En apenas unas semanas la vida deportiva de la ciutadellenca Maria Jofre ha cambiado por completo, pasando de ser jugadora y capitana del Avarca de Menorca de la Liga Iberdrola y coordinadora del Club Voleibol Ciutadella, a estar, al menos de momento, fuera; cortada como líbero del primer equipo después de ocho temporadas en la élite y tras renunciar luego a la coordinación. Unas semanas después de su inesperado y doloroso desenlace y tras un gran Sant Joan, Jofre se sincera en «Es Diari».
Directos al grano, ¿el volei pista queda descartado en su vida?
— Nunca lo he descartado. He hablado con mucha gente, viendo posibilidades que tengo para poder seguir entrenando a buen ritmo y con intensidad. Tengo que ponerlo todo encima de una balanza y saber verdaderamente qué me conviene y/o me compensa. Si no veo claro poder entrenar a alto rendimiento, siempre me quedará entrenar en un balear, aunque el escalón sea bastante grande. Además, he hablado con alguna persona que me ha ofrecido poder ayudar a llevar algún equipo y no lo descarto. Es una manera de estar vinculada al balón, al voleibol, que es mi gran pasión.
¿Pero cuelga las botas?
—No me lo he planteado; al menos no me lo había planteado para este año. De hecho, desde el último partido en casa, el 15 de abril, aún no había guardado ni las zapatillas, ni las rodilleras, imagínate. Y si al final tiene que ser, será, a pesar de no quererlo. De ser así, tendré que buscar otros deportes que puedan llenar este vacío. El volei es mi refugio.
¿Habría imaginado nunca acabar de esta manera en el Avarca de Menorca?
—Con sinceridad, nunca. Lo había imaginado de otra manera, diferente, siendo yo la que tomaba el rumbo de poner punto y final a mi etapa y carrera deportiva. Pero hay decisiones que no están en tus manos. Ha sido difícil aceptarlo, más cuando uno se siente físicamente muy bien y que aún no tocó techo, que aún podía aportar en los entrenos, transmitiendo mi energía y la pasión por entrenar.
Y sin ni dejarla entrenar con el equipo ni poder ayudar...
—Demostré mis ganas por solo ir a entrenar y ayudar al equipo; al fin y al cabo, repito, el entreno es mi recompensa diaria. Pero la respuesta fue que si me necesitaban algún día podía ir a ayudar y a entrenar pero no de forma regular, como me gustaría. Una lástima sí pero como digo, no todas las decisiones pasan por uno mismo y hay que aceptar y seguir.
Pasadas algunas semanas, ¿encuentra ya alguna explicación a su no renovación?
— Las primeras semanas, después de saber que no contaban conmigo para formar parte del equipo, intenté buscar y agarrarme a alguna explicación, algún motivo: me preguntaba si era por mi actitud, mi entrega en los entrenos, mi trabajo diario… Pero no encontraba nada y eso precisamente me desesperaba. Decidí dejar de buscar porque me estaba haciendo daño a mí misma y tomé el coraje de aceptar la situación. A veces, por mucho que tus intenciones sean unas y las hayas manifestado, tiene que ser siempre por ambas partes y no era así; no había acuerdo, tiempos diferentes, necesidades distintas…
¿Pagó cree daños colaterales?
— ¿Daños colaterales? Espero y deseo que no. Y si hay, no quiero saberlo.
¿Se siente decepcionada con alguien tras esta salida?
—No busco culpables porque no hay; no busco más razones, porque tampoco hay, por lo que para mi bienestar emocional, intento no pensar. Y en algunos momentos ni echar la vista atrás porque ahora mismo sentimentalmente estoy frágil. Después de recibir una noticia inesperada y que rompe con algo tan pasional, uno tiene que ser capaz de volver a ser fuerte y recomponerse, aunque sea pasando por todas las etapas emocionales que eso implica: tristeza, rabia, indignación… Hasta volver a la felicidad. Así es la vida y esto para mí ha sido un aprendizaje más y seguro que me habrá hecho más fuerte como persona. ¿Decepcionada? El final de mi carrera deportiva pasa por muchas más cosas.
Si bien su papel era secundario y ya tenía una edad, usted era de la casa y con una actitud intachable. ¿Faltó tacto cree?
