Mama Fiera, ganadora de Poetry Slam España 2023, en la redacción de «Es Diari MENORCA». | J. P. F.

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Sandra Lucena Porras -o Mama Fiera-, artista escénica, ha ganado, en dos ocasiones, el Poetry Slam España. Escritora; apasionada de las artes escénicas, bailarina, coreógrafa de danza española y flamenco, y licenciada por el Real Conservatorio Profesional de Danza de Madrid. Y slamer.

¿Cuándo y cómo arranca su vinculación con Menorca?

—Yo siempre digo que es una historia de amor correspondida. Empecé a venir por motivos de trabajo y desconectar, salir de la ciudad, conocer otro lugar y, de hecho, fue un flechazo; me encantó. Luego tuve la posibilidad de venir a trabajar las temporadas y sentí que cada vez estaba más a gusto aquí, por la naturaleza, por la calma, por los colores, por el aire y por todo.

¿Y cuándo empieza a escribir poesía?

—Empecé antes de saber que era poesía, ocurrió de una forma muy intuitiva. Creo que tengo una forma de percibir el mundo un poco especial, pero una no piensa que pueda llegar a ser interesante para el resto de personas. Lo más antiguo que tengo es una libreta que escribí con 16 años y es muy curioso releerlo porque hay ideas que sigo manteniendo hoy en día. Esto es lo bonito de escribir, un registro emocional de las etapas de tu vida, y aunque no lo hagas para el público, es una actividad que pone un cable a quien eres.

¿Cómo nació su recitar en público?

—Desde muy joven he tenido muchas amistades en el mundo del rap, he visto cómo improvisaban rimas a mi lado desde que era muy pequeña, y siempre había sido observadora. Y ocurrió en un momento más o menos bajo emocionalmente; se me quitó toda la vergüenza, y me dio igual lo que pensaran las personas, y desde esa tristeza, le perdí el miedo. Para mí era más importante desahogarme que la opinión que tenían sobre mi persona. Después, ya con treinta y cinco años, empecé a hacerlo en petit comité, y fui muy bien arropada y valorada. Cuando ya rompí esa barrera, pasé por «La Margarete», y vi que estaban recitando; entonces un amigo o amiga me preguntó: «Oye, a ti que se te da bien escribir, ¿por qué no te presentas?», y me lo planteé como un reto.

¿Por qué sigue escribiendo?

—Es un impulso que me hace terapia, una necesidad de ordenar las ideas, los pensamientos, y mirarte al espejo de alguna manera. Es una forma de registrar emociones que creo que son importantes, un divertimento; jugar con las palabras, sus sonidos, su métrica. No sé si lo que hago me hace bien o mal, pero no puedo evitarlo.

¿Qué es un artista?

—Al margen que conozco a mucha gente que se dedica al arte de forma muy real, creo que hay una cosa que tenemos en común muchas personas creadoras; realmente no quieres ser artista, es que no lo puedes evitar. Incluso aceptar la palabra lleva un proceso, pero te ayuda a sentirte válida. Pienso que la palabra «artista» está muy engrandecida, cuando simplemente es un oficio. Personas cuyo trabajo es usar la sensibilidad y darle una forma legible, porque nos equilibra y porque esa soledad que llevas dentro se vuelve menos. Las personas somos una olla exprés, y si no abrimos la válvula, petamos, al menos tienes que dejar salir un hilito de vapor.

¿Quién es Sandra Lucena Porras?

—A mí me gusta mucho una canción que escribió Kiko Veneno que dice: «yo no sé quién soy, ni lo pretendiera», y me siento muy identificada con este verso. Supongo que soy la suma de todos los reflejos e impresiones de los demás. Creo que aceptar que una no sabe quién es, también es darse permiso para cambiar en cada instante. Personalmente, me gusta más el verbo «estar», porque las personas estamos de una manera y luego de otra, pero no somos de esa manera. En realidad estamos en un estado cambiante.

¿Y cómo está ahora?

—Estoy tratando continuamente de buscar un equilibrio. Una de las características que tengo es que soy muy sensible, y eso hace que mantenerse en esa estabilidad cueste más, porque manejas una densidad e intensidad de emociones que a veces son difíciles de gestionar. Es muy difícil explicarlo desde fuera. Es muy difícil entender que hay cosas que ocupan demasiado espacio por dentro. La sensibilidad es un don y es una deficiencia al mismo tiempo. A veces estás rodeada de mucha gente y encuentras muchísima soledad a tu alrededor. Por eso estoy constantemente tratando de encontrar una armonía, y las cosas que me ayudan a hacerlo son la poesía, el baile y el teatro. Muchas personas no usamos el arte como medio de reconocimiento, sino como salvavidas propio, y todo el posible éxito llega como efectos colaterales. Yo lo hago porque no lo puedo evitar, pero es maravilloso que a veces, los sentimientos, pueden crear puentes para conocer a otras personas.

¿Qué es para usted el teatro?

—El teatro, para mí, es un lugar de paz. Porque en el teatro tú estás expresándote para un ente muy desdibujado, ya que en el otro lado no hay una persona en concreto. Entonces, una decide manifestarse con toda la sinceridad y con todo el amor posible. Eso me da muchísima paz y muchísima felicidad, porque fuera del teatro hay un conjunto de normas sociales y de comportamiento que me ponen un poco nerviosa; y en el teatro, aunque haya un público, estás tú. Es un lugar donde puedes parar el mundo y un espacio donde tú puedes capitanear el barco.

¿Qué pregunta que no le he hecho, le hubiera gustado responder?

—¿Cómo haces para vivir del arte como madre separada y en una isla supuestamente pequeña? Y creo que la respuesta es «volviéndote loca». Aceptar que el arte es tu mundo, que te gusta, y que quieres dedicarte a ello. Asumir también que puedes pasarlo mal económicamente, pero hay que llevar el compromiso hasta el final, sin morir en el intento. Sin embargo, a lo largo de la vida he conocido a personas que son talentos increíbles, y por circunstancias sociopolíticas, económicas, o por la ciudad o el país del que son, no han podido dedicarse a lo que les gusta. Con esto, también quiero decir que los nombres conocidos no siempre son los mejores, porque, aparte de tener un gran talento, han contado con los medios. Pero hay gente buenísima que nunca vamos a conocer porque no se les ha dado esa oportunidad. Es muy difícil vivir de algo que te encanta, parece que lo lógico es sufrir un poco, y la única manera de hacerlo es tirándote a la piscina de cabeza con los ojos cerrados, y eso le da más sentido a mi nombre: «Mama Fiera».