Sergio Llull se eleva sobre la defensa de Olympiacos para anotar dos puntos; la imagen del base mahonés escenifica lo que fue la semifinal | Annegret Hilse

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El Real Madrid de Sergio Llull tendrá la oportunidad este domingo de defender su estatus de campeón de la Euroliga ante el Panathinaikos tras imponerse la noche de este viernes al Olympiacos en las semifinales (87-76), después de un partido en el que por momentos ofreció una imagen impecable pero que se complicó en la segunda mitad. El base de Maó, por tanto, optará a ganar su cuarto cetro continental con los blancos.

El duelo llegaba envuelto en un velo de atractivo y morbo, el lógico después de que en la campaña previa ambos jugasen un disputado encuentro por el título que se decidió con una canasta postrera del propio Sergio Llull. Ello vaticinaba un cara a cara equilibrado que de inicio no lo fue tal. La primera mitad del conjunto blanco fue quizás la ‘Capilla Sixtina’ del plantel desde que lo dirige Chus Mateo, una obra cumbre expuesta con boato en el museo más prestigioso. Los jugadores lo hicieron todo bien y dejaron sin oxígeno ni ideas a un rival que no sabía por dónde le daba el aire.

Los primeros trazos ofensivos los entregaron los ‘brates’, Mario Hezonja y Dzanan Musa, quienes firmaron entre los dos un 5 de 6 en triples que puso el 19-8. Eran los brazos ejecutores al servicio del cerebro Facundo Campazzo, que acabó el primer cuarto con 6 asistencias y 4 de los 10 rebotes de su equipo. Además el cuadro español apretó en defensa, con una intensidad a la altura del escenario y un Walter Tavares que metía miedo en la pintura. Eso le permitió al equipo conceder solo diez puntos, nunca más de tres seguidos; poner tres tapones y dejar al Olympiacos en 2 de 6 en tiros de dos y en 2 de 8 en triples.

Excelencia

La excelencia logró trasladarla el vigente campeón al segundo acto, en el que fue capaz de replicar los 28 puntos anteriores con sus elementos de rotación, entre ellos un Sergio Rodríguez y un Vincent Poirier que hacían maravillas en su nivel óptimo de entendimiento. Sin embargo el bando griego ya no era el de antes. Algo menos alicaído gracias al 0-5 de parcial con el que volvió al parqué y más grácil en ataque guiado por Shaquielle McKissic, comenzó a ser peligroso cuando el intercambio de canastas dejó de ser una constante. Eso sucedió en el amanecer de la segunda mitad, cuando Alec Peters decidió pedir la bola y darle lustre. A medida que crecía su confianza, reflejada en 14 puntos durante el tercer acto, se incrementó la del colectivo de rojo y blanco. En un aro y en otro.

Así pudieron castigar uno de los pocos puntos débiles del Madrid, el del rebote ofensivo. Siete capturaron los de Giorgios Bartzokas en ese tramo más seis defensivos, dominando claramente en el apartado de las capturas y generando algo de preocupación a un oponente que tenía problemas para sumar (71-58, min.30). Sorteó el cuadro madridista ese momento delicado, sin permitir que la ventaja fuese inferior a la barrera psicológica de los diez puntos hasta que un triple de Nigel Williams-Goss hizo caer el muro a falta de seis minutos y medio para la conclusión. Afortunadamente para el Real Madrid, la herida no sangró más. Fríos en los momentos más calientes, los jugadores supieron mantenerse estables en esos márgenes y dar un mordisco final por medio de dos excelentes defensas de Campazzo y dos anotaciones de Musa que certificaron el triunfo (87-76).

Panathinaikos, rival blanco en la gran final

El Panathinaikos griego se convirtió en el primer finalista de la Euroliga tras imponerse al Fenerbahce turco (73-57) en un duelo en el que fue por delante en todo momento, en parte porque su rival no aprovechó las opciones que tuvo de darle la vuelta al marcador. Los problemas en los accesos provocaron que el partido arrancase con casi media hora de retraso, imprevisto que pareció acusar más el conjunto turco. Sus continuas pérdidas y su poca precisión en el triple así lo dieron a entender. El triunfo no peligró nunca para el equipo heleno, que será el rival del Real Madrid en la final de este domingo.

El apunte

Este domingo, séptima final para Llull

La clasificación la noche de este viernes del Real Madrid para la final de la Euroliga, que es la vigésima primera que alcanza el club merengue, que además con once títulos, sobre las 20 finales que ha jugado, encabeza el palmarés del torneo, supone la séptima que alcanza el menorquín Sergio Llull, en la que es, en Berlín, su décima presencia en la F4, hábitat en el que se estrenó en Barcelona 2011.

De las seis finales anteriores que ha disputado, todas con el Madrid, Llull, que asimismo es el máximo triplista histórico de la Euroliga, ha ganado tres. El registro, cronológicamente, del base mahonés, es el siguiente: derrota en la final de Londres 2013 ante Olympiacos (100-88). Derrota contra el Maccabi, 96-86, en la final de Milán 2014. Victoria en Madrid 2015, 78-59, contra Olympiacos, lo que significó su primer título.

El segundo éxito devino en Belgrado 2018, 85-80 al Fenerbahce en la final. En 2022, en su quinta final, derrota contra el Efes turco (58-57) en Belgrado. Y el pasado curso, 2023, en Kaunas y en su sexta final, Llull celebró su tercer entorchado, gracias a un tiro suyo en el último segundo contra Olympiacos (78-77). Este domingo en Berlín contra el Panathinaikos, a por el cuarto éxito en su séptima final.