Gráfico con todos los títulos, estadísticas y trofeos de Rafael Nadal antes de sus últimos partidos como tenista profesional. | UH

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Entre el 19 y el 24 de noviembre Rafael Nadal abrochará en la fase final de la Copa Davis en Málaga una carrera de más de dos décadas como profesional repleta de éxitos y récords camino de la eternidad. El mallorquín ha moldeado desde su debut en la ATP en abril del 2000 un palmarés de leyenda que le otorga un asiento de privilegio en el Olimpo del deporte mundial como uno de los grandes dominadores del planeta tenis en el siglo XXI. En sus vitrinas aparecen resplandecientes 92 títulos, entre los que figuran 22 Grand Slam y 36 Masters 1.000, y destaca una trayectoria marcada por hacer de la excelencia una rutina estando siempre entre los mejores del ránking y clavando sus dientes en trofeos durante 19 campañas consecutivas, sobre todo, coronándose como rey de la tierra y jerarca de Roland Garros. Todo ello, con el brillo tanto en el fondo como en las formas, porque su éxito también subyace en los valores que han emanado de su actividad dentro y fuera de las pistas.

El Mallorca Open del año 2002 vio nacer a la estrella que se intuía cuando en las categorías inferiores ya esbozaba su potencial entre la élite de su generación. Con apenas 15 años ganó su primer partido, pero fue en 2004, tras coleccionar triunfos en Futures y Challengers, cuando llegó la eclosión definitiva. En su mayoría de edad estrenó su cuenta de triunfos en Sopot (Polonia), debutó en los Juegos de Atenas y contribuyó a la conquista de la Copa Davis junto a Carlos Moyà en lo que supondría un punto de inflexión para su carrera materializando su potencial.

Con melena y bandana, pantalones piratas y camiseta sin mangas y un físico imponente su imagen causó sensación al mismo tiempo que su manera de jugar, sus celebraciones, madurez precoz y determinación para mirar a los ojos a los cracks de otra generación asombraban a todos, en especial, cuando se hizo grande en 2005 acumulando trofeos en las campañas de tierra y ganando su primer Roland Garros ante Mariano Puerta. Sus resultados le instalarían sólo un peldaño por detrás de Roger Federer en la clasificación mundial, donde ocupó la cima en 209 semanas ocasiones en ocho etapas diferentes.

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En 2008 abrazó la gloria en Wimbledon posiblemente en el partido más memorable de la historia ante Roger Federer, rival y amigo con el que ha integrado junto a Novak Djokovic el Big 3 o la terna más dominadora jamás vista en una pista de tenis. Oro en Pekín y número uno del mundo en un año para enmarcar que le distinguía como un fuera de serie más allá del polvo de ladrillo. Categoría de extraterrestre en la arcilla y fuera de ella porque volvió a ganar Wimbledon en 2010, en Australia (2009 y 2022) y sobre el cemento de Nueva York (2010, 2013, 2017, 2019). Todo mientras luchaba contra las lesiones y unas trabas físicas que de no existir podrían haberle catapultado hasta cotas inalcanzables. Su capacidad para reinventarse hasta normalizaron volver por donde solía cuando parecía imposible y su humildad para abrazar las dudas le permitieron alimentar su gen competitivo para devorar récords y marcas en multitud de escenarios y en función de su edad.

El rango de inalcanzable ya tienen sus cifras en la tierra. Bajo la batuta de Toni Nadal y en la época más reciente entrenado por Carlos Moyà, sobre la superficie roja forjó su leyenda tal como acreditan sus 63 títulos. Sin lugar a dudas, Nadal es el mejor de la historia en la arcilla. Sólo 50 derrotas en 523 partidos (90,61% de triunfos) acreditan un reinado jalonado por 14 Copas de los Mosqueteros (2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019, 2020, 2022), once triunfos en Montecarlo y otros diez en Roma sin olvidar 12 mordiscos en el Conde de Godó en su club, el Real Club Tenis Barcelona.

Para hacer balance de su palmarés casi resulta más fácil señalar los trofeos que no ha ganado que subrayar las victorias de su hoja de servicios en la que figuran 324 competiciones oficiales y más de 1.300 partidos. Las Finales ATP o el Masters 1.000 de Miami son las únicas ausencias destacadas de un currículum escrito con letras de oro en el que llegó a ser el poseedor de más grandes -superado posteriormente por Djokovic-, dos medallas olímpicas y cinco Copas Davis.

En 2022 se coronó por última vez en Roland Garros y en 2024 era su último gran objetivo junto a los Juegos después de asegurar en 2023 que iba a ser su última temporada. De nuevo las malditas lesiones han condicionado sus planes, pero finalmente podrá despedirse en las pistas como bien merece un legado eterno. Porque el suyo trasciende de unos resultados excelsos para dibujar una estela a seguir por la colección de valores que ha acompasado el paso de años plagados de victorias y en su forma de encajar las derrotas. Nunca ha querido ser ejemplo pero lo ha dado. Nunca se ha considerado el mejor pero lo ha sido. Nunca se rindió y nunca rompió una raqueta. Talento, pasión, determinación, tenacidad, humildad, gen competitivo… se hace difícil sintetizar el cúmulo de virtudes que ha destilado en el deporte, porque por encima de todo es un deportista de talla mundial a la altura de los mitos.