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Tras una semana con los dos bandos de Vox –las dos bandas casi sería más apropiado– instalados en una versión extendida y aumentada de ese chiste del dentista del ‘no nos hagamos daño', al final resulta que todo han sido unos «malos entendidos» sin importancia y cuatro exageraciones de la prensa libre. Ya lo pueden vestir como quieran, porque lo que ha habido estos días es vértigo al abismo, miedo a una ruptura total que hubiera dejado a los críticos en un limbo legal y a la dirección oficial sin botín en el Parlament y sin mando en plaza a la hora de apretar a Marga Prohens. Las dos partes han elegido los barcos frente a la honra, algo impropio de sus protagonistas, así que en este sainete de España cañí en Balears resulta que tenemos a la ‘ultraderechita cobarde'.

En un partido cristiano, ha imperado la clemencia y el perdón porque seguir el gen guerreo de Vox era suicida. Da igual. Saben que esta paz es frágil y ya se verá hasta dónde resiste. La presidenta del Govern lo seguirá teniendo muy complicado para gobernar durante estos años aunque parte con una ventaja: Vox se ha roto aunque sus dirigentes traten de hacer ver lo contrario. Eso le pone las cosas más difíciles en lo que queda de legislatura, pero a la vez le ayuda como presidenta del PP. ¿Qué partidos hay ahora mismo en el espectro de la derecha? No está Ciudadanos, no está el PI y en breve no estará Vox, convertido en un fantasma de lo que fue. Pero vaya tres años le esperan mientras tanto...