Las organizaciones investigadas se dedicaban principalmente a la pesca furtiva de almeja japonesa, una especie muy codiciada por los consumidores, en zonas costeras de Portugal con altas concentraciones de contaminantes. Los moluscos recolectados en estas áreas restringidas y prohibidas eran posteriormente vendidos directamente a establecimientos hosteleros, evitando los procesos de depuración exigidos para su venta y falsificando la documentación para presentarlos como aptos para el consumo humano.
La Guardia Civil advierte que el consumo continuado de estos moluscos contaminados puede derivar en graves riesgos para la salud pública, como la hepatitis, debido a la capacidad de absorción de contaminantes por parte de estos bivalvos durante su proceso de alimentación por filtrado natural del agua.
Tráfico de angulas y explotación laboral
Durante el transcurso de las investigaciones, los agentes también desmantelaron una red delictiva dedicada a la pesca furtiva, recolección y contrabando ilegal de angulas en Portugal, España y Francia. Además, se detectó que algunas de las empresas intermediarias afincadas en España importaban estos bivalvos desde Portugal sin realizar las descontaminaciones ni depuraciones oportunas del producto.
Los investigadores han revelado que la mayoría de los furtivos procedían de países asiáticos y cobraban apenas un euro por kilo de molusco pescado, mientras que en el mercado del marisco este producto alcanza los 25 euros por kilo. Asimismo, se ha constatado que algunos de los implicados podrían haber incurrido en actividades de tráfico de seres humanos y explotación laboral.
Cooperación internacional y autoridades participantes
En esta operación han participado, además del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil española, la Gendarmería francesa y el Servicio de Protección de la Naturaleza y el Medio Ambiente de la Guardia Nacional Republicana de Portugal, junto con la Autoridad de Seguridad Alimentaria y Económica de este último país.
La almeja japonesa (Ruditapes philippinarum)
La almeja japonesa, también conocida como almeja asiática o almeja filipina, es un molusco bivalvo originario del Pacífico occidental, desde Pakistán hasta el archipiélago japonés. Esta especie fue introducida en Europa en la década de 1970 con fines de acuicultura y desde entonces se ha expandido por las costas atlánticas y mediterráneas.
Altamente apreciada por su sabor y textura, la almeja japonesa se ha convertido en un producto muy demandado en la gastronomía europea. Sin embargo, su gran capacidad adaptativa y reproductiva ha provocado que se considere una especie invasora en algunos ecosistemas, compitiendo con las especies de almejas autóctonas.
La pesca y comercialización de la almeja japonesa está sujeta a regulaciones y controles sanitarios para garantizar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de los bancos marisqueros. La recolección en zonas contaminadas y la venta sin los debidos procesos de depuración suponen un grave riesgo para la salud pública y un delito contra el medio ambiente y la economía legal.
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