«Estoy muy contento de estar en casa, de volver a jugar en Menorca con el Madrid trece años después. Ha sido muy emocionante, con mi familia aquí, con toda la gente. Siempre es bonito volver a casa, espero que la gente haya disfrutado», comentó de inicio el base mahonés del Real Madrid, que se mostró muy «agradecido» por el recibimiento que le brindó la grada de Bintalfa.
Concerniente al partido, Llull analizó que «ha sido el típico encuentro de pretemporada». «Estamos en una buena línea de trabajo, al final hemos podido ganar, pero lo más importante es que hemos podido ir mejorando cosas de cara a la Supercopa, que la jugamos la semana que viene», abundó en ese orden.
De inmediato, se le cuestionó sobre si el hecho de jugar en casa, ante su gente, y hacerlo contra el Varese, un rival con el que el Madrid jugó cuatro finales de Euroliga en los años 70, lo que atavió el partido con la etiqueta de ‘clásico de Europa’, motivó que la cita fuera algo más que un amistoso, el extraordinario base menorquín dejó claro que «no» entiende «de partidos amistosos».
«Cuando te pones la camiseta quieres ganar. Sí, es un partido de pretemporada, hemos hecho rotaciones, ha jugado todo el mundo y en caso de haber perdido, pues tampoco es tan grave, pero sí que es cierto que nos hemos enfrentado a un equipo mítico, en su momento varias veces campeón de Europa y sin duda el hecho de jugar en Menorca ha hecho que el partido fuera más emotivo si cabe».
Siete partidos
El del sábado en el Pavelló fue el séptimo partido que disputa y gana en la Isla el primer equipo del Real Madrid, segundo de carácter amistoso (los cinco oficiales ocurrieron entre 2005 y 2011, cuando el extinto Menorca Bàsquet militó en la ACB).
El anterior amistoso blanco en Maó nos remite al preámbulo del curso 1986-87, cuando el equipo blanco, a la sazón dirigido por Lolo Sainz, y con nombres como Juanito Corbalán, Brad Branson y Fernando Romay en sus filas derrotó por dos puntos al antiguo CAI Zaragoza, en cuyas filas militaban Fernando Arcega, ‘Indio’ Díaz y Claude Riley, bajo la dirección del fallecido Manel Comas. El duelo tuvo lugar en el viejo ‘poli’ mahonés.
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