Paula Barceló y Nacho Baltasar, los dos regatistas mallorquines que competirán en París 2024, derrochan ilusión y ambición con la idea de «disfrutar la experiencia»
Paula Barceló y Nacho Baltasar miran al mar en el Club Nàutic de s'Arenal. | Francisco Ubilla
Se conocen desde hace años, «de pequeño, pues su padre y su hermano me han entrenado y me han ayudado mucho», confiesa un joven de 19 años que quiere hacer historia en su primera participación olímpica. Es Nacho Baltasar (Palma, 2004-CN Sa Ràpita), que será la baza española en la clase iQFOil en aguas de Marsella, en campo de regatas para la vela en los Juegos de París 2024. Allí, formará la cuota mallorquina con una veterana como Paula Barceló (Palma, 1996-CN Arenal), que perseguirá sacarse la espina de Tokio tres años después y de nuevo formando equipo con Támara Echegoyen en el 49erFX español.
Los días 2 y 3 de agosto están marcados en rojo en sus agendas, aunque antes deberán navegar para llegar con opciones a las Medal Races de sus respectivas clases en unas aguas que conocen bien. Paula y Nacho protagonizan un hecho inédito en la historia de la vela olímpica balear: por primera vez, un regatista masculino y femenino participarán en unos Juegos, en los que 28 años después que lo hicieran Pepote Ballester y Jordi Calafat en Atlanta 1996 doblarán la cuota balear en la gran cita olímpica.
«Desde que empezó la campaña olímpica, el objetivo de los Juegos es lo que tenemos en mente», asegura firme Barceló, cuarta y diploma en Tokio y que ha aprovechado estos años para acelerar el final de sus estudios de Medicina. «Ya sientes esa presión, esa energía diferente que llevan consigo los Juegos...», confiesa la campeona mundial hace cuatro años y clara baza de podio en París 2024.
La complicidad entre ambos queda patente en las miradas que se cruzan y el buen ambiente que generan. Paula le mima, le achucha... y avisa: «lo hará bien». Pero Nacho es prudente, pese a la frescura que irradia a sus 19 años y en su estreno como olímpico. «Al final, es vivir la experiencia previa, el durante... la vida pasa rápido y creo que es algo que debo disfrutar al 100 %. Así, seguro que las cosas saldrán bien, o al menos como queremos y esperamos», explica Baltasar en conversación distendida junto a su buena amiga y compañera del equipo español de vela olímpica.
Su madurez está a la altura del reto que se le avecina, unos Juegos que a medida que se acercan generan ese plus de presión que espera «saber gestionar, al igual que la información, para llevarla al camino que más nos conviene», asegurando que tiene por delante «una gran experiencia a vivir, sabiendo que tengo 19 años y puede que tenga otra oportunidad en 2028», sabiendo que no es bueno «comerse la cabeza».
Esas expectativas y la exigencia del entorno sabe Paula Barceló que «siempre están», pero también trabaja para canalizar esas expectativas, considerando «un privilegio que la gente cuente conmigo, con nosotras como opción de medalla. Eso pienso que es un síntoma de confianza. Pero hay que saber gestionarlo, porque puede llegar a nublarte y debes saber que tu realidad es trabajar y ser constante para que lleguen los resultados, intentando evadirte de lo que pasa fuera», apostilla la regatista del Club Nàutic s'Arenal.
Esa conexión entre Nacho y Paula la plasma el primero al admitir que «es un privilegio como regatista, pero personalmente una alegría poder ir con ella y vivir esto juntos», en referencia a esa larga relación, que remonta a Barceló a años atrás, «cuando Nachete era un niño... es increíble, me acuerdo de él y la verdad es que es emocionante poder compartir estos Juegos con él...», asegura la mallorquina, quien destaca de él «su energía. Es verdad que tiene 19 años, pero ha conseguido un equilibrio difícil entre juventud y experiencia».
Ambos coinciden a la hora de valorar su presencia en los Juegos de París en la labor desarrollada por los clubes de Baleares «promocionando la vela desde la base, pero también gracias a las ayudas que ofrecen las instituciones, como el Govern, que nos ayudan a competir y entrenar en condiciones».
Del campo de regatas de Marsella, en el que han trabajado los últimos veranos para conocer las condiciones en las fechas de los Juegos, reconoce Baltasar que le gusta «mucho». «Lo conozco bien y es una ventaja que intentaremos aprovechar», estudiando bien la meteorología como «un punto que suma y te puede ayudar a estar delante».
En esa línea se manifiesta Paula Barceló, para quien estar en el Mediterráneo plantea un escenario similar a la bahía de Palma, aunque es prudente y avisa de que se encuentran ante «una pista de juego cambiante, en la que hay que salir y jugar con lo que tenemos», aunque para ir sobre seguro, «llevamos estudiándolo dos veranos», admite.
Nacho Baltasar ensalza la trayectoria y la pasión de Paula y su compañera, Támara Echegoyen, de quien resalta «cómo supieron gestionar el tránsito desde Tokio a París, su labor como equipo y la decisión de dar el paso al frente para ir a por medalla. Eso demuestra que tienen un objetivo claro y definido. Saben lo que quieren y seguro que conseguirán lo que pretenden, se lo merecen», espeta el joven regatista de iQFOil.
Emocionada ante las palabras de su amigo, Paula habla de Nacho como «un regatista talentoso que lleva años haciendo un gran trabajo», a la vez que destaca su profesionalidad «en el gimnasio, en la alimentación, en lo psicológico...» y el 'punch' «de la juventud». Y le aconseja «saber gestionar la presión, importante, aunque sé que lo hará bien». Y se moja: «sin ambición, un Top5; con ambición, medalla», augura Paula Barceló.
Y puestos a trazar objetivos claros de cara a los Juegos, Nacho Baltasar lo tiene claro y tiene como meta «disfrutar lo máximo y acabar satisfecho del trabajo, saliendo de los Juegos sabiendo que lo he dado todo y habiendo vivido a tope el camino», a lo que asiente Paula Barceló, que tras su primera experiencia, además de pelear por esa medalla que rozaron en Tokio pretende «disfrutarlo, porque cuando estás allí, muchas veces no lo haces, no vives ese momento como deberías por la exigencia de la competición», afirma, recordando que «una vez que pasa, miras atrás y lo piensas, eres más consciente de que has estado en unos Juegos Olímpicos. Y eso quiero hacer ahora, disfrutarlos más si cabe».
Echando la vista atrás, mira hacia el podio tras ser cuarta en Enoshima en aquel verano de 2021. «Ahora que he vivido la medalla de 'chocolate', quiero darlo todo, quedarme con la tranquilidad de que nos hemos esforzado al máximo como hicimos en Tokio. Es un momento duro, sí, pero te da tranquilidad no haberte dejado nada en la competición». Y finalizan ambos con un mensaje tan ilusionante como ambicioso: «si no soñamos con una medalla, no hace falta ir». Más claro...
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