— Hablamos bien, no creo que se trate de tacto, ni mucho menos. Yo siempre fui muy clara, demostrando mis intenciones y mis ganas por seguir. Creo firmemente que la edad es un número y a parte de este número también importan muchas otras cosas; la actitud y pasión que pones en hacer las cosas y evidentemente estar bien físicamente. Confirmo que tengo esas cualidades, o al menos así las siento. Sobre mi papel, es verdad que era secundario. Ahora bien, en los entrenos me sentía que tenía un gran papel y que tenía que dar siempre mi mayor rendimiento; por mí y por el equipo. Que haya continuidad de juego depende de todos los jugadores, los que están en ambos campos. No es fácil saber encajar el papel que tenía y yo llegué a quererlo.
Por tanto...
— Mi mayor recompensa siempre era el trabajo diario– no el partido del fin de semana–, por eso mi filosofía siempre fue: mañana más y mejor. Nunca sentí que había llegado a mi tope, a nivel deportivo. Todos los años sentía que podía perfeccionar y mejorar algunas cosas mías a nivel técnico y táctico. Y mi trabajo, esfuerzo y entrega diaria se enfocaban en eso, en mejorar y aportar; crecer, crecer y crecer.
Imagino que tras el ‘no' a jugar era difícil aceptar renovar como coordinadora deportiva. ¿Por qué no renueva el cargo?
—Siempre tenía claro que algún día el volei iría terminando pero claro, lo que no esperaba era que fuera tan de golpe. Pensaba que iría muriendo poco a poco y a la vez iría ampliando la coordinación de la base. Evidentemente, a mí solo ser coordinadora, sin volei, no termina de llenarme, necesito un equilibrio entre ambos. Además, solo llevar la coordinación y ver como entrenan y yo no (hablando de alta exigencia), sé que por dentro me moriría, por eso pensé: al menos necesito un año para aceptar mi despedida en la alta competición. Ojos que no ven, corazón que no siente (risas). No sé si ha sido una decisión correcta o no, el tiempo lo dirá. Me costó y mucho porque a lo largo de esta temporada, a través de la coordinación, me hice próxima a muchos entrenadores y muchos jugadores y a sus familias. Vi el Club desde otra perspectiva y también fue muy bonito; por eso me costó decidirme. He querido la coordinación y siempre intenté hacerlo lo mejor que podía o sabía, evidentemente sabiendo que siempre se podían mejorar muchas cosas. De las que no supe llevar como quería, al menos, aprendí. Soy una persona abierta, que apuesta siempre por el diálogo, la escucha activa y la empatía. Mi objetivo siempre fue estar atenta a las necesidades de cada uno; entrenadores, jugadores y familias, y en caso de algún problema, entre todos poder buscar soluciones.
La veo pensativa....
—Quiero aprovechar para dar las gracias a todas aquellas personas que durante mi temporada de coordinadora se acercaron y estuvieron a mi lado ayudándome y dándome consejos; gracias porque siempre vuestra ayuda fue un soporte para mí. Además, agradecer a todos los jugadores que fueron capaces de abrirse a mí para mejorar algunas situaciones y para hacerme partícipe de sus inquietudes; ellos son los protagonistas y necesitan ser escuchados. No quiero olvidar a sus familias, quienes también han sido capaces de acercarse y hablar conmigo para mejorar el funcionamiento de nuestro día a día. Sin duda, también las familias necesitan el espacio y el tiempo y ser escuchadas. El club lo formamos todos.
¿Queda por tanto desvinculada del CV Ciutadella y del volei?
—No pienso en desvincularme del club y mucho menos de volei. Mi vida dentro del club no empieza con la Superliga, va mucho más allá; desde los nueve años mi segunda casa ha sido el pabellón y estas pistas son las que me han visto crecer.
Ocho años en Superliga, la local y jugadora de más años en la Liga Iberdrola, ¿qué supone para usted?
