El caso, difundido en primer término por la prensa local y que está dando la vuelta al mundo, arrancó con una llamada a la policía de Cuiabá, la capital del estado de Mato Grosso. En ella un interlocutor desconocido aseguró que un recién nacido había llegado a este mundo muerto y los familiares lo habían enterrado en el patio de su casa.
Los agentes localizaron el domicilio y fueron allí con la intención de corroborar los hechos. Su sorpresa llegó cuando, al remover la tierra para acceder a la pequeña, se percataron de que estaba con vida. No obstante su vida corría peligro, puesto que tras unas siete horas bajo tierra sufría una grave hipotermia y problemas de coagulación sanguínea.
Los padres no daban crédito a la situación, y afirmaron que junto a la abuela decidieron enterrarla porque pensaron que la criatura había fallecido. Los investigadores, después de poner a salvo a la bebé, interrogaron a los miembros de la familia para corroborar si efectivamente la enterraron pensando que estaba muerta.
La madre relató que había dado a luz a su hija sola en el cuarto de baño de casa, y cuando la niña nació cayó al suelo golpeándose la cabeza. Al parecer no lloró ni parecía reaccionar a ningún estímulo, por lo que su decisión fue enterrarla siguiendo el rito indígena de la familia.
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