Está al frente del departamento más poderoso del Govern, una Conselleria que acumula algunas de las competencias más 'sensibles' para cualquier Govern, como es el urbanismo. Company está enfrascado en sacar adelante una Ley del Suelo que ponga orden en el caos urbanístico del suelo rústico en Balears.
Usted es el responsable de la agricultura y quisiera saber si estas lluvias son buenas para el campo ...
-Quizá llegan un poco tarde y en cantidades que puede que ya sean excesivas. Lo bueno es que llueva de manera pausada. Con lo caído debería parar un mes y medio para ir bien.
Vayamos al grano. ¿Su Ley es una amnistía para el urbanismo ilegal en suelo rústico?
-En absoluto. Lo que hacemos es no dejar construir más y se pone remedio a lo que ya está hecho, que no es lo mismo. Insisto, no hay ninguna amnistía puesto que se impondrán multas muy severas para regularizar estas construcciones. Lo que ha ocurrido es que yo no he querido mirar a otro lado con este problema como han hecho muchos de mis antecesores en el cargo y sólo se regularizarán las construcciones cuando lo soliciten los Consells insulares y cuando ya no se puedan derribar. Insisto, es falso que se deje construir más.
No me negará que es un agravio para quienes no han cometido ninguna ilegalidad ...
-Eso sería en el caso de que se hiciese una amnistía. La regularización obliga a una tramitación y no sale gratis. Tenga en cuenta que sólo se aplica en aquellas edificaciones que ya no se pueden derribar porque han transcurrido más de ocho años. Otros miraron hacia otro lado en materia de disciplina. A partir de ahora habrá mecanismos más ágiles contra lo que no se puede hacer en suelo rústico. Reitero que no destruiremos más territorio y el importe de las sanciones se destinará a financiar obra pública.
¿Más dureza?
-Habrá penalizaciones muy duras y las obras se deberán paralizar desde el mismo momento en que exista una denuncia. Las multas contemplan hasta 600 euros mensuales por la demora en el derribo y, además, también se abre la puerta a exigir responsabilidades a los arquitectos y notarios.
¿A cuántas edificaciones afecta y cuánto piensa que se recaudará?
-No hay datos. La petición vino del Consell d'Eivissa y nosotros la ampliamos a toda la Comunitat. La sanción media puede superar los 35.000 euros. Regularizar no saldrá gratis. El urbanismo ilegal es un problema que afecta a municipios con gobiernos de todos los signos políticos.
Los propietarios de grandes fincas y Asaja exigen que se redacte una Ley General Agraria...
-Tengo claro que tenemos que hacerla. En estos momentos ya tenemos un borrador técnico. El objetivo del texto es facilitar al sector primario los instrumentos que garanticen el mantenimiento de la producción agraria sobre el territorio. Actualmente hay claros síntomas de abandono del campo que queremos atajar y por ello queremos complementar las rentas del sector. También queremos con esta ley potenciar la industria agraria, sin ella no habrá producción en el campo, y vincularla a la industria agroalimentaria. Todo es una cadena.
¿Es factible la actividad agraria sin subvenciones?
-Todos los países ricos subvencionan la agricultura, lo hacen para que haya alimentos baratos y seguros, pero a costa de la renta de los payeses. La futura Ley General Agraria permitirá reducir la dependencia de las subvenciones, aunque hay algunas actividades que lo tienen mucho más complicado. En estos momentos las ayudas directas son escasas, muy vinculadas a las explotaciones extensivas.
¿Cuándo considera que podrá entrar en vigor?
-Nuestra previsión es que en el transcurso de un mes la podamos dar a conocer al sector. Es un texto que se lo tiene que sentir suyo. La aprobación, tras la tramitación parlamentaria, está calculada para mediados del próximo año.
Si un hijo suyo quisiera ser payés, ¿le daría un disgusto?
-Tengo un ahijado que quiere serlo. Un payés ahora necesita más formanción y aguante que en otros sectores. Es más complicado ganar un euro en el campo que en el turismo, pero sale a cuenta. No se puede analizar sólo desde la perspectiva económica, también tiene un componente sentimental.
¿Trabajar en el campo te hace nacionalista?
-Es evidente que la cultura y la tradición está en la payesía, pero al payés no le gusta la utilización política de este sentimiento. Nadie les puede dar lecciones de amor a la tierra.
¿El campo tiene futuro?
-Sí, pero no con los mismos esquemas que hace 40 años. Hay que encontrar los nichos que dejan las grandes empresas de distribución agroalimentaria y neutralizar y compensar los costes de la insularidad.
¿Cuál es su futuro político?
-Sólo me dedico al día a día y mientras el president Bauzá lo considere oportuno seguiré en el Govern. Estoy, por tanto, a verlas venir. Me gustaría seguir un poco más, pero no me da miedo salir de la política. No soy conseller, 'estoy' en la Conselleria. Soy empresario. Lo tengo claro.
¿A verlas venir...?
-No estoy en ninguna carrera por la sucesión del presidente Bauzá. Estoy en el Govern y no pienso en nada más. Éste es un debate que no me gusta, pretende enfrentarme al president y no tengo una intención más alejada que ésta.
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