Teatre Principal. María Barranco y Miriam Díaz-Aroca interpretan los dos personajes principales - javier

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"Es algo intrínseco a la naturaleza humana", así se justifica Carol, a quien interpreta Miriam Díaz-Aroca cuando no le queda otra que reconocer ante su amiga Phyllis, una brillante psicoanalista interpretada por María Barranco, que sí, que es ella quien se ha estado acostando con su marido, "es que nos hemos enamorado, no queríamos hacer daño a nadie", le confiesa.

"Adulterios" es una brillante comedia que hizo reír anoche al público menorquín que llenó por dos veces el Teatre Principal hasta los topes. El gancho era fuerte, Woody Allen el autor, garantía absoluta para todos sus fans mundiales, de humor inteligente que, aunque puede que sea una etiqueta más, como declara Verónica Forqué, que ha dirigido la versión española, "cuando la película acababa, siempre sabía que había aprendido algo nuevo", una perspectiva diferente que hace caer en el detalle de la evidencia con la que aun nadie había topado... y tantas cosas más. Pero no había suficiente solamente con la firma del autor, llevar a escena su obra, en este caso concebida como dramaturgia, no como tantas otras veces que se trata de adaptaciones de sus películas, fue todo un reto para la Forqué, que ha contado para la ocasión con una María Barranco que llevaba tiempo sin pisar el escenario teatral y que borda el único personaje que parece no sufrir de histeria, aunque decepcionada consigo misma confiesa "sí, una psicoanalista brillante, muy buena para ver los problemas de los demás y no darse cuenta de los suyos", suele pasar, sobre todo con el tema de la infidelidad...

Miriam Díaz-Aroca fue otra de las elecciones más que acertadas en este caso. La actriz mantiene el equilibrio sobre altos tacones incluso haciendo cabriolas por el escenario, hasta el último momento, el de los saludos al final de la obra, no pierde la compostura de poses exquisitas. Su papel no sólo le hace hacer piruetas en el sofá o sobre el puf, sino que actúa incluso cuando no habla, provocando igualmente risas.

Completan el reparto tres actores más, dos masculinos, Howard, Fermí Herrero, que encarna el mismísimo Woody Allen con todas sus habituales gracias incluidas, y Sam, Fernando Acaso, el don Juan que le promete a la jovencita Juliet, Paloma Bloyd, amor eterno. El disparo, porque hay disparo, lo pone al final todo en su punto. No sin antes haber evidenciado, entre otras muchas cosas, que como tantas veces "era una de esas conversaciones en la que nadie escuchaba" y acaban todos marchándose a casa a pesar de los pesares.