Pedro Galdona se dirige a sus jugadores en una pretemporada de los años 80.
El CE Alaior cumple noventa años, una efemérides que exige celebración. Quinto club de la Isla en cuanto a antigüedad (únicamente CD Menorca, UD Mahón, CE Mercadal y CE Ferreries le rebasan en longevidad) y sobre todo, máximo emblema deportivo de la población que le acoge y presta nombre, aun a pesar de que en términos deportivos no reside actualmente en su momento más exuberante, la importancia, impacto y trascendencia que hoy día todavía mantiene la entidad albinegra en su área de influencia no admite cuestión.
Desde estas páginas, a modo de homenaje y reconocimiento a tan importante club y su denso recorrido, igualmente con finalidad informativa, revisamos y evocamos algunos de los datos y momentos más relevantes que ha legado a lo largo de sus nueve decenios de vida.
Orígenes
El 3 de noviembre de 1934 quedó formalmente constituido el Club Deportivo Alayor, cuya nomenclatura mutó a Club Esportiu sesenta años después, en los años 90 del siglo anterior, a cuenta de la normalización lingüistica. La nueva entidad, que tendrá en el empresario local Miguel Marín Melià a su primer presidente, se promueve a partir de la fusión del Alayor FC, coloquialmente conocido como S’Esbrell, y el CE Alayorense, dos clubes surgidos en 1924 con apenas dos meses de diferencia.
Estos dos clubes fueron la respuesta a los primeros visos futbolísticos que experimentó la localidad, según ilustra en su obra ‘El juego del fútbol en Menorca’, publicado en 1985, Deseado Mercadal Bagur.
La determinación a unir las dos entidades, Alayor FC y Alayorense, se ampara en las dificultades, internas y económicas, que atraviesan uno y otro conjunto para operar en solitario, y dando pleno sentido al refrán de ‘la unión hace la fuerza’, su unificación deriva en la aparición de lo que es hoy el CE Alaior, en lo que por otra parte supone un paradigma de fusión que ha funcionado como pocos en la Isla, y que seis decenios después, en verano de 1990, hallará émulo en los dos equipos de baloncesto de la localidad, La Salle Alayor y el CB Alaior para confirmar una máxima que no acepta debate; el sentimiento identitario y de pertenencia que existe en Alaior, entre sus habitantes y lugareños, es superior al que se estila en ciertas partes de la Isla.
El hogar
Inmediato a su alumbramiento como club es el traslado del CD Alayor al campo que posteriormente se denominará de ‘Los Pinos’, que se inauguró el 16 de septiembre de 1923, incluso con antelación a la aparición del proyecto.
El campo, de inicio, se arrienda a un vecino de la localidad, Miquel Pons ‘Michel’, si bien durante la guerra civil (1936-39) es adquirido por el Ayuntamiento, que arguye la necesidad de disponer de un recinto deportivo para el desarrollo físico de la juventud. El 7 de julio de 1937 se consuma el acuerdo de venta por la suma de 14.000 pesetas de la época.
A lo largo de sus cien años de existencia, y aunque el Alaior de inicio instituye su sede social en la calle Barsola, 11 (ahora carrer de Ses Guixes), ha sido siempre Los Pinos el hogar, primero deportivo, luego también social, de la causa albinegra.
Y como es lógico, un siglo da para muchos cambios, a lo que no ha sido ajeno el campo de fútbol de Alaior. Para su construcción y puesta a punto, un buen puñado de socios y aficionados colaboraron desde diversos frentes, pero es a finales de los años 80 del siglo previo cuando el feudo advierte la construcción de la grada cubierta y la instalación de un sistema de iluminación entonces sin parangón en Menorca, lo que le otorga su actual fisionomía. A inicios de los 2000 se acomete la implantación del césped artificial.
Lógicamente, al haber cobijado al Alaior desde sus albores, el campo de Los Pinos ha contextualizado muchos de los grandes momentos que el club ha saboreado en sus nueve décadas de historia, además de otros capítulos cumbre.
