Jansà, fotografiado este martes en su domicilio. | M. À. Cañellas

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Agustí Jansà (Sant Lluís, Menorca, 1948) es doctor en Física, meteorólogo jubilado del Estado, exdelegado en Baleares de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) e investigador, como colaborador honorífico de la UIB, del Laboratori Interdisciplinar de Canvi Climàtic. Es uno de los grandes referentes de la meteorología en las Islas.

¿Qué ha pasado en Valencia? ¿Por qué esa intensidad y esa duración de la DANA?
— La intensidad ha sido extraordinaria, con más de 500 litros por metro ciuadrado, pero hay que recordar que el récord del Mediterráneo y de España, y uno de los mayores de Europa, son los 817 litros por metros cuadrado de Oliva, también en Valencia, en 1987. También hubo inundaciones, pero, al estar cerca de la costa, todo el caudal desembocó rápidamente en el mar. No hubo ningún fallecido. En 1962, con las riadas del Vallès, en Catalunya, hubo un millar de muertos. Una DANA provoca inestabilidad y chubascos, pero para que se den grandes precipitaciones no basta. En el sur de la provincia de Valencia hay un relieve orográfico que hace ascender el flujo de aire del Mediterráneo. Por ello, los máximos de precipitaciones en 24 horas se dan en esa zona.

No sólo es la DANA.
— No es la DANA en sí la que provoca el desastre, sino los sistemas tormentosos asociados a ella, generados en parte por ella. Hay una relación, pero no es una equivalencia. Una DANA suele durar unos días, normalmente dos o tres, hasta que es absorbida por la circulación general atmosférica. En este caso, ha tardado una semana, teniendo relación con lo que ha pasado en Valencia, Cádiz o Baleares. Estos aspectos sí han sido extraordinarios, poco frecuentes.

¿Cómo contribuye el aire más cálido del Mediterráneo?
— Puede contribuir a más fenómenos de este tipo y más intensos, pero tiene que ir muy cargado de humedad. Aquí es donde interviene el cambio climático, con el calentamiento del mar. La organización World Weather Attribution ya ha hecho un estudio preliminar sobre lo ocurrido en Valencia y establece que su probabilidad es el doble que en los años 70 del pasado siglo, precisamente por el cambio climático. Desde los años 80, el Mediterráneo ha aumentado su temperatura media en 1,5 grados.

La Aemet acertó en predicciones y avisos.
— Sus predicciones han sido muy correctas. Todo lo ocurrido se correspondió más o menos con lo predicho, pero la atmósfera es caótica. La verdad es que las predicciones se aproximan cada vez más a lo que finalmente ocurre, pero, aun así, sigue dando un poco de vértigo lanzar un aviso rojo. Ahora bien, un aviso meteorológico no es una alerta de emergencias. Las medidas a tomar deben ser decididas por otras entidades que, en teoría, tienen en cuenta otros factores además del meteorológico, que puede ser el más importante, evidentemente.

En las imágenes de estos días, hemos visto construcciones al límite de ríos y torrentes, sin orillas ni riberas. Incluso construcciones en medio de los cauces, pero eso ya no es novedoso.
— Construcciones, edificaciones y coches hacen de barreras, de presas, provocando que el agua suba de nivel. Un coche es un peligro terrible para el conductor, flota como una barca. De hecho, mucha gente muere en el interior de los vehículos. La gente no tiene conciencia del riesgo, llega a olvidarse de estos trágicos episodios. La naturaleza no puede ser más clara, precisa y sincera en su información: aquí he creado un río, aquí he creado un torrente. El agua, con mayor o menor volumen, volverá a pasar por allí. Y si hay una casa, la quitará. En Balears tenemos muchas construcciones en los cauces de torrentes. Las construcciones y edificaciones son en buena parte responsables del número de fallecidos en episodios de estas características.

Imaginemos 500 litros por metro cuadrado en un territorio llano, sin relieve, y sin construir.
— Se daría una acumulación de unos 50 centímetros de agua.

¿Qué habría que hacer con las zonas inundables?
— Desde luego, no permitir ninguna nueva edificación y a los propietarios y residentes informarles de esa condición de inundable, si es que no lo saben. En estos últimos días, el Torrent Gros, de Palma, subió su caudal rápidamente y estuvo a punto de desbordarse. Se estancó justo antes de entrar en el límite de inundación. Si nadie se acuerda de un torrente lleno o desbordado, el agua sí se acuerda y, de vez en cuando, reclamará lo que es suyo. Cada zona es diferente y hay que tener en cuenta los factores meteorológico, geológico, hidrológico y urbanístico. En Sant Llorenç, 250 litros por metro cuadrado, como en 2018, no se pueden evacuar fácilmente. Sin embargo, en Lluc sí tienen una salida más fácil. Todo eso hay que tenerlo en cuenta.