La directora de Alaior presentará la película en los cines de Ciutadella.

TW
0

No es habitual que un proyecto de película para un trabajo de final de grado acabe teniendo un estreno comercial. Eso es lo que ocurrirá el próximo viernes con «Un sol radiant», un filme que es fruto de la colaboración de cinco jóvenes cineastas, entre las que figura la menorquina Ariadna Fortuny (directora y guionista). El 22 de este mes presentará el filme en los cines Moix Negre de Ciutadella (19 horas).

¿Alguna vez imaginaron que el proyecto de carrera acabaría en la cartelera?
—Nosotras fuimos paso a paso. Cuando preparábamos la película, que fue un proceso largo, el reto era poder hacerla, que existiera. Una vez que logramos tenerla, que se pueda estrenar en salas es un regalo brutal. Cuando estábamos en la carrera no lo imaginábamos, pero después del recorrido es muy bonito poder hasta aquí.

¿Cuándo comenzó a ver que se trataba de un proyecto que tendría más recorrido que un trabajo académico?
—Ha habido varios momentos. Uno de los primeros, antes de rodar incluso, cuando entraron en el proyecto Laia Artigas y Núria Prims, dos actrices que admirábamos un montón. Cuando vimos que podíamos contar con ellas ya nos abrió puertas, pensamos que de ahí podía salir algo bonito. Cuando montábamos la película, con la que estuvimos en varios festivales en la sección de work in progress, y vimos la acogida que tuvimos en el D’A fue un momento muy bonito. Que la gente conectara con la película nos dio muchas esperanzas.

Un filme que habla del fin del mundo pero sin efectos especiales. ¿Dentro de qué genero se puede enmarcar?
—Solemos hablar de ‘Un sol radiant’ como un drama intimista con una premisa de ciencia ficción. Tiene la premisa, pero realmente no sigue los códigos de ese género, es como un híbrido.

Me viene a la cabeza «Melancolía», de Lars von Trier…
—Cuando estábamos escribiendo «Un sol radiant» tuvimos muy presente «Melancolía», pero nos queríamos alejar del tono de esa película, y creo que lo conseguimos.

Una historia apocalíptica. ¿Estaba escrita antes de la pandemia?
—Nació antes de la pandemia. Cuando llegó en 2020 estábamos en plena escritura, y eso afecto mucho a cómo planteamos el guion porque nos dio algo real a lo que aferrarnos, tuvimos una sensación de fin del mundo porque no sabíamos qué iba a pasar. Lo que vivimos nos ayudó mucho a entender cómo sería estar en esa situación de ficción. Rodamos después del confinamiento, pero con el covid todavía muy presente y eso nos afectó también a la forma de trabajar.

La película también tiene título en inglés, «A bright sun». ¿Habrá distribución internacional?
—Aún no hay nada cerrado, pero nos encantaría. Es una puerta que está abierta. Por el momento estrenamos en España, en catalán con versión subtitulada en castellano. Aún no sabemos el número de copias, pero sí tenemos cerradas algunas proyecciones con coloquio en Barcelona, Madrid, Mallorca, Menorca, Girona...

Estamos hablando de un trabajo firmado por cinco autoras. ¿Fue difícil ponerse de acuerdo?
—Tiene sus pros y sus contras. Al principio, cuando estábamos en la carrera, sí que decidíamos todo entre todas. A medida que iba avanzando el proyecto y que las necesidades se multiplicaban, nos fuimos repartiendo más el trabajo, realmente cada una tiene dos cargos. Hubo algunos momentos en los que tomar las decisiones entre cinco hizo que las cosas fueran un poco más lentas, pero lo que siempre decimos es que si una de nosotras, por nuestra cuenta, hubiera querido hacer este proyecto, sola no habría podido.

¿Tienen planeado volver a colaborar?
—Ahora estamos muy desperdigadas porque vivimos en cinco ciudades distintas y tres países diferentes. Colaborar como tal, a corto plazo no va a suceder, pero sí creo que todas nos vamos a ir encontrando en diferentes proyectos, eso seguro.

Algunas publicaciones especializadas, como «Fotogramas», ya hablan de «Un sol radiant» como una de las películas a seguir este 2024. ¿Da un poco de vértigo lo que os pueda deparar este año?
—El vértigo más bien lo siento ahora que queda una semana para el estreno. El vértigo es no saber cómo irá la película en salas, esa es la gran incógnita. Cualquier cosa más allá de eso son hipótesis e intentamos no agarrarnos a ellas. Estamos orgullosas del trabajo hecho y tenemos ganas de que llegue al público, el resto se nos escapa completamente.

«Un sol radiant» es un ejemplo de que se puede llegar a estrenar en salas sin grandes presupuestos. Estamos hablando de un trabajo de fin de carrera y sin demasiados medios…
—En nuestro caso era o con pocos medios o no se hace. Creo que, en general, con la industria en España, muchas veces, se ha de tener esa mentalidad. Y eso hace que al final aprovechemos los recursos que tenemos al máximo y nos obliga a ser el triple de creativos. Pero ojalá esto sea excepcional y se pueda hacer cine con más comodidad en general. Tener pocos medios te limita en muchas cosas, pero también te obliga a pensar la película desde un sitio distinto. Y eso igual te hace llegar a lugares a los que no hubieras llegado si tuvieras más comodidad… Pero bueno, no es lo ideal.

En su caso, ¿cómo afrontaría los últimos días del mundo?
—Lo viviría de una forma similar a los protagonistas. Creo que tendría momentos de desesperación, pero al final intentaría pensar en lo que es importante para mí, que sería estar tranquila, cerca de la gente a la que quiero y poder pasarlo bien en la medida de lo posible.

¿Cómo ha vivido la experiencia de su primer año de estudios en Estados Unidos?
—Está siendo muy intenso y muy distinto. Pero poder estar en Nueva York y dedicarme a tiempo completo a estudiar cine, escribiendo y rodando cada día, es muy enriquecedor y lo estoy disfrutando mucho.

Antes de partir me comentaba que allí tenía pensado escribir una película…
—Este año he estado escribiendo una en el máster y tendré que trabajar en otra para el año que viene. Lo que sí hice el pasado diciembre fue rodar mi primer corto en Nueva York, que ahora está en postproducción, y este verano rodaré otro en Menorca.

Creo recordar que lo de ser directora de cine no entraba inicialmente en sus planes… ¿Qué supone ahora el cine en su vida?
—Ahora mismo lo estoy viviendo como mi profesión, totalmente vocacional, algo que ocupa mucho espacio en mi vida, pero al mismo tiempo es mi pasión. Siempre he tenido la inquietud de contar historias y desde pequeña he ido transitando en diferentes medios. Cuando era adolescente tenía muy claro que quería ser novelista, pero siento que en el cine he encontrado el medio en el que puedo explorar todo lo que me gusta de contar historias, porque está la parte de escritura, del guion, de crear la historia desde cero, pero luego está la parte que es preciosa de ponerle carne y hueso con los actores y hacerla realidad. El cine lo combina todo.