La activista Aissatou Diallo. | M. À. Cañellas

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La activista Aissatou Diallo, fundadora de la Asociación Humanitaria contra la Ablación de la Mujer Africana (AHCAMA), participa este sábado en Palma en la segunda jornada del II Congreso Internacional Feminista, organizado por Femes; con una charla sobre la mutilación genital femenina (MGF). Originaria de Guinea-Conakri, Diallo sufrió en sus propias carnes esta práctica, motivo por el cual decidió crear la asociación. Ahora, afincada desde hace casi 20 años en Barcelona, Diallo y otras expertas forman a mujeres, mayoritariamente subsaharianas, en el ámbito educativo, sanitario y profesional para combatir cualquier forma de violencia misógina como la ablación y el matrimonio forzoso.

«No quería que ninguna niña pasara por lo que yo pasé. Creamos la asociación para proteger a mujeres y niñas, porque la mutilación se realiza desde los cinco a los 49 años. Muchas niñas han muerto por esto, e intentamos cambiar las cosas», confiesa. Las consecuencias negativas de practicar la MGF son innumerables y abarcan desde secuelas para la salud sexual y reproductiva de las mujeres a psicológicas: «Mentalmente nunca te vas a recuperar, el dolor que sientes no se olvida en toda la vida, es peor que un parto». Existen diferentes modalidades y maneras de proceder: «Si te operan en la ciudad, en una clínica, estás salvada, pero muchas veces se hace en los pueblos, porque hay curanderos itinerantes que lo hacen. Ahí estás en riego de morir».

Hay cuatro tipos de mutilación, la de tipo 1 implica quitar un trozo de la punta del clítoris; la de tipo 2, quitar todo el clítoris; la de tipo 3, amputar el clítoris, los labios mayores y menores y coser la vagina dejando un pequeño orificio para orinar; y la de tipo 4, hacer una cirugía estética para reducir el clítoris. «A las que le hacen el tipo 3, cuando las casan a los 15 años, les rajan para que puedan practicar sexo con su marido». Al parecer de Diallo, «el día que un hombre no quiera casarse con una mujer mutilada, todo esto parará».

Sobre el porqué se lleva a cabo esta «barbaridad», no se ha descubierto la razón: «Todavía no hemos averiguado por qué se hace, hay muchos mitos que dicen que es para proteger a las mujeres, otros por una cuestión religiosa y otros para prevenir a las mujeres de que se perviertan»; pero en realidad, es «un arma de control del patriarcado para estar por encima de la mujer».

Sobre cómo combatir esta mutilación, Diallo remarca la complejidad del asunto, ya que «cuando naces en una comunidad que lo practica, nadie te puede salvar». «Cuando eres niña hasta tú quieres que te mutilen porque si no sufres bullying y la comunidad no te acepta. Para formar parte de ella, hay que aceptarlo todo», lamenta. Ampliamente extendida en África, la MGF se practica en 28 de los 57 países que tiene el continente; asimismo, a nivel global se realiza hasta en 98 estados.