Por pegada en dos tiros desde fuera del área, entre la duda de si Paulo Gazzaniga pudo hacer más en cualquiera de los dos, el Atlético sobrepasó al equipo que hace tres meses lo desplazó del podio de LaLiga EA Sports por primera vez en una temporada completa a las órdenes de Diego Simeone. El Girona estuvo lejos de aquel equipo de entonces en ataque, aparente al principio, dominador por momentos, pero doblegado en cuanto recibió el 2-0.
Jugados ya 40 minutos, Griezmann ni siquiera había entrado en juego. Ni entre líneas ni en la construcción ni en la finalización. En ningún lado. Mal asunto para el Atlético, limitado a un par de remates de Lino, conectado en la banda izquierda con Riquelme, y asustado a un par de amenazas sobre su área del Girona, mejor en la presión que en el último pase.
Un despeje -o pelotazo- larguísimo de Le Normand desde su campo, cuya contundencia es expeditiva siempre, cambió el partido, porque Paulo Gazzaniga cometió una torpeza. Su anticipación a la jugada fue fatal. No le quedó otra que una rectificación con la mano fuera del área, cuando Julián Alvarez se disponía en carrera para aprovechar el regalo.
En el fino filo entre la tarjeta amarilla, porque Blind corría al lado del atacante argentino, o la roja, porque 'La Araña' aparentaba en mejor disposición de alcanzar el balón -y empujarlo a la red-, el árbitro, Martínez Munuera, entendió más acorde la primera, entre la discusión sobre el terreno de los jugadores locales, que reclamaron más castigo con insistencia.
La bronca del Metropolitano cambió en unos instantes a la celebración: Griezmann lanzó la falta directa al palo del portero, con potencia, ajustada, en esa altura compleja para cualquier guardameta para marcar el gol con el que el Atlético se quitó un peso de encima y 40 minutos de apariencia sombría, lejos de la expectación que ha provocado su ambicioso mercado, liderado por Julián Alvarez, primera vez titular y casi invisible en el primer tiempo y menos en el segundo, pero aún muy lejos de la dimensión esperada. Cuestión de tiempo. De partidos.
El gol desató de pronto el partido. Jan Oblak se interpuso ante Abel Ruiz, Rodrigo Riquelme estrelló su remate con el único sitio posible, el cuerpo del guardameta, porque no había angulo visible para el gol y el encuentro enfiló el descanso con más ocasiones en cinco minutos que en todo el tramo anterior, hasta que apareció Griezmann para reivindicarse.
El partido terminó a los cuatro minutos del segundo tiempo. En un contragolpe al que dio vuelo la apertura de Griezmann a Marcos Llorente, el hoy carrilero derecho del Atlético corrió, corrió y corrió, con todo el espacio del mundo. Sin nadie para salirle, soltó un derechazo tremendo, tan centrado como potente, que no atinó a despejar Gazzaniga.
El 2-0, en el minuto 49, fue demasiado ya para el Girona. También la paz (después la relajación) para el Atlético, en el que se estrenó Conor Gallagher, cuya conexión con la grada aún sin jugar es una de las noticias de la última semana. El cuarto fichaje rojiblanco (este lunes se sumarán Clement Lenglet y previsiblemente el portero Juan Russo, ambos cedidos) hizo rugir al Metropolitano sin haber dado aún un pase con su nuevo equipo.
Es la ilusión que desprende este Atlético, aún en tono gris, todavía en construcción, lejos de la versión más esperado, pero ganador más práctico que brillante en su puesta en escena en el Metropolitano, además por 3-0, en una fantástica jugada de Pablo Barrios que continuó Llorente y culminó Koke. Allí ha vencido 33 de sus últimos 37 partidos. El déficit está como visitante.
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