existen más series divulgativas, que también influyen, al crear una cultura científica. También está en auge porque es algo puntero en investigación, y gracias a la física cuántica se desarrollan nuevas tecnologías, eso se está filtrando a la sociedad. Más de dos tercios de la economía dependen de la física cuántica, está en muchas de las cosas que utilizamos cada día, desde el microondas para calentar la leche a las puertas del supermercado que se abren automáticamente.
Usted desde su faceta de novelista realiza también un trabajo de divulgación. Hasta ahora se hablaba de la química del amor, pero en su último libro nos habla del amor cuántico. ¿Existe la física del amor?
Yo creo que sí. En "Quantic love" cuento la historia de una joven de Sevilla que se inscribe en una bolsa de trabajo de la Unión Europea y encuentra empleo de camarera en el CERN (el Centro Europeo de Investigación Nuclear de Ginebra, donde la propia autora trabajó como investigadora). Allí ve cómo es la vida y cuáles son los objetivos del centro. Además de la trama amorosa, la novela intenta también mostrar la cara más humana de la ciencia y acercarla a la gente
¿Cómo surgió su vocación?
Yo desde muy pequeña quería ser científica. Cuando por primera vez fui a las clases de física en el instituto lo veía como una puerta para explicarme el porqué de todo. En realidad luego me di cuenta de que la física moderna no me podía explicar el porqué de nada, y me vi inmediatamente seducida.
¿Y cómo es esa vida de los científicos en España?
Es más cercana a la no vida. Tenemos unos cerebros extraordinarios, un nivel muy bueno en cuanto a científicos, pero todos encuentran su futuro fuera de España. En eso Estados Unidos lo tiene claro, es una materia prima que se puede exprimir, pero a nosotros se nos escapa delante de nuestras narices. Es necesario desarrollar esa cultura científica, y para eso hace falta inversión, divulgación y que los medios de comunicación también apuesten por la ciencia y que ésta se fusione con el humanismo. Es necesarios crear una cartera científica buena.
¿Estamos preparados para ello?
Sí, tenemos una sociedad con los valores intrínsecos necesarios, con espíritu crítico y un nivel educativo alto, para poder reflexionar y tomar decisiones argumentadas
¿Como enlaza su experiencia y visión científica con el mundo de la empresa?
Mi mensaje en esta charla es mostrar cómo afrontan los científicos una crisis. En ciencia una crisis es lo que denominamos anomalías, que te hacen perder la confianza en el paradigma establecido, y hacen que empieces a dudar. Pero a los científicos nos encantan esas anomalías, nos fascinan, porque son las que nos pueden llevar al cambio. Es el mayor estímulo, es el momento de mayor creatividad. Esa visión hay que trasladarla al mundo de la economía y de las finanzas, en el que también ha habido en estos últimos años muchas anomalías, lo que ocurre es que se han tapado. Hay que ir a por el cambio y que no nos dé miedo. Es una oportunidad, y por eso me gusta estar hoy aquí, porque creo que todos estos emprendedores lo ven así.
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