El equipo bermellón se tuvo que sacar del cuerpo todos los demonios para liquidar a una Real Sociedad que pese a ser superior no pudo en ningún momento con su futbol tequila. Ni en el tiempo reglamentado, ni en a prórroga, ni desde el punto de cal.
La primera sorpresa de una noche de locura llegaba cuando Javier Aguirre ponía boca arriba sus cartas. El mexicano mantenía la defensa de cinco, con tres futbolistas en el centro del campo y dos hombres en punta. Lo llamativo es que introducía en un lado del muro a Copete en lugar de Nastasic, su mejor hombre cuatro días atrás, y que dejaba en el banco a Vedat Muriqi, del que al menos había advertido en la previa que arrastraba un golpe. Larin y Abdón, el rey de copas bermellón, asumían el deber de perforar, un montón de años después, alguna de las porterías de Anoeta.
El Mallorca logró por los pelos el objetivo de llegar con el marcador igualado al descanso. Con personalidad al principio y mejor al final del primer acto, el equipo de Javier Aguirre estuvo a punto de arrojarlo todo a la basura cruzando ya las puertas del intermedio, después de que Raíllo, a contracorriente del resto del mundo, se interpusiera a un pase de Zubimendi con los brazos despegados del resto del cuerpo. Era el minuto 45 y al equipo balear se le caía el cielo encima sin avisar. Pero ahí estaba Dominik Greif, un de los héroes y personajes estelares de esta Copa, para aguantar a Brais Méndez y parar con los pies el tiro blando y centrado del gallego. Un chute de moral para los bermellones y un soplo de justicia para la eliminatoria, porque la Real Sociedad tampoco había hecho lo suficiente como para irse a la caseta con un cuerpo de ventaja.
Entre el saque inicial y el penalti desperdiciado por los locales no había pasado nada del otro mundo. Fallones e imprecisos, a los dos equipos les costaba coser el juego y el balón apenas pasó con fuego por las áreas y Zakharyan firmaba el primer disparo realista a los 29 minutos, blocado por Greif sin despeinarse. El Mallorca en cambio, tardó un poco más en comprobar que el rival que tenía delante no era tan fiero como imaginaba. Se dio cuenta cuando se extinguía la primera mitad y se concedió la licencia de estirarse. Llegó entonces con peligro a la parcela de Remiro pero Abdón, que hasta ese momento solo había visto volar el balón de un lado a otro, se precipitó a la hora de acabar la jugada. Aun asi no se fue lejos del arco su zurdazo, que bajó de golpe el volumen de la grada.
La segunda mitad iba a traerle al Mallorca el antídoto contra ese veneno que llevaba un montón de años consumiéndole en Anoeta. Sin ataduras en las extremidades, los de Aguirre conectaban su mejor acción de la noche y le arranacaban el precinto al marcador de la confrontación con un cabezazo de Gio. El uruguayo sorprendía Remiro y mandaba con dulzura a la red un centro de Jaume Costa. El problema es que el carrilero se apoyó en Larin, cuya posición de salida era muy ajustada. Hubo que esperar unos minutos a que el VAR aprobara el tanto del carrilero del Mallorca. El primero que marcaba el club en terreno txuri-urdin tras nueve partidos en blanco y 17 años de sequía. Faltaba medio partido, pero era evidente: algo mágico estaba ocurriendo.
Con la mente en blanco y las arterias de su fútbol obstruidas, a la Real Sociedad solo le quedaba la bala del factor emocional. E Imanol eligió dispararla rápido. Metió en el campo a Oyarzabal y el Reale Arena, que empezaba a languidecer, entro en combustión. No necesitó ni diez minutos el futbolista franquicia del proyecto blanquiazul. Recogió un envío de Brais y batió a Greif con un remate cruzado que dinamitaba sin remedio la eliminatoria.
El empate dificultaba muchísimo la gesta. Anoeta era un infierno y la Real, con la ayuda de 35.000 gargantas inclinaba el campo y metía a diez de los hombres del Mallorca en su propia área. El plan de proteger el gol de Gio había marchitado y parecía que la sentencia local iba a caer de madura. La única salida alternativa era la prórroga.
El tiempo extra terminó de desnudar a los dos equipos, ya con la gasolina justa. El Mallorca, sentado al borde del precipicio, salvaba otra vida después de que Samú sacara un balón sobre la misma la línea y con el pecho un tiro a quemarropa de Tierney.
Solo quedaba una cuerda de salvamento: la de los penaltis. Pero ahí seguía Dominik Greif. Y Muriqi, Morlanes, Mascarell, Radonjic y Darder, que desafiaron al mal recuerdo de Mestalla para llevar al Mallorca a otra cita con la historia. La Cartuja espera.
42 comentarios
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Gio...como Pandiani...
rupertoNo has posat ni un punt en tot s.escrit. No sé si té més mèrit això o haver passat a sa final de copa.
OceàMolt bé, ido no Hi vagis. Només faltaria.
rupertoTranquil, que dia 6 d'abril podràs veure una final de Copa per televisió, i l'endemà podràs veure un futbol exquisit de 2° B a sa Via Cintura.
EN PEPÊT GONELLAFelicitacions a tots es que sentim es colors mallorquinistes. Tots es jugadors que varen botar an es terreny de joc . Tots sense excepció varen estar a gran altura jugadors, cos tècnic directiva i sobretot aquesta afició sobirana que no desocupació d'animar es #nostro.
Enhorabuena al RCD Mallorca.
Òscar FornésAlerta, fá un poquet de "tufo merengón" encara que ell no ho dirá.
FartdetotTens tota sa raó
ruperto🤣🤣🤣🤣 és guanyar fa riure, tot lo que conté no m'interessa gens
Vaya vaya con el ruperto. La Real Sociedad no jugará la final de la Copa del Rey de fútbol, lo que supone que sus hinchas no podrán silbar el himno nacional en la final. Punto pelota.