Usted creó la unidad del páncreas.
— Bueno, le explico exactamente cómo fue. En 2003 empezó a haber un cambio en el servicio de cirugía donde se empezó a hacer la cirugía por sus especialidades. Un grupo de cirujanos, formado por el doctor Calafell, doctor Bellido y yo, iniciamos lo que era la formación de la unidad de páncreas de Son Dureta. Nos fuimos a formar al hospital Clínico de Barcelona y desde entonces, por jubilación o traslados, me he ido quedando solo en la unidad. En 2014 el otro miembro del equipo actual, el doctor Morales, se trasladó de Son Llàtzer, donde hacía la cirugía pancreática, a Son Espases.
¿Cómo es un día normal para usted?
— Llegamos antes de las ocho al hospital y vemos cómo están los enfermos ingresados. Hay diez o doce de media. Luego, depende de los días, hay sesión clínica en el departamento. Otros días, hay comités de tumores pancreáticos. Cuando tenemos quirófano, nos ocupa la mañana y parte de la tarde. También atendemos consultas externas.
¿La medicina ha avanzado mucho también en el instrumental?
— El instrumental básico sigue siendo el mismo pero el electrónico se ha ido incorporando a la práctica diaria, así disponemos de ecógrafos que nos permiten definir in situ y afinar mejor la técnica quirúrgica.
¿Cómo es una intervención quirúrgica de páncreas?
— A primera hora de la mañana, el paciente pasa a quirófano, donde es recibido por el anestesista y el personal de enfermería. Ahí comienza la inducción anestésica, que, como en todos los casos de cirugía mayor, es compleja y consta de diversas técnicas. Tras analizar la misma, comenzamos la intervención, normalmente la realizamos el doctor Morales y yo, y en los últimos meses se ha unido a nosotros una nueva compañera que es la doctora Pineño, y también participa el médico residente. La cirugía, en general, consta de dos partes: extirpar el tumor y la fase reconstructiva.
¿Cuántas horas dura?
— Cinco o seis.
¿Son pacientes mayores?
— Normalmente, la patología pancreática es más frecuente a partir de la sexta y séptima década. Pero hay pacientes jóvenes, incluso algún niño.
¿Sin páncreas se puede vivir?
— Habitualmente no quitamos todo el páncreas, intentamos conservar el máximo tejido pancreático posible. Pero en un pequeño porcentaje nos vemos obligados a extirparlo por completo. Estos pacientes con los nuevos avances han mejorado mucho en su calidad de vida. El gran enemigo del páncreas en el alcohol y el tabaco. Y juntos, peor.
¿Cada vez hay más cáncer de páncreas?
— Sí, es una patología tumoral con una incidencia en aumento. El tipo de vida, el diagnóstico precoz, mejores técnicas diagnósticas son factores que influyen.
¿El trabajo del radiólogo es clave?
— Sin duda. Disponer de un buen radiólogo es fundamental. Nosotros tenemos la suerte de contar con la doctora Carmen de Juan. Te permite ir a la cirugía con una seguridad tremenda sobre lo que te vas a encontrar.
¿Cuántos casos opera al año?
— El último año, 40. De media, uno a la semana.
¿Surgen complicaciones tras la operación?
— Sí. Son operaciones complejas, necesitamos realizar múltiples suturas por lo que pueden aparecer complicaciones, Pero la mayoría son leves, que no interfieren en la evolución postoperatoria del paciente. Pero en algunos casos, los menos frecuentes, incluso nos vemos obligados a reintervenir al paciente.
¿Y después?
—Al año, un 80% de los operados de cáncer de páncreas sobrevive. Afortunadamente, ha cambiado mucho. Antes la supervivencia era prácticamente nula. Ahora la media es de 28 meses.
¿Faltan médicos?
—En las islas puede haber una cantidad de médicos, digamos, justa. Y en general, por islas u hospitales, sí hay carencia de médicos clara. En hospitales de Eivissa o Menorca hay carencia. En Son Espases, como es el buque insignia, no hay carencias, pero sí estamos justos.
El tema de la vivienda es un drama.
—Es una dificultad añadida a los médicos jóvenes con ingresos más justos para vivir aquí. La mayoría de residentes comparten piso.
Cómo ve el tema del catalán.
—Yo que vengo de fuera, creo que el catalán tiene que ser un idioma que los médicos dominemos y lo hablemos con los pacientes, pero no debe ser un requisito. Es prioritario que un médico sea bueno, antes que el catalán sea excluyente. Yo con mis pacientes hablo en catalán, y no tengo ningún título.
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