Desesperados por la imposibilidad de encontrar un trabajo, frustrados por el drama de no poder atender a su familia como se merece y atormentados por haberse visto obligados a dejar a su hijo David de tres años al cuidado del Centro de Menores de Maó, así pasarán estas navidades Manuel Lima y su actual pareja.
En un grito de auxilio Manuel ha escrito una carta abierta en el "Menorca" en la que expone el calvario por el que atraviesa su familia, rogando e implorando a los empresarios de la Isla un empleo "aunque sea el más precario de todos". "Mi hijo no está conmigo porque no tengo empleo, no tengo casa y la ayuda de 426 euros puesta por el Gobierno me será retirada al no tener la mal llamada carga familiar, porque para mí, al igual que para todos los padres, el tener un hijo no es una carga", explica en el escrito. Su drama es uno más de esta crisis que ahoga y atropella vidas dejándolas en la cuneta del desamparo o en el mejor de los casos bajo el exiguo paraguas de la beneficencia. Manuel vive junto a su pareja en un albergue de Maó, después de fracasar en su intento hace unos meses de empezar ambos una nueva vida en Canarias. Ella regresó sola a la Isla y vivió durante un tiempo en una habitación realquilada. Ante la falta de ingresos y un techo bajo el que cobijarse, -ya con Manuel de vuelta en Menorca-, ambos se vieron obligados por las instituciones de la Isla a dejar hace una semana a su hijo en un Centro de Menores para que sea atendido temporalmente. Actualmente, y con su aprobación, está acogido en casa de un familiar y su contacto con el pequeño se reduce a una visita programada en día y hora en el interior del Centro de Menores que actúa de mediador.
"He trabajado en obras, en el aparcamiento de la Explanada y en la planta de Milà, entre otros sitios. Agoté el paro y sobrevivo gracias a la ayuda familiar pero ahora al no tener al niño me la retiran. Me he quedado a cero. Duermo en un albergue y mi mujer y yo comemos gracias a la ayuda de Caritas", explica Manuel sin aún entender la sucesión de desdichas que se han cebado con su familia. "Pagaba incluso un alquiler de 650 euros y ahora vivo de la caridad", relata contrariado, "pero la caridad también tiene un límite y se agota", añade preocupado. "Soy administrativo, tengo conocimientos de informática, de electricista, soy oficial de segunda y he sido editor de una revista", comenta desde el convencimiento de que sigue siendo útil a la sociedad en la que ahora no encaja.
"No sé si mi hijo entiende lo que está pasando. Él sabe que a sus padres sólo los puede ver ahora a determinadas horas". "No pido más que la gente se ponga en mi lugar y entienda por lo que estoy pasando", dice. "La madre está sufriendo mucho esta situación y yo soy muy padrazo. Cuando voy a verlo y al final me pongo la chaqueta para marcharme, el me dice que también tiene abrigo. He pasado mucho tiempo con David y las navidades sin él ya no lo son, pero no quiero con esto perjudicar a nadie, quiero lo mejor para mi hijo", concluye.
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