—Para mí es un orgullo haber estado tantos años en la máxima categoría; poco me podía esperar que el día que me ofrecieron subir al primer equipo sería por tantos años. Años gloriosos, para mí, de muchas emociones y de muchas experiencias vividas. Lo que me ha dado el volei es irrepetible. Me ha dado la vida y ha sido mi refugio y desconexión en muchas etapas de mi vida. Cuando llegas a querer este deporte como yo lo hago es difícil de explicar y muchas veces de que te entiendan. Estoy muy orgullosa de mi evolución, mi trabajo y mi progresión a lo largo de todos estos años. Nunca me rendí, entrené duro y me preparé todos los veranos para empezar cada temporada lo mejor posible; y me sorprendo de mí misma. Nunca pensé, físicamente y mentalmente, estar tan bien. Sintiéndolo mucho toca poner punto y final a la Superliga y a mi carrera deportiva en la alta competición; ahora, tendré que ver el volei desde el otro lado de la barrera.
¿Han merecido la pena estos años de sacrificio combinando trabajo y deporte profesional?
—Todos sacrificamos mucho y dejamos muchas vivencias –con familiares y con amigos– pero me ha valido la pena. Todos estos años lo he combinado con el trabajo de la docencia y no lo voy a negar, en muchas épocas me he estresado mucho; pero siempre me ha merecido la pena. Como podéis ver año tras año, decidía, sin dudarlo, renovar un año más.
¿Lo mejor y lo peor que se lleva de esta productiva etapa?
—Lo mejor, a nivel sentimental y personal, mi pareja y mis amistades, con quiénes he compartido tantísimo, dentro y fuera de la pista. Y el soporte incondicional de mi familia para darnos ánimos y buscar aquella palabra para animarte a seguir. Y el público. Sentir que hacían vibrar, semana tras semana, el pabellón, era emocionante. No podría contar con los dedos las veces que el público me ha hecho poner los pelos de punta, gracias. Y a nivel deportivo, poder ser capitana y transmitir todos los valores educativos y la filosofía del club a las compañeras. Participar en la Copa de la Reina varios años (se crea un ambiente buenísimo), sobre todo la que organizamos en casa, con todo el público y tu gente, donde llegamos a jugar una semifinal; ganar la Supercopa y jugar a Europa. También mi entrega y animación en los partidos siempre fue máxima –algunos han sido de infarto– aunque fuera, desde el banquillo, también son momentos que he vivido intensamente y que quedan en mi corazón; vibraba y sentía el volei desde otra mirada. Tengo que confesar que yo siempre era de las jugadoras que año tras año sentía emoción desde el primer día de entreno, hasta los viajes me parecían emocionantes; he descubierto mucho mundo gracias al voleibol.
Y lo peor...
—Quizás el querer demostrar más y no poder.
¿Piensa que podría haber tenido más oportunidades estos años quizás en pista?
—Puede que a raíz de la lesión de mi compañera que compartía posición conmigo hubiera podido aportar y demostrar mucho más pero las cosas sucedieron de otra manera. Me hubiera gustado jugar más esos partidos, sí, poder llevar mi recompensa diaria a los partidos; sobre todo cuando el equipo tuvo la necesidad a raíz de esta lesión que comento (uno también entrena para estar preparado cuando el equipo lo necesita). Confiaba y mis compañeras también, en mi trabajo y mis cualidades, pero las decisiones fueron otras y no quedó otra opción que aceptar.
¿Irá a ver al Avarca y lo seguirá?
—Seguiré viendo el Avarca, sí, y mucho voleibol más (risas).
¿A quién o quiénes quiere agradecer todos estos años?
—Maira y yo queremos dar las gracias a todos los que siempre han estado a nuestro lado, a todo el público –quiénes nos han demostrado el cariño–, desde los más pequeños hasta los más mayores. Sin ninguna duda, habéis sido nuestro motor. Gracias a todas las compañeras que han compartido equipo todos estos años; de cada una siempre hemos intentado aprender alguna cosa. Muchas de ellas se han convertido en amigas y eso es lo más bonito que uno se lleva. Gracias a la familia, quién supo estar a nuestro lado aunque fuera a veces en silencio. Vuestro refugio ha sido, para nosotras, el espacio vital que necesitábamos en muchos momentos. Y gracias al club y todos los que lo forman, por la confianza que han depositado en nosotras todos estos años, la atención que nos han dado y hacernos sentir como en casa.
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