Un chico de 31 años, nacido en Maó y residente en Ciutadella, apareció sin vida ayer por la mañana, hundido en aguas de Macarella tras sufrir, al parecer, una caída desde un acantilado durante la noche. El suceso motivó un amplio despliegue de medios terrestres, marítimos y aéreos para rescatar el cuerpo.
Alrededor de las once y cuarto de la mañana un joven observó, desde su barca, lo que parecía la silueta de una persona en el fondo del mar. En ese momento advirtió del hallazgo a los socorristas de la playa, que acudieron para comprobarlo y dar la voz de alarma. A partir de las 12 de la mañana empezaron a llegar a la cala del sur de Ponent efectivos de la Policía Local de Ciutadella, de la Guardia Civil, la Policía Nacional, del 112 y de Salvamento Marítimo. Fue el inicio de un largo rescate que se prolongó hasta las cuatro de la tarde, cuando miembros del GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) de la Guardia Civil llegados expresamente desde Mallorca, sacaron del agua el cadáver.
Dispositivo
Fue la Benemérita quien tomó el mando de la investigación al ser un suceso producido más allá de la costa. Lo espectacular del dispositivo fue la utilización de un helicóptero para llevar hasta la playa a los buzos del GEAS, que saltaron al mar justo antes que los pilotos aterrizaran el aparato al otro lado del torrente. Los agentes localizaron rápidamente el cuerpo inerte, que introdujeron en una bolsa mientras esperaban la llegada de la Policía Judicial.
El tiempo se hizo interminable, hasta que a las 15.45 llegaron, con el mismo helicóptero, los agentes judiciales que se encargaron de recoger fotográficamente lo sucedido antes de proceder al levantamiento del cadáver.
Aún quedaba el traslado del fallecido desde la zona rocosa del margen izquierdo de la playa hasta el opuesto, donde estaba el coche fúnebre. Tuvieron que ser los buzos y por mar los que realizaran esa labor, ya que era complicado el desplazamiento por tierra por las dificultades del terreno y la gran cantidad de gente que se agolpaba en la orilla.
Las labores no eran fáciles para los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, pues la ausencia de cobertura telefónica dificultaban las comunicaciones y tuvieron que utilizar el teléfono inalámbrico que cedieron los propietarios del Restaurante Susy.
Al principio no eran muchos los bañistas que se habían percatado del suceso, a pesar de la presencia policial en Macarella. Fue con la llegada del helicóptero cuando saltaron todas las alarmas, y aún más al ver el salto de los buzos desde el aparato. "Eso ha sido a lo James Bond", afirmaban algunos, asustados ante tal despliegue.
Según señaló el director insular del Estado en Menorca, Javier Tejero, las primeras investigaciones apuntan a que el chico se precipitó al mar desde el acantilado durante la noche del jueves. El joven llevaba días pernoctando en una cueva de Macarella y acostumbraba a visitar el restaurante de la playa. De hecho, parece ser que la noche anterior había estado allí.
Cuando lo encontraron, el fallecido estaba vestido y con sus abarcas puestas.
Al cierre de esta edición la Guardia Civil todavía no había conseguido localizar a sus familiares para trasladarles la fatal noticia, por lo que las informaciones oficiales fueron necesariamente escasas. En este sentido, Tejero señaló que el chico presentaba un golpe en la cabeza a consecuencia, probablemente, de la caída. De todos modos se prevé que hoy se haga la autopsia para determinar las causas de la muerte.
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