Bajo el título de «Pequeñas personas con grandes historias. Las niñas y los niños en el Mediterráneo fenicio y púnico», Aurora Rivera se refirió a los nuevos conocimientos adquiridos por la arqueología y señala que el principal problema que ha habido en el ámbito fenicio-púnico «es que se ha centrado mucho en el tema del sacrificio infantil en los santuarios tofet, un tema que ha provocado que haya sido menospreciado el estudio de los enterramientos infantiles de las necrópolis. Básicamente, lo que hice en mi tesis fue centrarme en lo que se puede saber de la infancia a partir de las tumbas y de los objetos que en ellas nos encontramos», asegura.
¿Cuál era la percepción social de la infancia en aquella época? La respuesta se puede conocer a través del tratamiento funerario que recibieron y, en este sentido, Rivera, asegura que la percepción de los niños y las niñas de estas comunidades se realizaba básicamente en función de la edad que tenían, «no se percibían de la misma forma los fetos y los perinatales que los niños más mayores y adolescentes», afirma.
Rivera también habló sobre el juego y los procesos de socialización a partir de determinadas materialidades, así como el acceso a determinadas actividades económicas. El juego no era una actividad tan inocente como pueda parecer a primera vista y los juguetes aparecidos en ámbitos fenicio-púnicos precisamente hablan de esta intencionalidad que había detrás de los juguetes. «Entre los juguetes que tenemos durante la primera infancia destacan, sobre todo, aquellos destinados a desarrollar las sensibilidades sensitivas y motoras, como los sonajeros y los carritos de juguete que los niños arrastraban; en cambio, cuando pasa esta primera infancia, es decir, a partir de los 3 o 4 años, empiezan a introducir otro tipo de juguetes, en los que se representan diferentes animales, como cabras y pececillos, entre otros muchos», asegura. La arqueóloga señala que con los dibujos se podía socializar a los niños en actividades económicas, como el pastoreo, la equitación y la pesca, «hay evidencias que parecen demostrar que los niños y las niñas ya practicaban la pesca, como son los anzuelos de pequeño tamaño que aparecen en algunos yacimientos con los que pudieron aprender a pescar y contribuir a las economías de sus comunidades», subraya.
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