Una joven con un cartel que pregunta «Y tú, ¿de qué color es tu corazón?» - Reuters

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Miles de personas marcharon ayer por toda Francia en contra de la llamada «deriva racista» en el país, que ha tenido uno de sus ejemplos más significativos en los insultos proferidos recientemente contra la ministra de Justicia, Christiane Taubira, la única de raza negra del Ejecutivo.

La manifestación, convocada por casi un centenar de asociaciones humanitarias y sindicales, reunió a unas 25.000 personas en París, según los organizadores, y 3.900, de acuerdo con la policía.

La Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo (LICRA), SOS Racisme, la Liga de Derechos Humanos (LDH) o la Confederación General de Trabajadores (CGT) se encontraban entre quienes invitaron a la ciudadanía a las calles para decir «Ya basta».

El punto de inflexión que les condujo a hacer pública la protesta fueron los ataques dirigidos a Taubira, responsable de la ley que autoriza el matrimonio homosexual y comparada a mediados de octubre con un mono en la página de Facebook de una candidata del ultraderechista Frente Nacional.

Pero la situación, según explicó a Efe el vicepresidente de la LDH, Vincent Réberioux, se ha gestado desde hace años y se ha exacerbado con la crisis económica.

«Comenzó con el presidente Nicolas Sarkozy en 2010, al designar a los gitanos como responsables de la delincuencia. Actualmente es más complicado, pero cuando François Hollande, la mayor autoridad moral, no dice nada contra las agresiones a su ministra, ¿adónde hemos llegado?», preguntó.

Pancartas con lemas como «Basta de racismo» o «¿De qué color es tu corazón?» animaron una protesta que se inició a las 14.30 hora local y que en París partió de la plaza de la República para finalizar en la de Bastilla.

La cobertura mediática, no obstante, se decantó hacia las otras dos grandes manifestaciones programadas para hoy en el país: una en favor de la suspensión definitiva de la «ecotasa», impuesto que prevé gravar a los camiones de más de 3,5 toneladas que circulen por carreteras no sujetas a peaje, y otra en contra de la decadencia económica de la región de Bretaña.

En la primera, más de 4.500 camiones ralentizaron el tráfico en una quincena de regiones, y la segunda, protagonizada por los «bonetes rojos», que se reclaman herederos de un levantamiento popular del siglo XVII en esa zona, agrupó a unas 40.000 personas en la localidad de Carhaix, según ese colectivo, y a unas 15.000, de acuerdo con la policía.