En ese marco, la selección catalana, que lo hizo un par de veces, el RCD Español de Barcelona, el mítico equipo Hungaria, integrado por fútbolistas que habían huido del régimen comunista que en aquellos tiempos gobernaba Hungría y entre los que se alineaba el absolutamente legendario Ladislao Kubala, y una selección española no oficial integrada por nombres como Ramallets, Biosca, Basora, César o Manchón, nombres imprescindibles en la cronología del Barça y del fútbol español, son algunos de los ilustres visitantes que desfilaron por Los Pinos en los años 40 y 50.
En 1962 se disputó el primer torneo de las Festes de Sant Llorenç, con un cartel que incluyó a UD Mahón, una selección menorquina, Atlético Ciutadela y al cuadro local. Y la edición del partido de ‘festes’ de agosto de 1988 enmarcó la inauguración de la antes mencionada tribuna e iluminación de Los Pinos, en un gran partido ante el por entonces potente Sporting Mahonés, que se llevó el trofeo tras remontar (1-2). Finales de Copa, tanto regional como en categorías menores, o ser durante una temporada, en 1977, el hogar del Sporting Mahonés, son otros marcos que a lo largo de su historia ha ejercido el centenario campo de Los Pinos.
Inicios
En lo deportivo, destaca por ser el CE Alaior uno de los clubes con mejor trayecto de la Isla. Eso sí, los inicios de la entidad, una vez se unieron S’Esbrell y el Alayorense no resultaron sencillos y hasta prácticamente entrados los 40, en 1942, casi diez años después de ser gestado, el equipo no se afianza en la competición menorquina. Ese periodo previo a ello lo franquea concertando amistosos con otros rivales de la Isla.
No obstante, de su incursión en la liga menorquina a pasar a dominar la misma apenas discurren dos años. En 1944 el CD Alayor se alza con su primer título, que revalida un año después y en 1948 llega el tercer éxito en menos de un lustro, en lo que sería la primera etapa de brillo de la entidad. De aquel lapso temporal, los más veteranos refieren a la figura del habilidoso delantero Pedro ‘Netis’ Florit como una figura clave.
El debut en Tercera balear ocurre en el curso 1954-55, producto de una restructuración que en aquella época impulsa un subgrupo menorquín, por lo que no será hasta el 1956-57 en que el Alaior realmente compita en una liga autonómica.
Su tránsito en la misma dibuja en sus albores capítulos con siempre difíciles permanencias, cierta inconsistencia y algún retorno a la liga insular, inercia histórica a la que el club dará un viraje a partir de 1979.
La edad de oro
A raíz de restablecerse el grupo balear de Tercera División para la campaña 1979-80, a la que asciende gracias al subcampeonato de regional del 79, el equipo albinegro pasa a formar parte de una categoría en la que se mantendrá de forma ininterrumpida hasta que en 2012 se consuma su descenso deportivo a regional, un lapso que a nivel nacional solo iguala el Tenisca de Las Palmas en el grupo canario de Tercera y que asimismo recoge, en lo futbolístico, los más grandes pasajes de la nonagenario entidad albinegra.
Ciertamente los primeros años en el nuevo grupo balear son de sufrimiento continuado en la lucha por eludir el descenso, y entre 1980 y 1986 solo en 1984, en que finaliza noveno, el Alayor tiene en riesgo el retener la categoría. Pero es precisamente ese año 1986 un punto de inflexión a partir del que, tras obrar una milagrosa permanencia con Juan Millán en el banquillo, lo que pasa por lograr una taquicárdica victoria en campo del Atlético Ciudadela que manda a este a regional, el cuadro albinegro no hará sino ir hacia arriba, estableciendo sucesivamente en los cuatro años que siguen, cada temporada, su mejor clasificación de siempre.
