El poeta menorquín en una foto promocional para el lanzamiento de su nuevo libro, cuya portada es obra de su hijo, Llorenç Pons Moll | P.P.

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Si su anterior obra, «Els ullastres de Manhattan» fue fruto de una estancia en Nueva York, el nuevo libro de Ponç Pons es también el resultado de un viaje, en este caso a Roma. Un trabajo que lleva por título «Humanum est» y llega este miércoles a las librerías de la mano de la editorial Quaderns Crema.

De esa experiencia nació Claudi Valeri, el heterónimo del poeta menorquín, cuya voz nos llega de un pasado muy presente, según explica el autor, y que se expresa en epigramas. Hijo único, rico por herencia, pero sin ningún interés por los negocios, no creyó en dioses ni en otras vidas, y sus dos grandes pasiones, la poesía y el amor, lo hicieron fiel a muchas musas. Esos son algunos de los datos que conocemos sobre el protagonista, «un hombre que lleva los versos en la sangre».

Explica Pons que el título obedece a todo lo que pasa en el mismo, «lo bueno y lo malo, propio del ser humano». Reconoce que «no es un libro de historia, sino la historia de un poeta y su tiempo», aproximadamente en el siglo I d.C, que habla «de un tiempo pasado que continúa siendo tristemente presente».

Al hilo de esa reflexión, el poeta de Alaior señala que «hemos progresado materialmente, tecnológicamente, pero interiormente seguimos teniendo las mismas pasiones, sentimientos, deseos, ambiciones, defectos, vicios que hace siglos... y continuamos cometiendo como sociedad los mismos errores».

A su juicio, la guerra de Ucrania es un claro ejemplo. «Continúa habiendo violencia, crueldad, tortura, corrupción... Como en la época de los romanos», prosigue el autor. Este avanza que «Humanum est» es una obra en la que aparecen temas actuales, como la violencia de género, la búsqueda de la felicidad a través del sexo, el vacío existencial, la religión, el cristianismo, la guerra, la esclavitud o la xenofobia, pero también la amistad, el amor, el compromiso político y «la dimensión espiritual, y todo en epigramas breves y esenciales».

En definitiva, estamos ante una obra que funciona como una especie de homenaje a la gran poesía latina y sus maestros de referencia, tal y como reconoce Pons al intentar definir un libro de poesía «que también tiene un componente ético y filosófico con el objetivo de plantear preguntas y provocar reflexiones».

El poeta concluye que «no puedo entender la vida y la literatura sin pasión. Es el combustible de la vida, pero hemos de superar las pasiones tristes, que decía Spinoza, y tenemos que cultivar la pasión humanista que nos pueda hacer a todos mejores, más humanos y sabios». Una reflexión a la que Pons pone la guinda con un consejo y deseo: «Hemos de humanizar la vida y poetizar más el mundo».