No ha sido ni mucho menos un camino de rosas el que ha tocado lidiar a Sita Pons, hasta llegar hasta aquí y después de 23 años –toda una vida deportiva prácticamente– defendiendo siempre los colores del CV Ciutadella.
Una segunda juventud
La enésima canterana del Pavelló Municipal de Ciutadella que ha llegado a jugar en Superliga nos cuenta, desde Establiments donde reside, su particular historia, recordando que, «cuando me retiré aquí con el Avarca de Menorca, ya tenía muchos dolores en el hombro. Imaginaba que sería una tendinitis y que parándome se solucionarían mis dolencias, no fue así y acabé con el hombro literalmente roto», nos narra Pons, quien jugó ya el tramo final de Superliga con estos problemas.
Fue aquí cuando la menorquina decidía operarse, «olvidándome completamente de volver a jugar algún día al voleibol. Sin embargo, cuando este deporte ha sido parte de tu vida, siempre te falta algo. Y año tras año Encarna Ribas, presidenta del Esporles –a la que conocía de haberme pitado de joven–, me ofrecía la opción de fichar, algo que de entrada siempre vi imposible, saliendo de una operación y a mi edad», nos explica. Hasta que Sita Pons, el curso 2022-23, «se alinearon los astros y probé, sin pretensiones, ya que me habían dicho que no volvería a jugar de contacto. Entrené tan solo, el equipo subió y esta temporada me decidí», dice entre risas y emociones entrelazadas. Además, la llegada inesperada de un técnico de la calidad de Roberto Woelflin– seleccionador formativo de Argentina que incluso ha dirigido a Antonela Fortuna del Avarca–, acabaron por decidir a Sita Pons a desempolvar las zapatillas.
«Mi idea no era jugar porque creía que ya lo viví todo en el CV Ciutadella, logrando todos los ascensos y jugando en Superliga. Creía que era el momento de las jóvenes, no para mí con 43 años, pero al final estoy disfrutando tanto como ellas», exclama, viendo como en su posición de atacante, «estoy recuperando roles y aspectos de antaño que jamás pensé volver a usar», dice volviendo a su versión más ofensiva de los años en el ‘poli' en Primera Nacional y en FEV.
Pons, por zona ‘cuatro', es algo más que una veterana en el equipo para aportar experiencia y saber estar en la pista. Entre bromas, nos cuenta que lo que es atacar, «hacía diez años que no lo hacía, ya que en Superliga era líbero. Y encima con 43 años y en una plantilla de media de 22, imagina», sonríe la insular. «Vuelvo a disfrutar del voleibol y en el Esporles me han devuelto la vida, jamás cuando me operaron habría imaginado estar aquí ahora».
La vuelta al voleibol ha llegado cargada de sorpresas para Sita Pons, quien en los inicios de este año, «el saque no me llegaba ni a tres metros; no tenía ni fuerza y tuve que trabajar también mucho la parte psicológica, hasta ver que iba a más y sin frustración», señala. «Venía de una gran exigencia y profesionalidad en Superliga y no ha sido fácil pero es otra manera de disfrutar del voleibol, acabando siempre con ‘cuatro' cervezas», bromea. «Quiero lo mejor para las jóvenes y el entrenador, más que para mí; me gustaría no tener que hacer tantos puntos», ironiza. «La vida me ha hecho un regalo con esta aventura».
Fiel seguidora del Avarca
Pons, con sus amistades y parte de la familia aún en el CV Ciutadella, sigue por ‘streaming' o cuando está en la Isla, en el ‘poli', a su exequipo. «Este Avarca tiene un ‘equipazo', me encanta verlas jugar. ¿Títulos? Es momento de disfrutar en Ciutadella del volei y los logros ya llegarán».
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