Séptimo clasificado en 1987, quinto en el 88, tercero en el 89 (solo Mallorca Atlético e Ibiza le superan) y subcampeón en 1990 (el Manacor se hace con el título). El vasco Pedro Galdona primero y el paraguayo Epi Medina después dan relevo en la dirección del equipo a Millán en ese periodo, en que el dinero en Los Pinos mana a expuertas (de siempre se ha comentado que la presidencia de Tóful Vinent fue la mas fértil en lo económico) y en la que el club sabe aprovechar el talento de jugadores que desestima el Sporting, en la época en Segunda B, como el elegante centrocampista Lorenzo Fernández, el lateral Rafel, Raúl Sintes, Gervasio o los hermanos Pons Riera ‘Viroll’, aborda con éxito el mercado insular (los metas Moll y Bosch, Caymaris), cuenta con gente foránea de calidad arraigada en la Isla (Rafa Torres) y optimiza rostros locales como Ramón Melià o Nido Vidal, por aludir a algunos de los muchos exponentes que dieron grandeza al club e imposible todos de citar.
La pena para el Alaior, que en aquellos tiempos, por unos pocos años, se suprime la liguilla de ascenso a la antigua Segunda B, lo que le priva de tener ese premio que otros clubes, desde el tercer o cuarto lugar, sí han logrado.
El declive
Después del subcampeonato del 90, el quinto lugar del 91 confirma que el club no ha perdido su estatus entre los mejores de Tercera balear, lo que sin embargo sí pasa a convertirse en certeza a partir del curso 92, cuando el undécimo lugar en que concluye en la clasificación anuncia que el ciclo dorado del Alaior ha terminado.
Desde ese entonces, y aunque el club trata a finales de los 90 de armar un bloque con ambiciones, las intenciones no cristalizan y el Alaior se afianza en los primeros años del siglo XXI como un clásico de la liga balear, pero abonado a la zona tibia de la clasificación, sin contar para la zona alta.
Justo es decir también que ese ciclo mágico que se delineó entre 1986 y 91 genera una elevada deuda que indefectiblemente condiciona la composición de plantillas y presupuestos en los años venideros.
Todo eso, combinado con la crisis económica mundial que estalla en 2008 y causa estragos a partir de 2010, sin obviar el daño irreparable que la continuada proliferación de fútbol de elite en la televisión (lo que provoca que la asistencia de público a Los Pinos merme considerablemente), culmina con el descenso a regional de 2012.
Renacer
Tras un descenso siempre es complicado, y el Alaior no fue excepción a esa máxima, pero a base de trabajo, de renovar sus estructuras y de apostar por gente de la casa, el club consigue su regreso a los primeros puestos a nivel insular, se conquistan un par de ligas (2016 y 2023) e incluso se disfruta de un efímero reingreso en Tercera balear, en la campaña 2023-24, lo que sin duda contrasta con la prolongada etapa anterior, en lo que por otra parte supone un claro ejemplo de la metamorfosis sufrida por el fútbol amateur o semi-profesional, y de la que lógicamente el Alaior no ha podido escapar.
Pero pese a todo, ahí luce la causa albinegra, imperturbable y orgullosa, dejando atrás sus primeros noventa años de vida y sin renunciar a su insobornable condición de ser el gran emblema deportivo, y mucho más, de la población de Alaior.
El apunte
Una cantera muy fértil y exitosa
No es posible dar comprensión a los noventa años de existencia del CE Alaior sin reparar en su fértil cantera. Cuna de grandes jugadores, desde Pere ‘Netis’ Florit a Bienvenido Perea, pasando por Jaume Morlà, Franz Barro o Ramón Melià, por citar algunos de los rostros de leyenda que se han formado y jugado en el club, los conjuntos juveniles o filiales han tenido por eso una gran relevancia en la cronología del CE Alaior. En ese sentido, el Club Junior, impulsado en los años 50, se distingue como el primer club juvenil que se formalmente se forjó en la población, e incluso jugó el campeonato menorquín en 1954. De tiempos posteriores, obligado es rescatar de la memoria el equipo juvenil que en 1994 fue campeón de Menorca, balear y ascendió a Primera División sub 19, y por supuesto los dos ascensos al grupo balear de Liga Nacional Juvenil, conseguidos en 2019 y en 2023.
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