El alero lasallista Francesc Sabaté culmina con elegancia una transición - Javier Coll

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La Salle Mahón no cede derrota en competición oficial en el escenario insular desde que el 16 de enero de 1983 fuera superada en su pista por el Alcázar en un duelo enmarcado en la antigua Tercera División, supbrupo menorquín (68-72). Es el último tropiezo que contempla la estadística colegial relativa a los márgenes locales, cuyo penúltimo ascenso a la extinta Segunda Catalano-Balear suscribió en aquel mismo ejercicio.

El postrero se produjo en 1985, y en ese entonces la plantilla blanquiazul cubrió su recorrido en Menorca haciendo gala de una invulnerabilidad absoluta (24/0 de balance, tan solo padeció una única decepción ante Boscos en la ulterior fase balear de ascenso). El intervalo que distancia aquel precedente del presente, algo más de treinta años, resulta el más ingente y destacado de la historia del basket menorquín, con el ingreso en la antigua Liga EBA y los posteriores a LEB y ACB, particularizado por la entidad lasallista.

Después de la traumática defunción del Menorca Bàsquet en verano de 2012, proyecto surgido como respuesta natural a la exuberante evolución de La Salle en categorías de rango estatal durante los 90', el retroceso que experimenta el baloncesto insular es obvio, innegable.

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