La Policía Nacional investiga lo ocurrido tras la denuncia interpuesta por la víctima. | Alejandro Sepúlveda

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La Policía Nacional investiga la paliza que recibió la tarde de este lunes el inquilino de un piso de Santa Catalina, en Palma, a manos de su casero y otras cinco personas más en el interior del inmueble. El desencuentro entre ambos, según la versión del denunciante, es que la víctima no quiso rescindir el contrato del alquiler que tiene hasta 2027, a pesar de la insistencia del dueño en las últimas semanas.

El perjudicado, de 46 años y nacido en Pakistán, que tuvo que refugiarse en la terraza de la vivienda, acabó con policontusiones en la cabeza, nariz, labio y en el costado y tuvo que recibir asistencia médica en un centro de salud de s'Escorxador. Horas después acudió a Son Espases al no remitirle el dolor.

Los problemas entre propietario e inquilino se remontan a dos semanas atrás. El dueño se puso en contacto con el perjudicado para decirle que tenía que rescindir el contrato que les unía hasta 2027 ya que quería destinarlo a alquiler turístico. La víctima le dijo que no había problema, que buscaría otro piso. El pasado día 4 se encontraron en un bar y el sospechoso le puso fecha límite a la salida: el 30 de mayo.

A partir de ese momento, el denunciado empezó a insistirle a través de llamadas y mensajes para que firmara la rescisión del contrato de alquiler. Si no lo hacía le amenazó con cambiar la cerradura del piso. El perjudicado le seguía insistiendo en que se iría cuando encontrara una nueva residencia. El asunto empeoró la tarde de este lunes, sobre las 18.00 horas. Tal y como detalló el hombre en dependencias policiales, el propietario del piso, acompañado de otras cinco personas, se personó en el inmueble y empezó a golpear la puerta. El inquilino decidió resguardarse en el balcón, al mismo tiempo que avisó a un amigo y al 091. Instantes más tarde, los agresores estaban dentro de la vivienda.

Entre las seis personas que accedieron al inmueble empezaron a agredir al inquilino, que sufrió todo tipo de golpes por todo el cuerpo. Mientras esto ocurría no paraban de gritarle «tienes que firmar», según siempre su versión. La víctima el pasado día 9 tuvo que cambiar la cerradura porque el propietario había entrado dos veces sin permiso.