Los hepatólogos llevan años alertando sobre un aumento en las enfermedades del hígado y los casos de cirrosis entre menores de 30 años. Son la consecuencia de un consumo cada vez más temprano de bebidas alcohólicas, de hábitos de vida poco saludables y de prácticas que empiezan a ser comunes entre los jóvenes los fines de semana, como los botellones o el fenómeno conocido como ‘binge drinkin’, que supone un atracón de grandes cantidades de alcohol en pocas horas.
Tal y como explican desde la Asociación Española del Estudio del Hígado (AEEH), el perfil del enfermo hepático, está cambiando: son cada vez más jóvenes y, aunque los varones siguen siendo mayoría, comienza a aumentar también entre las mujeres.
Según la última Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES), el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida entre los estudiantes de 14 a 18 años. El 76 % de ellos afirmó haber bebido en alguna ocasión, y más de la mitad de los encuestados reconocían haber consumido bebidas alcohólicas en los últimos 30 días. El 93% de los adolescentes de este grupo de edad confesó además que le resultaba muy fácil obtener bebidas alcohólicas, a pesar de la prohibición.
Por ello, los especialistas aplauden el Proyecto de Ley para la prevención del consumo de alcohol y sus consecuencias en menores de edad aprobado por el Consejo de Ministros y que, entre otras cosas, pretende dificultar el acceso a las bebidas alcohólicas por parte de los menores.
Insisten, no obstante, que queda mucho trabajo por delante en concienciación en una sociedad en la que el consumo de alcohol es casi un rasgo cultural.
«Beber alcohol con menos de 18 años hace el doble de daño en cerebro, que está en una fase aún de desarrollo y resulta mucho más tóxico que en un adulto, porque se metaboliza peor», explica Lucía Bonet, hepatóloga de Son Espases.

Cirrosis
La especialista señala que es necesario concienciar más a los jóvenes, que tienen que saber cómo repercute en su salud este consumo. «A largo plazo las consecuencias son muy graves. Se hacen cicatrices en el hígado que con los años pueden generar cirrosis. La enfermedad hepática es muy silente, así que solemos ver las consecuencias al cabo del tiempo y con la enfermedad ya establecida y avanzada», explica.
Bonet aclara que pueden pasar más de diez años con la enfermedad sin saberlo hasta que se diagnostica con 40 o 50 años de edad.
Se estima además que más del 40 % de los adolescentes que consumen alcohol serán adictos de adultos y en este sentido, la hepatóloga insiste en que «el 80 % de las personas ingresadas en nuestro servicio lo están por enfermedad hepática alcohólica, o bien por una hepatitis aguda o por cirrosis».
El alcohol, provoca también hepatitis alcohólicas agudas, que si se están dando en una población cada vez más joven. Y es además la causa más frecuente de trasplante hepático.
«Estos atracones de alcohol que se están dando los jóvenes los fines de semana suponen un mayor riesgo para desarrollar una hepatitis alcohólica aguda», aclara la doctora.
Consumo cero
Subraya además que el consumo diario de alcohol, aunque sea de forma moderada, también hace sufrir al hígado, especialmente a estas edades tempranas.
«Cualquier dosis de alcohol es tóxica. No hay ninguna cantidad segura ni recomendable», dice.
Es por la realidad con la que trabajan a diario en Hepatología de Son Espases por la que Lucía Bonet insiste en redoblar esfuerzos en educación, y en concienciar a los jóvenes, a las familias y a las autoridades.
«Si la gente conoce las verdaderas consecuencias podremos avanzar en prevención. Es difícil porque está muy instaurado en nuestra sociedad, pero los jóvenes tienen que saber qué consecuencias tiene en la salud y como adicción, que es muy difícil de superar y causa mucho daño a nivel familiar», señala.
La hepatóloga considera que hay que proteger más a nuestros adolescentes ante un alcohol que les hace más vulnerables ante el consumo de otras drogas, a infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados, a verse implicados en peleas... y puede acabar en un coma etílico, con daño cerebral graves e incluso la muerte», lamenta.
El apunte
Las consecuencias de sumar alcohol a hábitos alimenticios poco saludables
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Alcohol y adolescencia, eso no es nuevo. Si es legal, en todas las tiendas de comestibles hay y en casi todas las casas lo toman. Pero hay una moda nueva, suicidarse mientras se emite por streaming.
Ninguna novedad. Lo vemos todos los días en terrazas, bares y restaurantes. El alcohol es la droga más barata. Todos la podemos comprar. Está aceptada por la sociedad como un status social, una forma de pasar un buen rato o como queramos llamarla. Lo cierto es que la consecuencia de su abuso es el que es. Y para más inri se empieza desde adolescente con un buen botellón de garrafón todos los fines de semana, cuando el cuerpo humano aún está en pleno desarrollo. Somos lo que tenemos y merecemos mientras que no le pongamos una real solución que pasa por una buena educación y cultura, cosa que esta última ya la pongo más en duda.
Algunos beben alcohol por miedo a que sus amigos se burlen de ellos si no lo hacen y les consideren unos raros. Nunca he pillado una borrachera. He sido rarito en este sentido porque cuando era joven muchos fines de semana salía y no probaba el alcohol. Desde hace más de una década ni siquiera suelo beber vino o cerveza con alcohol en las comidas. Si no me muero antes, dentro de dos semanas cumpliré los 58 y en las analíticas de sangre me salen dentro de los límites saludables todos los parámetros indicadores del funcionamiento del hígado. Todo esto gracias a que, según el punto de vista de muchos, no disfruté mi juventud.
El alcohol es una droga de las duras pero se le trata cómo se fuera agua mineral. Se vende libremente en cualquier esquina y se consume por todos alegremente cómo se fuera agua bendita Prohibir su consumo no, porque no dará ningún resultado ,está comprobado, ni tampoco se puede ya que de atrás están grandes multinacionales. pero hacer campañas en contra informando de su peligrosidad si.