Los jugadores del Hestia Menorca posan en grupo tras lograr una victoria, esta temporada en el Pavelló Menorca.  | Gemma Andreu

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El Hestia Menorca despidió el pasado fin de semana en pista del Força Lleida, ante el que cayó, 105-70, la primera temporada de su historia en LEB Oro, que ha cerrado de modo sobresaliente, a pesar de ese reciente y último tropiezo que desde una óptica general no deja de ser más que una mera anécdota.

La consecución de la permanencia, único objetivo que se planteó el club cuando se produjo su incursión en la competición, lograda además con cuatro jornadas de antelación, no permite otra lectura que imponer la mayor nota posible, tanto a Javi Zamora y su cuerpo técnico, como al colectivo de jugadores que han sustanciado una plantilla cuya línea ha sido ascendente, creciente de octubre a mayo, hasta el punto de que llegó a pelear por la última plaza de playoff.

Un equipo que ha tenido su particular ‘Big Three’, integrado por el base norteamericano Clevin Hannah, el ‘4’ serbio Oliver Stevic, cuya llegada, en los albores del mes de diciembre de 2023, determinó un antes y un después en el recorrido del equipo, y del pívot conquense Víctor Arteaga, fundamental siempre, y diferencial a medida de que mejoró de unos problemas de espalda que lastraron su rendimiento en los primeros compases de temporada, un trío que ha sobresalido como el eje en torno al que se ha vertebrado un conjunto de mucha disposición defensiva (76.9 puntos en contra de promedio, el más bajo de toda la liga) y de máxima querencia por la actividad en estático (el 5x5 en ataque se erigió casi en bandera del grupo), que ha tenido en elementos como Pol Molins, Eric Demers, Omar Lo (un trío de jugadores golpeado por las lesiones en diversos fragmentos de la temporada), Diego Alderete y Álvaro Sanz, otros resortes de gran valía.

Recorrido

En lo estrictamente competitivo, no ha sido el del Hestia Menorca un tránsito amable, sencillo. Nunca lo es para un recién llegado a una liga, menos si cabe para una entidad tan joven como la que nos ocupa, con menos de un decenio de existencia y hasta la fecha, con bagaje inexistente en un escenario tan exigente y profesionalizado como es la LEB Oro.

En ese orden, la presencia de Javi Zamora, un técnico exACB y con estatus de seleccionador nacional en categorías de formación, ha resultado un plus. Desde su figura se ha aportado la calma y serenidad que en determinados pasajes de la temporada, fundamentalmente en el primer tramo de la misma, no acreditó un sector del entorno.

El Menorca tuvo un discreto estreno en la liga ante el Melilla en la Isla, 66-83, en una velada que dejó al desnudo la problemática que implica no poder desarrollar una pretemporada acorde a las exigencias del estadio competitivo al que se pertenece, aunque la reacción del equipo no demoró, ganando dos de los siguientes cuatro partidos (contra Castelló y el flamante nuevo equipo ACB, el Leyma Coruña, a la sazón líder invicto).

Fue a partir de ese entonces, en que hilvanó seis derrotas consecutivas, cuando el Menorca se enfrascó en su momento más complicado. Las críticas arreciaron en torno al equipo y al entrenador (por parte de un sector, nunca fue una corriente mayoritaria), también las dudas sobre la idoneidad de haber apostado por Arteaga como referente interior o por una base tan veterano como Hannah. Asimismo, se puso en cuestión la valía de varios jugadores provenientes de LEB Plata, como también su capacidad para militar en la segunda liga del país.

Entonces llegó Stevic, la pieza que se urgía para encajar el puzzle. Se estrenaba el último mes de 2023 y el interior balcánico, ahora recién firmado por el Lenovo Tenerife y que ha finalizado la fase regular de LEB Oro como segundo jugador más valorado con casi 20 créditos de promedio por partido, ejerció de revulsivo inmediato. Y sumó en lo cualitativo, pero también en lo cuantitativo.

El ex de Gran Canaria, Joventut, Estrella Roja y Andorra, entre otros muchos equipos, participó, nada más llegar, en la victoria en Oviedo, que permitió quebrar la peor racha de derrotas que el club hasta la fecha ha conocido, y de inmediato dotó de otro aire al equipo.

Arteaga, igualmente producto de su mejoría en lo físico, empezó a sobresalir como elemento de referencia en la zona (10 puntos y casi 7 rebotes de media este año). Su conjunción con Oliver ha sido innegable. Hannah, por su parte, dio con otra alternativa en el juego interior (rozando los 15 tantos y las cinco asistencias el americano este año en la Isla) y el resto del grupo creció impregnado de la experiencia de Stevic, como también por el hecho de ir amontonando partidos y vivencias en la competición.

Justo en el filo de cerrar la primera vuelta e inaugurar la segunda el equipo menorquín suscribía por vez primera tres victorias consecutivas (Fuenlabrada, Oviedo en Maó y Ourense), asomaba por encima del corte del descenso y se afianzaba en esa zona relativamente tibia de la tabla para disfrutar de una mucho más tranquila segunda vuelta liguera, en la que hizo del Pavelló su fortín particular (5-1 de balance en sus seis encuentros de casa entre el 21 de enero y el 20 de abril; solo Estudiantes vulneró la fiabilidad menorquina al resguardo de su cancha) y se empezó a merodear las plazas de playoff, opción que finalmente se esfumó, curiosamente al ceder en casa sus últimos dos partidos, contra Fuenlabrada y Betis, el par de rivales que también han optado a esa última plaza para competir en la postemporada, y que finalmente han hecho suya los sevillanos.

Y si en lo deportivo la temporada ha sido magnífica, casi inmejorable en función de su rol de equipo debutante, en lo social, el año de estreno en LEB Oro podría situarse en una atalaya similar. El Hestia Menorca, con un promedio superior a los dos mil asistentes por partido en sus citas en el Pavelló (y superó varios días la cota de los tres mil), ha restituido para el baloncesto profesional su condición de proyecto de referencia en la Isla. Un hecho que ya era tal en la campaña anterior, en la que cristalizó su histórico ascenso a LEB Oro, pero que ha confirmado e incrementado de modo considerable en la recién concluida temporada 2024.

En ese sentido, el club ha fidelizado una masa social ingente, al margen de una importante cartera de patrocinadores, lo que concede una tranquilidad en lo económico (un elemento imprescindible para poder desarrollar el proyecto) y permite, en conjunto, atisbar un horizonte repleto de ilusión para optar, no solo a consolidarse en la segunda división del baloncesto español, sino que, tal y como refirió hace algunas semanas en exclusiva para este diario el mejor entrenador español de todos los tiempos, Aíto García Reneses, a raíz de su visita a la Isla, para poder soñar también a medio plazo con poder restablecer para la Isla su etiqueta de plaza ACB. Un año sobresaliente.