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Llámame raro, pero lo que no pase en Eivissa no pasa en ningún sitio… Resulta que la semana pasada salta la noticia de que en nuestra isla tenemos una «pájara» que resulta que es «superhost» de Airbnb y que alquilaba su vivienda por 180 pavos la noche (más comisión de limpieza y del servicio de la plataforma). No me extraña que, al ser detectado por el servicio de inspección, se iniciara un procedimiento sancionador por publicidad y comercialización de habitaciones sin haber presentado Declaración Responsable del Inicio de la Actividad Turística, y sin tenerla inscrita en el Registro Insular de Empresas, Actividades y Establecimientos Turísticos. Es decir, a esta señora le dan una casa –y no se la dan a otra persona que seguro también la necesitaba– ¿y resulta que se pone a hacer negocio?
Una de las cosas que han funcionado ha sido que el alquiler, en el municipio de Santa Eulària des Riu, afortunadamente fue detectado por el equipo de Lucha Contra el Intrusismo del Consell d’Eivissa.
La verdad es que desconozco el alcance de la sanción que le puede caer, pero creo que hay cierto consenso en que perder la vivienda no sería un castigo desproporcionado.

En cualquier caso, con independencia del morro que le echan algunos, estas situaciones son fruto, en muchos casos, de la desesperación que supone vivir en Ibiza. De ahí que parezca que «todo vale», que tengas que buscarte la vida para poder sobrevivir y que parezca que «tonto el último».

Aquí las plataformas de comercialización, en este caso Airbnb, también tienen mucho que decir y al igual que se preocupan porque los servicios prestados sean correctos, el tipo de alojamiento se adapte a la oferta presentada, que la transacción sea segura, etc. no sé si también se les debería exigir un mínimo de compromiso con la legalidad de los alojamientos que aceptan como oferentes. No sé… estoy pensando en una serie de documentos sobre titularidad de la vivienda, cédula de habitabilidad, autorización administrativa para explotarla, etc. que si no se aportan, la vivienda quedaría en suspensión o, si me apuras mucho, que la vivienda tuviera un check como «no verificada» o «en proceso de verificación».