Aparte de por su obra literaria, Raúl Guerra Garrido destacó por su compromiso en la lucha contra ETA y su posición crítica con el nacionalismo vasco, que hizo pública desde las filas del Foro de Ermua. La firmeza de sus convicciones le costó sufrir el acoso del entorno de ETA, que atacó en repetidas ocasiones sus propiedades y las de su familia. En abril de 1999 su farmacia en San Sebastián sufrió un primer ataque de «kale borroka», en este caso frustrado, ya que los artificieros de la Ertzaintza lograron retirar un artefacto explosivo de fabricación casera. El 20 de julio de 2000 los violentos lograron calcinar totalmente la farmacia, mientras que dos años más tarde volvieron arremeter contra su familia, en este caso atacando la farmacia de su esposa. Guerra Garrido publicó en 1969 su primera novela, «Ni héroe ni nada», a la que siguieron «Cacereño», en 1970, con la que inició su pentalogía del tema vasco, y «Ay», de 1972, con la que obtuvo el premio Ciudad de Oviedo. A estos títulos les siguieron «La fuga de un cerebro», «Hipótesis» y «Pluma de pavo real, tambor de piel de perro», con la que obtuvo el premio Eulalio Ferrer en 1977. Ese mismo año recibió el premio Nadal por «Lectura insólita del capital», un libro que le consagró como gran escritor.
Este título, uno de los más importantes de su carrera, narra la historia de un industrial vasco que lee la obra de Marx durante su secuestro. Después siguieron «Micrófono oculto» y «Copenhague no existe», «La costumbre de morir» y «Escrito en un dólar», «Ayer» con el que en 1984 quedó finalista del Premio Planeta, y «Dulce objeto de amor». En 2005 publica «La gran Vía es Nueva York», otro de sus éxitos, y con el que obtuvo el premio de la Crítica de Castilla y León y el Villa de Madrid. En 1984 fue elegido presidente de la Asociación de Escritores (ACE), puesto que ocupó hasta comienzos de los 90. Vivió en San Sebastián desde 1960 y se implicó en el desarrollo de la cultura en el País Vasco, donde colaboró en revistas de literatura como «Kantil» (1975-76) y «Kurpil» (1977-1981), además de participar en la creación de la Asociación de Escritores Guipuzcoanos.
Su obra y su compromiso cívico fueron reconocidos por la Diputación de Gipuzkoa en 2019, con motivo del cincuentenario de su obra «Cacereño» -un retrato de la inmigración a Euskadi en los años 60-, en un acto en el que fue homenajeado tanto por su faceta de escritor como la de «testigo ético» de los años del terrorismo en el País Vasco. En ese mismo acto, presidido por el nacionalista Markel Olano, la entonces ministra de Educación, Isabel Celaá, le entregó la condecoración de Alfonso X El Sabio. También ese año, el colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite le otorgó su premio anual junto con el también escritor Fernando Aranburu, por su aportación al «relato» de las consecuencias del terrorismo en Euskadi.
Tras conocer el fallecimiento, distintas figuras políticas y culturales han expresado en las redes sociales su pesar por la muerte del escritor, entre ellas el secretario general del PSE-EE, Eneko Andueza, quien ha asegurado en Twitter que «frente a la Euskadi monocolor que algunos han pretendido», la obra de Guerra Garrido «fue el mejor escaparate de un país plural y diverso». Asimismo, el delegado del Gobierno en Euskadi, Denis Itxaso, ha mostrado su «respeto y admiración» por «un escritor e intelectual que jamás renunció a sus ideas pese al alto precio que le hicieron pagar por ello». Por su parte, la exdirigente de UPyD Rosa Díez ha lamentado la pérdida del creador madrileño, al que considera «uno de los grandes, uno de los buenos». «Descansa en paz, querido amigo», señala Díez en un Tuit. Su excompañero de partido Carlos Martínez Gorriarán ha recordado, por su parte, la figura de Guerra Garrido como «resistente de primera hora al franquismo», al nacionalismo y a ETA después de «dos atentados contra su farmacia», tras los que fue un «escritor con escolta».
También el Colectivo de Víctimas del Terrorismo, Covite, ha recordado a Guerra Garrido, de quien ha dicho que «fue uno de los primeros escritores que trató el terrorismo en sus novelas». «Todo un referente para Covite. Mandamos un abrazo a su familia», señala la asociación presidida por Consuelo Ordóñez. Igualmente, el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo ha recordado que Guerra Garrido «fue uno de los primeros escritores en el País Vasco que escribió novelas donde estaba presente el terrorismo de ETA, del que fue víctima por su compromiso».
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