«Después de enfrentarnos a la crisis de 2011, hablar de dificultades en los rivales de un debate... Es todo moderado, es un debate, otros toros más duros hemos tenido», ha sido su respuesta en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
Santamaría ha explicado que se prepara para ese día repasando datos y momentos de la legislatura, «la cantidad de cosas que se han hecho» y se han «olvidado». Por ejemplo, la posibilidad de que España fuera rescatada, ha dicho. «La cantidad de veces que ustedes me preguntaron», les ha dicho a los periodistas.
La vicepresidenta ha reiterado que ella sustituirá el lunes al presidente del Gobierno frente a los números uno del PSOE, Ciudadanos y Podemos porque Mariano Rajoy no puede estar en todas partes y tiene que «seguir trabajando». «Haré la campaña para la que me ha recabado el partido, como el resto de candidatos para la suya», ha dicho.
Soraya Sáenz de Santamaría ha rechazado que una ley regule la presencia del presidente en los debates y ha advertido de que podría perjudicar a otros candidatos, no precisamente al jefe del Ejecutivo. Tendría que haber «un elemento legal que determine quién participa» y ese elemento no podrían ser las encuestas. Es decir, Albert Rivera y Pablo Iglesias, sin presencia en las Cortes, podrían quedarse fuera.
«El debate del lunes se va a hacer porque no hay esa obligatoriedad (legal). Hasta ahí puedo leer», ha añadido.
Sáenz de Santamaría no ha querido entrar en hipótesis sobre qué pasará el 20-D y después, si se fía por ejemplo de que Albert Rivera deje gobernar a Rajoy si gana las elecciones. «Que cada uno señale su posición», ha reclamado.
«¿Se va a permitir que gobierne el más votado? Esa es la primera premisa», ha dicho, recordando que Rajoy ya ha dejado claro que sólo repetirá en Moncloa si su lista es la más votada. «Que valoren los ciudadanos dónde va su voto», ha agregado.
Madurez democrática
Por otro lado, y ante la celebración el domingo del Día de la Constitución, la vicepresidenta ha resaltado que en la legislatura que termina se ha demostrado «la madurez» de la democracia, porque se produjo la sucesión en la jefatura del Estado «de manera impecable».
Y ante la reforma de la Carta Magna que reclama toda la oposición, ha reiterado el argumento del Gobierno: no hay consenso inicial ni objetivos comunes para empezar a hablar.
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